Nota
b La Biblia enseña que no basta solo con tener la conciencia tranquila. Por ejemplo, Pablo afirmó: “No tengo conciencia de nada contra mí mismo. Sin embargo, no por esto quedo probado justo, sino que el que me examina es Jehová” (1 Corintios 4:4). Así que lo más importante no es que nosotros creamos que tenemos la conciencia limpia. Algunas personas persiguen a los cristianos —como el propio Pablo en su día— y, sin embargo, tienen la conciencia tranquila, pues piensan que están haciendo la voluntad de Dios. Por eso, lo esencial es tener una conciencia limpia a los ojos de Dios (Hechos 23:1; 2 Timoteo 1:3).