Nota
a Muchos judíos menospreciaban a los curtidores porque trabajaban con pieles y cadáveres de animales y con materiales repugnantes. De hecho, se los consideraba indignos de presentarse en el templo, y su taller tenía que estar a más de 50 codos (algo más de 20 metros o 70 pies) de cualquier población. Esta puede ser una de las razones por las que la casa de Simón estaba “junto al mar” (Hech. 10:6).