CAPÍTULO 9
Maneras de predicar las buenas noticias
JESÚS, nuestro modelo, fue un predicador incansable. Iba adonde estaban las personas, y les hablaba y enseñaba en sus casas y en lugares públicos (Mat. 9:35; 13:36; Luc. 8:1). Habló con algunas personas a solas, enseñó en privado a sus discípulos y se dirigió a grandes multitudes (Mar. 4:10-13; 6:35-44; Juan 3:2-21). Siempre que era oportuno, ofrecía palabras de ánimo y esperanza (Luc. 4:16-19). No dejaba pasar la oportunidad de predicar aunque necesitara descansar o comer (Mar. 6:30-34; Juan 4:4-34). El entusiasmo que Jesús mostró por la predicación contagió a los apóstoles. Y, cuando leemos los Evangelios, ¿verdad que nos pasa lo mismo? (Mat. 4:19, 20; Luc. 5:27, 28; Juan 1:43-45).
2 Veamos cuáles son algunas de las oportunidades que tenemos los cristianos de imitar el ejemplo de Jesús y continuar con la obra que inició hace casi dos mil años.
LA PREDICACIÓN DE CASA EN CASA
3 Los siervos de Dios reconocemos lo importante que es predicar de casa en casa las buenas noticias del Reino de forma organizada. Este método ha llegado a ser una marca que distingue a los testigos de Jehová. Los excelentes resultados demuestran que hemos hecho bien en usar este método, pues, gracias a él, hemos llegado a millones de personas en poco tiempo (Mat. 11:19; 24:14). Además, predicar de casa en casa nos permite demostrar nuestro amor a Jehová y al prójimo (Mat. 22:34-40).
4 Esta forma de predicar no es un invento reciente de los testigos de Jehová. Por ejemplo, el apóstol Pablo les recordó a un grupo de ancianos de Éfeso que, desde que había pisado la provincia de Asia, no había dejado de enseñarles de casa en casa y de decirles todo lo que fuera para su provecho. De esta y otras maneras, Pablo dio “un testimonio completo sobre la necesidad de arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús” (Hech. 20:18, 20, 21). En aquel tiempo, los emperadores romanos promovían la idolatría y muchas personas eran devotas de los dioses. Por eso era urgente que buscaran a Jehová, “el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él”, quien estaba “diciendo a todos en todas partes” que debían arrepentirse (Hech. 17:22-31).
5 Hoy es aún más urgente que las personas conozcan las buenas noticias, ya que el fin de este sistema malvado está cada día más cerca. Comprender esta urgencia nos motiva a predicar más. Como hemos dicho, la predicación de casa en casa es hoy la mejor manera de encontrar a quienes desean conocer la verdad, igual que lo fue en el tiempo de Jesús y los apóstoles (Mar. 13:10).
6 ¿Predicamos de casa en casa hasta donde nos lo permiten las circunstancias? Entonces, seguro que Jehová está contento con nosotros (Ezeq. 9:11; Hech. 20:35). Para algunos hermanos, esta forma de predicar no es nada fácil, y se sienten nerviosos cada vez que tienen que hacerlo. Quizás sean tímidos y les cueste mucho hablar con desconocidos. Puede que tengan problemas de salud o estén en un lugar donde poca gente desea escuchar. O tal vez el gobierno haya impuesto restricciones. Pero no debemos permitir que nada nos desanime (Éx. 4:10-12). Muchos hermanos de todo el mundo se enfrentan a desafíos como estos.
7 Jesús les hizo esta promesa a sus discípulos: “Recuerden, estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mat. 28:20). Esta promesa nos da fuerzas para participar en la obra de predicar y hacer discípulos. Nos sentimos como Pablo, que dijo: “Tengo fuerzas para todo gracias a aquel que me da poder” (Filip. 4:13). Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para predicar de casa en casa. Salgamos a predicar con la congregación, pues los hermanos nos darán ánimo y ayuda para seguir adelante. Y pidámosle a Jehová que nos ayude a superar cualquier obstáculo (1 Juan 5:14).
8 La predicación nos ofrece la oportunidad de explicar nuestra esperanza y defenderla (1 Ped. 3:15). Gracias a ella, vemos mejor el contraste que existe entre quienes esperamos las bendiciones del Reino y quienes no tienen esperanza (Is. 65:13, 14). Sentimos la satisfacción de saber que obedecemos el mandato de Jesús de hacer brillar nuestra luz. Además, hasta puede que tengamos el privilegio de ayudar a alguien a conocer a Jehová y la verdad que lleva a la vida eterna (Mat. 5:16; Juan 17:3; 1 Tim. 4:16).
9 Se organizan reuniones para la predicación tanto entre semana como los fines de semana. Algunas congregaciones tienen salidas para predicar al atardecer, cuando es más probable encontrar a quienes no están en casa durante el día. Además, la gente suele estar más dispuesta a recibir visitas al final de la tarde que por la mañana.
BUSQUEMOS A QUIENES MEREZCAN EL MENSAJE
10 Jesús les mandó a sus discípulos que buscaran a quienes merecieran el mensaje (Mat. 10:11). Él mismo aprovechó toda ocasión que se le presentó para buscarlos, y no se limitó a predicar de casa en casa (Luc. 8:1; Juan 4:7-15). Los apóstoles también predicaron en toda circunstancia (Hech. 17:17; 28:16, 23, 30, 31).
Nuestro objetivo es llevar el mensaje del Reino al mayor número de personas posible
11 Nuestro objetivo es el mismo: llevar el mensaje del Reino al mayor número de personas posible. Para conseguirlo, debemos seguir los métodos que Jesús y sus apóstoles usaron y mantenernos al paso de los tiempos, adaptándonos a las circunstancias de la gente (1 Cor. 7:31). Por ejemplo, muchos publicadores han tenido buenos resultados al predicar en comercios y oficinas. En muchos países ha tenido éxito la predicación en los parques, las calles, los estacionamientos o cualquier otro lugar donde se pueda encontrar a la gente. Hay congregaciones que colocan mesas o exhibidores portátiles de publicaciones en su territorio. Las sucursales también pueden organizar la predicación pública en zonas muy transitadas de ciudades grandes, con la colaboración de hermanos de varias congregaciones. Gracias a todo esto, hemos podido hablar con personas a las que no se encuentra en casa.
12 Cuando encontramos en la predicación pública a alguien que muestra interés en el mensaje de la Biblia, podemos ofrecerle una publicación adecuada. A fin de fomentar su interés, podemos darle nuestros datos de contacto y quedar para hablar en otra ocasión, dirigirle a nuestro sitio de Internet jw.org o darle la dirección del lugar de reunión más cercano. Si participamos en la predicación pública, obtendremos mucha satisfacción.
13 La labor del cristiano no se limita a predicar las buenas noticias. Tenemos que visitar muchas veces a las personas que muestran interés. Solo así harán suya la verdad y progresarán hasta alcanzar la madurez cristiana.
LAS REVISITAS
14 Jesús les dijo a sus seguidores: “Serán mis testigos [...] hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Y también les mandó: “Así que vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones. [...] Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mat. 28:19, 20). Hacer revisitas puede ser muy agradable. Las personas que nos escucharon con gusto seguramente se alegrarán de vernos otra vez. Enseñarles más cosas de la Biblia fortalecerá su fe y las ayudará a darse cuenta de que tienen necesidades espirituales (Mat. 5:3). Si nos preparamos bien y volvemos a la hora que quedamos, es posible que la persona comience a estudiar la Biblia, lo que al final es nuestro objetivo. Así estaremos regando la semilla que hemos plantado (1 Cor. 3:6).
15 No todo el mundo encuentra fácil hacer revisitas. Hay hermanos a los que les gusta presentar las buenas noticias y que son muy hábiles haciéndolo, pero que se sienten incapaces de volver a visitar a una persona para hablar de la Biblia con más detalle. ¿Qué nos ayudará si nos pasa esto? Prepararnos bien nos permitirá tener más confianza. También es práctico utilizar las sugerencias que se dan en la reunión de entre semana. Además, podemos pedirle a un hermano con más experiencia que nos acompañe.
LOS CURSOS BÍBLICOS
16 El capítulo 8 de Hechos nos cuenta que, en una ocasión, Felipe le preguntó a un hombre de religión judía si realmente entendía lo que estaba leyendo en la Palabra de Dios. Él le contestó: “¿Y cómo voy a entenderlo sin alguien que me enseñe?”. Felipe entonces aprovechó para declararle “las buenas noticias acerca de Jesús” comenzando por el pasaje de las Escrituras que estaba leyendo (Hech. 8:26-36). No sabemos cuánto tiempo pasó Felipe con este hombre, pero sí sabemos que fue lo suficiente como para que creyera en Jesús, quisiera bautizarse y se hiciera discípulo.
17 Hoy muchas personas no conocen la Biblia, así que tal vez haga falta visitarlas repetidas veces y que la estudien a fondo durante semanas, meses o incluso un año o más para que lleguen a tener fe y puedan bautizarse. La paciencia y ayuda amorosa que brindamos a las personas sinceras que desean servir a Dios tiene su recompensa, como bien dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hech. 20:35).
18 ¿Cómo podemos ayudar a nuestros estudiantes a ser discípulos de Cristo? Usemos una de las publicaciones que se han preparado para dar clases de la Biblia, pongamos en práctica las sugerencias que se ofrecen en la reunión de entre semana y pidamos a hermanos que sean buenos maestros que nos acompañen.
19 Si necesitamos ayuda para iniciar y dirigir un curso de la Biblia, podemos pedírsela a un anciano o a un hermano que sea hábil en este campo. También nos darán ideas útiles las sugerencias de la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos, que se escenifican en dicha reunión. Y no nos olvidemos de contarle a Jehová nuestro deseo de encontrar a alguien a quien enseñarle las verdades de la Biblia (1 Juan 3:22). Por tanto, pongámonos la meta de dirigir por lo menos un curso bíblico además del que tenemos en casa con la familia. Esto hará que nos sintamos más felices en el ministerio.
CÓMO DIRIGIR A LOS ESTUDIANTES A LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ
20 Las personas a las que ayudamos a conocer a Jehová y a ser discípulos de Jesús llegan a formar parte de la congregación. Es muy importante ayudarlas a reconocer cuál es la organización de Jehová y enseñarles a cooperar con ella, porque de eso dependerá su progreso. Para ello contamos con algunos videos y con el folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días? También nos puede ser útil el capítulo 4 de este libro.
21 Desde las primeras visitas, enséñele al estudiante que Jehová tiene una organización y que la está usando para predicar el Reino en toda la Tierra. Destaque el valor de nuestras publicaciones bíblicas y explíquele que son voluntarios dedicados a Dios quienes las producen y distribuyen por todo el mundo. Cuéntele cómo son las reuniones, invítelo a acompañarlo y preséntele a los hermanos. El estudiante también tendrá la oportunidad de conocer a más hermanos en las asambleas. En todas estas ocasiones, podrá ver por sí mismo que el amor caracteriza al pueblo de Jehová (Juan 13:35). Mientras más aprecie la organización de Jehová, más cerca estará de él.
CÓMO USAR LAS PUBLICACIONES BÍBLICAS
22 Los cristianos del siglo primero proclamaron con entusiasmo las verdades que contiene la Palabra de Dios y animaron a la gente a leerla. Copiaban a mano las Escrituras para su uso personal y en la congregación. No tenían muchas copias, pero las valoraban mucho (Col. 4:16; 2 Tim. 2:15; 3:14-17; 4:13; 1 Ped. 1:1). Los testigos de Jehová usamos hoy avanzados métodos de impresión que nos permiten producir cientos de millones de biblias y publicaciones bíblicas (libros, revistas, folletos y hojas sueltas) en cientos de idiomas.
23 No dejemos de ofrecer en la predicación las publicaciones que nos proporciona la organización de Dios. Recordar el bien que nos ha hecho leer y estudiar nuestras publicaciones nos motivará a ofrecerlas (Heb. 13:15, 16).
24 Cada día más personas usan Internet para mantenerse informadas. Por eso, contamos con otro medio muy útil para llevar el mensaje del Reino a la gente: la página jw.org. Gracias a este sitio, la gente puede leer o escuchar la Biblia o nuestras publicaciones en cientos de idiomas desde cualquier lugar del mundo. Y quien no desea hablar con nosotros en persona o vive en un lugar donde no es fácil hablar con un Testigo puede informarse sobre nuestras creencias en la intimidad de su hogar.
25 No dejemos pasar la oportunidad de dar publicidad a nuestra página. Por ejemplo, si una persona nos pregunta algo sobre nuestras creencias, enseñémosle allí mismo la respuesta en un dispositivo móvil o una tableta. Si encontramos a alguien que habla otro idioma o se comunica mediante lenguaje de señas, mostrémosle cómo encontrar la Biblia y publicaciones en su idioma en jw.org. Además, muchos publicadores aprovechan los videos para iniciar conversaciones bíblicas.
LA PREDICACIÓN INFORMAL
26 Jesús afirmó que él era “la luz del mundo” (Juan 8:12). En una ocasión, les dijo a quienes lo escuchaban que ellos también eran la luz del mundo y añadió este mandato: “Hagan brillar su luz a la vista de la gente. Que vean sus buenas obras y así le den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:14-16). Cuando estos discípulos obedecieron los mandatos de Dios e imitaron a Jesús, dejaron resplandecer su luz. Los cristianos siguen el ejemplo de Jesús y hacen brillar “la luz de la vida” para beneficio de quienes los escuchan.
27 También el apóstol Pablo fue un buen ejemplo para nosotros (1 Cor. 4:16; 11:1). Todos los días que estuvo en Atenas, le predicó a la gente que estaba en la plaza de mercado (Hech. 17:17). Los cristianos filipenses hicieron como él. Por eso, Pablo les dijo que brillaban “como luces resplandecientes” en medio de “una generación retorcida y malvada” (Filip. 2:15). Hoy también podemos hacer que la luz del Reino brille siempre que se nos presente la oportunidad de predicar las buenas noticias. Y podemos hacerlo no solo hablando, sino también mediante nuestra buena conducta. Gracias a esta, las personas pueden ver que somos diferentes del mundo. Pero, gracias a la predicación, pueden entender por qué somos diferentes.
28 Hay muchas ocasiones en las que podemos aprovechar una conversación normal para predicar. Muchos siervos de Dios lo hacen en el trabajo, la escuela, el transporte público o al realizar las actividades cotidianas. En los viajes largos, también podemos encontrar ocasiones para hablar de nuestra esperanza. Por eso, preparémonos para predicar en cualquier momento oportuno.
29 ¿Qué nos motiva a hacerlo? Recordar que estamos alabando al Creador y honrando su nombre. Además, puede que ayudemos a alguien de buen corazón a que conozca a Jehová y llegue a ser su siervo, y que, gracias a su fe en Jesús, tenga la esperanza de vivir para siempre. Para Jehová, esta labor es servicio sagrado, y le gusta ver que nos esforzamos por cumplirla (Heb. 12:28; Apoc. 7:9, 10).
EL TERRITORIO
30 La voluntad de Jehová es que el mensaje del Reino llegue a las ciudades y las zonas rurales de todo el mundo. Siguiendo la dirección de Dios, los primeros cristianos predicaron de manera organizada (2 Cor. 10:13; Gál. 2:9). Igualmente, hoy día las sucursales asignan el territorio que deben predicar las congregaciones o los publicadores que sirven en lugares apartados (1 Cor. 14:40). Mantener un orden al asignar los territorios es muy importante, ya que en este tiempo del fin la obra crece rápidamente y queremos llegar al mayor número de personas posible.
31 Dentro de la congregación, es el superintendente de servicio el que se encarga de los territorios. Un siervo ministerial puede asignarlos. Hay dos tipos de territorio: de grupo y personales. Donde hay poco territorio, cada superintendente de grupo tiene los territorios en los que predicarán los publicadores de su grupo. Donde hay bastante, cada publicador puede obtener el suyo personal.
32 Tener un territorio personal les permite a los publicadores predicar cuando no hay una salida programada o cuando no es práctico encontrarse con el grupo. También les permite aprovechar al máximo el tiempo que dedican al ministerio. Por ejemplo, pueden predicar cerca de su lugar de trabajo a la hora del almuerzo. Y hay familias que solicitan un territorio que quede cerca de su casa donde ir a predicar algunas tardes. Si alguien desea tener un territorio personal, puede pedírselo al siervo de territorios. Como es natural, los territorios personales también pueden usarse para predicar en grupo.
33 La persona que pide el territorio hará lo posible por que se hable con alguien en todas las casas, preferiblemente en un plazo no mayor a cuatro meses. Todo lo que haga para cubrir el territorio debe estar de acuerdo con las leyes de protección de datos del país. Cuando el territorio se acabe, lo informará al siervo de territorios. Dependiendo de las circunstancias, quien pidió el territorio puede devolverlo o, si lo desea, predicar de nuevo en él.
34 Con la colaboración de todos, es posible predicar el territorio a conciencia. También se evita que diferentes grupos de publicadores visiten las casas de un territorio al mismo tiempo y molesten a las personas. Así se les muestra consideración a ellas y a los hermanos.
COLABOREMOS PARA PREDICAR A PERSONAS DE TODOS LOS IDIOMAS
35 Todo el mundo necesita conocer a Jehová, a su Hijo y el Reino (Apoc. 14:6, 7). Queremos que todas las personas, sin importar el idioma que hablen, lleguen a invocar a Jehová y vestirse de la nueva personalidad (Rom. 10:12, 13; Col. 3:10, 11). Como es natural, predicar en territorios donde se hablan varios idiomas presenta desafíos. ¿Cómo superarlos? ¿Cómo lograr que tantas personas como sea posible escuchen el mensaje del Reino en el idioma que entienden mejor? (Rom. 10:14).
36 La sucursal asigna los territorios por idioma. Por lo tanto, en lugares donde se hablan varios idiomas, diferentes congregaciones predican en el mismo sector. Lo mejor en esos casos es concentrarse en predicar a las personas que hablan el idioma de nuestra congregación. Lo mismo haremos durante las campañas anuales. Desde luego, cuando participemos en la predicación pública o informal, podemos ofrecer publicaciones en cualquier idioma.
37 Hay congregaciones de idiomas que no pueden predicar regularmente en los territorios más lejanos. En esos casos, los superintendentes de servicio de las congregaciones implicadas deberán organizar juntos un sistema que sea práctico y que permita que todo el mundo tenga la oportunidad de escuchar las buenas noticias sin que se visiten innecesariamente los mismos hogares varias veces (Prov. 15:22).
38 ¿Qué haremos si la persona que abre la puerta no habla nuestra lengua? No demos por hecho que la encontrará un publicador que hable su idioma. Podemos ofrecernos a conseguirle publicaciones en su idioma o mostrarle el sitio jw.org y enseñarle cómo leer o descargar publicaciones. Algunos publicadores han memorizado una presentación sencilla en una lengua que es común en su territorio.
39 Si una persona muestra verdadero interés, trataremos de encontrar a un publicador que hable una lengua que ella comprenda. También podemos indicarle el lugar más cercano donde se celebran reuniones en su idioma. Si desea que alguien que habla su idioma se ponga en contacto con ella, podemos explicarle cómo meter sus datos en jw.org. La sucursal se encargará de encontrar a un publicador, grupo o congregación que pueda ayudarla.
40 Somos responsables de visitar a la persona hasta que nos diga que alguien que habla su idioma se ha comunicado con ella. En algunos casos, la sucursal les dirá a los ancianos que no ha podido encontrar a nadie que hable esa lengua en particular. En esa situación, haremos lo posible para atender a la persona interesada y estudiar juntos la Biblia, quizás usando una publicación en su idioma. Si aprovechamos bien las fotos y los dibujos, y le pedimos que lea los textos, la persona aprenderá algunas ideas básicas de la Biblia. Puede que un miembro de la familia que hable ambos idiomas esté dispuesto a servirnos de intérprete.
41 Dirijamos a la persona a la organización de Dios invitándola a las reuniones, aunque tal vez no entienda todo lo que se diga en ellas. Ayudémosla a buscar los textos en una Biblia en su idioma. El simple hecho de reunirse con los hermanos contribuirá a su progreso espiritual.
42 Los pregrupos. Un pregrupo está formado por varios publicadores que predican en otro idioma aunque no haya un anciano o un siervo ministerial capacitados para dirigir una reunión semanal. La sucursal puede reconocer a una congregación como anfitriona de un pregrupo si se dan las siguientes condiciones:
1) Hay en la zona una población considerable de hablantes de un idioma distinto al de la congregación.
2) Al menos algunos publicadores conocen el idioma o están dispuestos a aprenderlo.
3) El cuerpo de ancianos está dispuesto a organizar la predicación en dicho idioma.
Si el cuerpo de ancianos desea ser anfitrión de un pregrupo, debe consultar con el superintendente de circuito. Quizás él sepa de otras congregaciones que estén tratando de predicar a las personas que hablan ese idioma y pueda ofrecer orientación respecto a qué congregación sería la más adecuada para albergar al pregrupo. Una vez seleccionada la congregación, los ancianos pueden enviar una carta a la sucursal para solicitar el reconocimiento formal como congregación anfitriona de un pregrupo.
43 Los grupos. La sucursal puede reconocer a una congregación como anfitriona de un grupo si se dan las siguientes condiciones:
1) Existe suficiente interés y hay potencial de aumento en el territorio de habla extranjera.
2) Hay al menos una pequeña cantidad de publicadores que hablan el idioma o lo están aprendiendo.
3) Hay por lo menos un siervo ministerial o un anciano capacitado que organice el grupo y dirija en ese idioma al menos una reunión a la semana (o una parte de ella, como el discurso público o el Estudio de La Atalaya).
Cuando estos requisitos se cumplen a un grado razonable, el cuerpo de ancianos envía una carta detallada a la sucursal para solicitar que se reconozca formalmente a la congregación como anfitriona del grupo. El anciano o el siervo ministerial encargado es el “superintendente de grupo” o el “siervo de grupo”, según sea el caso, y será responsable de atender las necesidades del mismo.
44 Una vez que se ha establecido el grupo, el cuerpo de ancianos de la congregación anfitriona decide qué otras partes de las reuniones hará el grupo y con qué frecuencia tendrá las reuniones durante el mes. También se pueden organizar salidas para predicar. Todos los integrantes del grupo sirven bajo la supervisión del cuerpo de ancianos de la congregación anfitriona. Estos atenderán las necesidades del grupo y les darán guía práctica y razonable a quienes lo componen. Durante su visita a la congregación anfitriona, el superintendente de circuito también saldrá a predicar con el grupo. Enviará a la sucursal un breve informe sobre su progreso y sus necesidades. Con el tiempo, muchos de estos grupos se convierten en congregaciones. Jehová se sentirá muy feliz si todos siguen su guía (1 Cor. 1:10; 3:5, 6).
LA PREDICACIÓN EN GRUPO
45 Los cristianos tienen la responsabilidad de predicar las buenas noticias. Hay muchas maneras de cumplir esa responsabilidad, pero ¿no es cierto que disfrutamos más cuando lo hacemos con otros hermanos? (Luc. 10:1). Con ese fin, las congregaciones organizan reuniones para salir a predicar tanto entre semana como los fines de semana. Los días festivos ofrecen a los hermanos que no tienen que trabajar una excelente oportunidad para predicar en grupo. El Comité de Servicio de la Congregación programa las salidas para predicar en lugares y horarios que les vengan bien a todos los publicadores, tanto por la mañana como por la tarde.
46 La predicación en grupo nos da la oportunidad de animarnos unos a otros (Rom. 1:12). A los nuevos les permite predicar con hermanos más experimentados y aprender de ellos. Aun si vamos a salir solos, estar presentes en la reunión para el servicio del campo será animador para todos. Saber que hay otros hermanos predicando en la misma zona nos dará más confianza. Además, en algunos lugares es mejor que dos o más publicadores salgan juntos por seguridad. Ni los precursores ni los publicadores deben sentirse obligados a apoyar todas las salidas para predicar que organiza la congregación, especialmente si se celebran a diario. Sin embargo, es posible que puedan apoyarlas por lo menos algunos días.
47 Todos tenemos la oportunidad de participar en la importantísima obra que iniciaron Jesús y los apóstoles. Estamos seguros de que Jehová nos bendecirá por predicar con entusiasmo las buenas noticias del Reino (Luc. 9:57-62).