CAPÍTULO 14
Conservemos la paz y la limpieza de la congregación
TODOS los años, miles de personas van a la casa de Jehová para adorarlo, como dice la profecía bíblica (Miq. 4:1, 2). Los recibimos en “la congregación de Dios” con los brazos abiertos (Hech. 20:28). Estas personas valoran mucho servir a Jehová con nosotros y estar en el paraíso espiritual, que es limpio y pacífico. El espíritu santo y los consejos de la Biblia nos ayudan a mantener la congregación limpia y en paz (Sal. 119:105; Zac. 4:6).
2 Cuando aplicamos los principios bíblicos, nos ponemos “la nueva personalidad” (Col. 3:10). Pasamos por alto los asuntos de poca importancia y las diferencias de opinión. Si vemos las cosas como Jehová las ve, superaremos las barreras que dividen a la gente y le serviremos como una familia internacional (Hech. 10:34, 35).
3 A pesar de todo, de vez en cuando pueden presentarse situaciones que roben la paz de la congregación y causen divisiones. ¿Por qué? Normalmente, porque no se siguen los principios bíblicos. Además, como todos somos imperfectos y pecadores, tenemos que luchar contra nuestras debilidades (1 Juan 1:10). Puede que sin querer digamos o hagamos algo que ofenda a alguien. O también puede suceder que nosotros tropecemos por culpa de otros. Hasta puede ocurrir que alguien dé un paso en falso que ponga en peligro la limpieza moral o espiritual de la congregación (Rom. 3:23). ¿Qué se puede hacer para corregir estos problemas?
4 Como Jehová nos quiere, ha tomado en cuenta todos estos factores. Nos dice en su Palabra qué hacer cuando hay problemas. Los ancianos también nos dan ayuda personal. Si seguimos los consejos bíblicos de estos pastores cariñosos, volveremos a tener una buena relación con nuestros hermanos y seguiremos siendo amigos de Jehová. Y podemos estar seguros de que la disciplina que recibimos cuando cometemos un error es una prueba del amor de Dios (Prov. 3:11, 12; Heb. 12:6).
LAS PEQUEÑAS DIFERENCIAS
5 A veces, los cristianos tienen roces o desacuerdos de poca importancia. Estos hay que resolverlos de inmediato con amor (Efes. 4:26; Filip. 2:2-4; Col. 3:12-14). El apóstol Pedro dijo: “Sientan amor intenso unos por otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”. Con toda probabilidad, veremos que este consejo ayuda a resolver los desacuerdos entre cristianos (1 Ped. 4:8). La Biblia dice que “todos tropezamos muchas veces” (Sant. 3:2). Si aplicamos lo que enseña la Regla de Oro —hacer por los demás todo lo que nos gustaría que hicieran por nosotros—, perdonaremos y olvidaremos las ofensas de poca importancia (Mat. 6:14, 15; 7:12).
6 Si creemos que dijimos o hicimos algo que ofendió a un hermano, demos el primer paso a fin de hacer las paces con él lo antes posible, porque también se podría dañar nuestra amistad con Jehová. Jesús dio el siguiente consejo a sus discípulos: “Por eso, si estás llevando tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete. Primero haz las paces con tu hermano, y luego vuelve y presenta tu ofrenda” (Mat. 5:23, 24). Tal vez haya sido un malentendido; así que hablemos de ello con el hermano. Los problemas surgen porque somos imperfectos, pero, si tenemos buena comunicación, será más fácil resolverlos y será menos probable que haya malentendidos.
LOS ANCIANOS DAN CONSEJOS BÍBLICOS
7 A veces, los ancianos ven necesario ayudar a alguien a cambiar su actitud, pero no siempre es fácil. Pablo escribió a los gálatas: “Hermanos, aun si un hombre da un paso en falso sin darse cuenta, ustedes, los que tienen las debidas cualidades espirituales, traten de corregir al hombre con espíritu apacible” (Gál. 6:1).
8 Los ancianos cuidan del rebaño y así lo protegen de muchos peligros espirituales y evitan que surjan problemas graves. Tratan de estar a la altura de la promesa que Jehová hizo mediante Isaías: “Cada uno de ellos será como un refugio contra el viento, un refugio contra la tormenta de lluvia, como corrientes de agua en una tierra árida, como la sombra de un peñasco inmenso en una tierra reseca” (Is. 32:2).
SEÑALAR A LOS INDISCIPLINADOS
9 El apóstol Pablo advirtió que algunos cristianos podrían ser una mala influencia en la congregación. Dijo: “Les damos instrucciones de que se aparten de todo hermano que se comporte de forma indisciplinada y no siga la tradición que ustedes recibieron de nosotros”. Y añadió: “Si alguno no obedece lo que decimos en esta carta, ustedes deben mantenerlo señalado y dejar de tener amistad con él, para que se avergüence. Sin embargo, no lo vean como un enemigo. Más bien, sigan aconsejándolo como a un hermano” (2 Tes. 3:6, 14, 15).
10 En ocasiones, una persona no comete un pecado por el que podría ser expulsada de la congregación, pero demuestra una total falta de respeto a las normas de Dios que deben seguir los cristianos. Tal vez sea alguien extremadamente perezoso, crítico o sucio, que se meta en lo que no le incumbe, que intente aprovecharse económicamente de los demás o que escoja entretenimiento claramente inapropiado (2 Tes. 3:11). Se trata de una conducta indisciplinada de tanta gravedad que puede manchar la reputación de la congregación y contagiarse a otros hermanos.
11 Lo primero que harán los ancianos es tratar de razonar con la persona indisciplinada usando la Biblia. No obstante, si rechaza la ayuda y sigue despreciando los principios bíblicos a pesar de los repetidos intentos de los ancianos por razonar con ella, estos pueden decidir que se dé un discurso de advertencia. Ejercerán buen juicio para determinar si la situación es lo suficientemente grave y escandalosa como para justificar que se presente ese discurso. El orador no dirá nombres; solo expondrá lo que dice la Biblia sobre la conducta indisciplinada. Quienes están al tanto de la situación evitarán el trato social con el indisciplinado, pero seguirán relacionándose con él en el contexto espiritual, “aconsejándolo como a un hermano”.
12 Si los que forman parte de la congregación obedecen lealmente estas instrucciones, es probable que la persona indisciplinada se sienta avergonzada por estar actuando mal y corrija su conducta. Cuando esté suficientemente claro que ha cambiado, ya no habrá que tratarla como señalada.
CÓMO SOLUCIONAR ALGUNOS PROBLEMAS GRAVES
13 No es lo mismo perdonar y olvidar que cerrar los ojos a la maldad y aprobarla. No todos los pecados son culpa de la imperfección, y no podemos pasar por alto las ofensas graves (Lev. 19:17; Sal. 141:5). En la Ley dada a Israel, se reconocía que algunos pecados eran más graves que otros. Los cristianos pensamos igual (1 Juan 5:16, 17).
14 Jesús dijo qué hacer para solucionar problemas graves entre cristianos. Estos son los pasos que hay que dar: “Si tu hermano comete un pecado contra ti, [1] vete a hablar con él a solas y hazle ver su falta. Si te escucha, habrás recuperado a tu hermano. Pero, si no escucha, [2] vuelve acompañado de una o dos personas más para que todo asunto pueda confirmarse con el testimonio de dos o tres testigos. Si no los escucha a ellos, [3] infórmaselo a la congregación. Y, si ni siquiera escucha a la congregación, entonces considéralo como alguien de las naciones y como un cobrador de impuestos” (Mat. 18:15-17).
15 Al tomar en cuenta la historia que Jesús contó después (Mat. 18:23-35), podemos llegar a la conclusión de que hablaba sobre problemas graves relacionados con el dinero y otros bienes materiales, como el fraude o no devolver un préstamo. El pecado también podría ser la calumnia, es decir, manchar seriamente la reputación de una persona.
16 Si tenemos pruebas de que un hermano ha cometido uno de estos pecados contra nosotros, no vayamos de inmediato a pedirles a los ancianos que intervengan. Hagamos lo que dijo Jesús: primero, hablemos con el hermano. Tratemos de resolver la situación entre los dos, sin meter a nadie más. Pero recordemos que Jesús no dijo que fuéramos solo una vez a hablar con nuestro hermano. Eso quiere decir que, si no reconoce su error y no pide perdón, podríamos tratar de hablar con él más adelante. Si de esa manera se resuelve el problema, el hermano agradecerá que no le hayamos contado a nadie lo que pasó y no hayamos manchado su reputación. Habremos recuperado a nuestro hermano.
17 No es necesario hacer nada más cuando el hermano acepta su responsabilidad, pide perdón y toma medidas para corregir el error. Una ofensa de esta clase, aunque es grave, puede resolverse entre las partes implicadas.
18 Quizás hablar a solas con el hermano no baste para que reconozca su error. Entonces, podemos dar el siguiente paso que recomendó Jesús: pedirles a una o dos personas que nos acompañen a hablar de nuevo con él. Su intención debe ser la misma que la nuestra: recuperar al hermano. Es preferible que hayan sido testigos del supuesto mal; pero, si no hubo testigos, podemos pedirles a una o dos personas que estén presentes en la conversación. Podrían tener experiencia en el tipo de problema que queremos resolver y así ayudar a determinar si el hermano cometió de verdad un error. Si se escoge a ancianos, hay que tener en cuenta que no representan a la congregación, pues no se trata de una asignación del cuerpo de ancianos.
19 Si no hemos podido resolver el problema a pesar de haberlo intentado una y otra vez (hablando a solas con el hermano y ante testigos) y nos parece que no podemos dejarlo pasar, debemos informárselo a los ancianos. Recordemos que una de sus responsabilidades es conservar la paz y la limpieza de la congregación. Una vez que hayamos hablado con ellos, dejemos el problema en sus manos y confiemos en Jehová. No permitamos jamás que la conducta de otro hermano nos haga tropezar o nos quite la felicidad de servir a nuestro Dios (Sal. 119:165).
20 Los ancianos, pastores del rebaño, investigarán el asunto. Si se demuestra que la persona ha pecado gravemente contra nosotros, no está arrepentida y no tiene intención de hacer lo posible por reparar el daño, tal vez un comité compuesto de ancianos decida expulsarla. Esto se hace para proteger a las ovejas y para que la congregación esté limpia (Mat. 18:17).
CÓMO SE TRATAN LOS PECADOS GRAVES
21 Algunos pecados graves, como el adulterio, la homosexualidad o la apostasía, exigen más que simplemente el perdón de una posible víctima (1 Cor. 6:9, 10; Gál. 5:19-21). Estos pecados amenazan la limpieza moral y espiritual de la congregación, y deben informarse a los ancianos (1 Cor. 5:6; Sant. 5:14, 15). En ocasiones, un pecador confiesa su falta a un anciano. En otras, alguien informa de que se ha cometido un pecado (Lev. 5:1; Sant. 5:16). Sea cual sea el medio por el que se enteren los ancianos de un pecado cometido por un Testigo bautizado de la congregación, dos de ellos harán una investigación inicial. Si el informe tiene base y existen pruebas de que se ha cometido un pecado grave, el cuerpo de ancianos formará un comité judicial compuesto de por lo menos tres ancianos.
22 Los ancianos se preocupan del rebaño y tratan de que no sufra daño espiritual. Usan la Palabra de Dios para corregir a los que cometen errores y ayudarlos a recuperarse espiritualmente (Jud. 21-23). Al hacerlo, siguen las instrucciones que Pablo le dio a Timoteo: “Ante Dios y Cristo Jesús, que juzgará a los vivos y a los muertos, [...] te ordeno solemnemente lo siguiente: [...] censura, reprende y aconseja seriamente, con mucha paciencia y arte de enseñar” (2 Tim. 4:1, 2). Todo esto les consume mucho tiempo a los ancianos, pero es parte de su duro trabajo. Los hermanos agradecen su esfuerzo y los consideran “dignos de doble honra” (1 Tim. 5:17).
23 Aun si se demuestra que alguien es culpable, el objetivo principal de los ancianos es que recupere la salud espiritual. Si está arrepentido de verdad y por tanto pueden ayudarlo, lo censurarán. Pueden hacerlo en privado o delante de los que hayan dado su testimonio en la audiencia judicial. La censura sirve de disciplina al pecador y de advertencia a “los presentes” (2 Sam. 12:13; 1 Tim. 5:20). Siempre que hay censura judicial, se imponen restricciones para ayudar al hermano a enderezar su vida (Heb. 12:13). Según vaya mejorando su salud espiritual, estas se irán eliminando.
EL ANUNCIO DE LA CENSURA
24 En caso de que el comité judicial considere que la congregación debe tener cuidado con la persona que ha pecado, aunque se haya arrepentido, o crea que lo ocurrido probablemente se va a conocer en la congregación o en la comunidad, se hará este breve anuncio en la reunión Vida y Ministerio: “El(La) hermano(a) [nombre] ha sido censurado(a)”.
CUANDO SE DECIDE EXPULSAR
25 En algunas ocasiones, el pecador endurece su actitud, rechaza la ayuda que se le ofrece y no abandona su mala conducta. También puede ser que los ancianos no vean durante la audiencia judicial suficientes obras que demuestren su arrepentimiento (Hech. 26:20). ¿Qué se hace entonces? Es necesario expulsarlo para impedir que siga relacionándose con los siervos limpios de Jehová. Al eliminar esta mala influencia, se protege el buen nombre de la congregación y se preserva su limpieza moral y espiritual (Deut. 21:20, 21; 22:23, 24). Cuando Pablo supo de la mala conducta de un cristiano de la congregación de Corinto, les dijo a los ancianos: “Entreguen a ese hombre a Satanás [...], de modo que el espíritu [de la congregación] sea salvado” (1 Cor. 5:5, 11-13). Pablo también habló de otros cristianos que se habían vuelto en contra de la verdad y habían sido expulsados (1 Tim. 1:20).
26 Cuando el comité judicial decide expulsar a un pecador que no se ha arrepentido, debe indicarle claramente los motivos bíblicos de dicha decisión. Entonces le dirán que, si cree que se ha cometido un grave error de juicio y desea apelar la decisión, debe indicar claramente en una carta por qué piensa así. Tiene un plazo de siete días a partir del momento en que el comité le notifica su decisión. Cuando el comité reciba la carta de apelación, los ancianos se comunicarán con el superintendente de circuito. Él escogerá a ancianos capacitados para que formen el comité de apelación que celebrará la nueva audiencia. Estos harán todo lo posible para que no pasen más de siete días entre el momento en que se recibe la carta y la audiencia de apelación. En estos casos se pospone el anuncio de la expulsión. Mientras tanto, el hermano no podrá comentar ni orar en las reuniones ni atender privilegios de servicio especiales.
27 La apelación es una muestra de consideración hacia el hermano y una oportunidad para que exprese qué le preocupa. Si decide no presentarse a la audiencia después de que el comité haya intentado comunicarse con él en varias ocasiones, se anunciará la expulsión.
28 Si la persona no quiere apelar, los ancianos del comité judicial le indicarán la importancia de arrepentirse y los pasos que debe dar para que con el tiempo sea readmitida. Al darle esta ayuda, le demuestran su amor, y lo hacen con la esperanza de que cambie su manera de actuar y regrese a la organización de Dios (2 Cor. 2:6, 7).
EL ANUNCIO DE LA EXPULSIÓN
29 Cuando hay que expulsar a un pecador que no se ha arrepentido, se hace este breve anuncio: “[Nombre] ya no es testigo de Jehová”. Con este anuncio, la congregación sabrá que debe dejar de relacionarse con él (1 Cor. 5:11).
LA DESASOCIACIÓN
30 Llamamos desasociación a la acción que toma un Testigo bautizado de la congregación que renuncia a ser cristiano. Puede hacerlo expresando que ya no quiere que se le conozca como testigo de Jehová o mediante sus acciones, como por ejemplo, unirse a una organización que tiene objetivos contrarios a la Biblia y que por lo tanto está condenada por Dios (Is. 2:4; Apoc. 19:17-21).
31 El apóstol Juan escribió estas palabras sobre los que habían renunciado a la fe cristiana: “Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; porque, si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros” (1 Juan 2:19).
32 No es lo mismo renunciar a ser cristiano que ser inactivo. El inactivo es quien ha dejado de predicar. Los problemas personales, la persecución o descuidar el estudio de la Biblia pueden hacer que una persona pierda el entusiasmo en el servicio a Dios y se haga inactiva. Tanto los ancianos como los demás hermanos seguirán dando ayuda espiritual a los cristianos inactivos (Rom. 15:1; 1 Tes. 5:14; Heb. 12:12).
33 Cuando alguien renuncia a ser cristiano, se hace este breve anuncio a la congregación: “[Nombre] ya no es testigo de Jehová”. Se le tratará igual que a un expulsado.
LA READMISIÓN
34 Se puede readmitir a quien ha sido expulsado o se ha desasociado de la congregación cuando dé prueba clara de su arrepentimiento y demuestre durante un periodo razonable que ha abandonado el pecado y que desea ser amigo de Dios. Los ancianos dejarán pasar tiempo suficiente —muchos meses, un año o incluso más, dependiendo de las circunstancias— para que la persona demuestre que su arrepentimiento es sincero. Cuando el cuerpo de ancianos recibe una carta en la que la persona solicita su readmisión, el comité de readmisión hablará con ella. El comité evaluará si hay suficientes pruebas de que está arrepentida y decidirá si se la readmite (Hech. 26:20).
35 Si a la persona que pide la readmisión se la expulsó en otra congregación, se formará un comité local de readmisión que se reunirá con ella y analizará su petición. Si los ancianos que forman dicho comité creen que se debe readmitir a la persona, enviarán su recomendación al cuerpo de ancianos de la congregación que atendió el asunto originalmente. Ambos comités colaborarán para que se tengan en cuenta todos los factores y se tome una decisión justa. Pero la decisión de readmitir al expulsado la toma el comité de readmisión de la congregación que trató el asunto originalmente.
EL ANUNCIO DE LA READMISIÓN
36 Cuando el comité de readmisión está convencido de que el expulsado o el desasociado está de verdad arrepentido y decide readmitirlo, se hace un anuncio en la congregación que trató el asunto originalmente. Si la persona asiste a otra congregación, también allí se hace el anuncio. Se dirá simplemente: “[Nombre] ha sido readmitido(a) como testigo de Jehová”.
CASOS DE MENORES BAUTIZADOS
37 Debe informarse a los ancianos cuando un menor bautizado comete un pecado grave. Es preferible que los padres bautizados del menor estén presentes cuando los ancianos se reúnan con él. Los padres no tratarán de protegerlo de la disciplina; más bien, colaborarán con el comité judicial. El objetivo principal de estos ancianos es corregir al menor y ayudarlo a recuperarse espiritualmente, igual que harían con un adulto. En caso de que el menor no se arrepienta, tendrá que ser expulsado.
CASOS DE PUBLICADORES NO BAUTIZADOS
38 A un publicador no bautizado no se le puede expulsar. Entonces, ¿qué se hace si comete un pecado grave? En principio, los ancianos le darán consejo con cariño para que haga “rectos los caminos para sus pies”, pues tal vez no comprende bien las normas bíblicas (Heb. 12:13).
39 Si no se ha arrepentido después de que dos ancianos hayan tratado de ayudarlo, es necesario informar a la congregación. Se hace el siguiente anuncio breve: “[Nombre] ya no es publicador(a) no bautizado(a)”. La congregación lo considerará entonces como alguien del mundo. Aunque no se le ha expulsado, los cristianos serán prudentes en su trato con él (1 Cor. 15:33). No se aceptarán sus informes de predicación.
40 Puede que después de un tiempo quien fue publicador no bautizado desee volver a serlo. En ese caso, dos ancianos se reunirán con él y evaluarán su progreso espiritual. Si llena los requisitos, se hará este breve anuncio a la congregación: “[Nombre] vuelve a ser publicador(a) no bautizado(a)”.
JEHOVÁ BENDICE LA PAZ Y LA LIMPIEZA DE LA CONGREGACIÓN
41 Todos los que formamos parte de la congregación de Dios tenemos el placer de vivir en el próspero paraíso espiritual que Jehová nos ha dado. En él disfrutamos de mucho alimento espiritual y de las aguas refrescantes de la verdad. Además, Dios nos cuida mediante su organización, que dirige Cristo (Sal. 23; Is. 32:1, 2). En estos tiempos difíciles, ¿verdad que nos sentimos seguros en este paraíso espiritual?
La luz de la verdad del Reino seguirá brillando si conservamos la paz y la limpieza de la congregación
42 La luz de la verdad del Reino seguirá brillando si conservamos la paz y la limpieza de la congregación. Así, con la ayuda de Jehová, más y más personas lo conocerán y le servirán junto con su pueblo (Mat. 5:16; Sant. 3:18).