Jesús calma la tormenta
Mientras los discípulos y Jesús atraviesan el mar de Galilea en una barca, una feroz tempestad de viento azota la embarcación y deja a los hombres empapados. Están aterrorizados al ver que están a punto de morir ahogados, y gritan por ayuda. Jesús, que está durmiendo, despierta y ordena al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. Al instante, la tormenta se calma y todo queda completamente tranquilo (Mr 4:35-41). Este milagro muestra que, cuando Jesús gobierne la tierra, ni él ni su Padre permitirán que fenómenos climáticos adversos hagan ningún daño a los súbditos del Reino de Dios (Ap 21:4). Marcos no estuvo presente en esta ocasión, pero puso por escrito los acontecimientos en el estilo ágil y lleno de acción característico de su Evangelio. Su viva descripción y los detalles que menciona hacen pensar que quizá obtuvo la información de alguien que sí estaba en la barca, posiblemente Pedro.
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