Dame un apretón de manos
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Alemania Occidental
PARA el observador tal parece que algunas personas simplemente disfrutan o medran en darse apretones de manos. Lo hacen al encontrarse por primera vez durante el día, aun con viejos conocidos, y lo vuelven a hacer al partir. Este procedimiento hasta puede repetirse varias veces en un día si estos conocidos llegan a cruzarse a menudo en sus caminos. En países donde esto es lo acostumbrado es posible que se considere como un insulto el pasar por alto este saludo manual.
Pero no todo el mundo está entusiasmado en cuanto a ello. Algunos dicen: “¡Es demasiado rígido y formal!” “¿Por qué no puede una persona sencillamente ser natural?” “¡No es práctico!” “¡Además, yo pienso que debe ser insalubre el esparcir todos esos gérmenes con un contacto tan estrecho!”
Las actitudes y las costumbres difieren, ¿no es cierto? Hay otras personas que preferirían besarse o abrazarse o frotar sus narices, o un sencillo ademán de inclinarse. En tanto que estas costumbres de saludar no vayan en contra de sus principios de conciencia, ¿por qué no ser adaptable al estar en el país de otro, sin pasar por alto su modo de vivir, esperando que él cambie al modo de vivir de usted? ¡Cualquiera que sea el modo de saludar, nos emociona cuando percibimos que es cordial y sincero!
Hay algunos aspectos muy interesantes en el asunto de darse un apretón de manos. Hasta en la Biblia se menciona como algo que los israelitas conocían, aunque no como una forma de saludo. La gente del Oriente Medio debido a sus pocas inhibiciones tiene maneras mucho más emotivas de expresar su gozo al encontrarse y su pena al partir, que por el más bien conservativo apretón de manos. En los tiempos bíblicos, el apretón de manos o el estrechar las manos eran ademanes que se empleaban para expresar acuerdo, ratificación o confirmación de un contrato o trato. (Esd. 10:19) Este ademán no es desconocido en el presente, pues aun tenía valor legal en los días de nuestros tatarabuelos. Los antiguos pueblos germánicos también lo emplearon para hacer acuerdos. La Biblia nos advierte en contra del dar un apretón de manos para salir fiador de un préstamo por otra persona.—Pro. 6:1-3; 22:26.
Aunque algunos dicen que los romanos fueron los primeros que comenzaron a usar el apretón de manos como un saludo, es evidente que fue durante la edad media que el apretón de manos llegó a ser una costumbre general en Europa. El presentar la mano de cierta manera predeterminada también servía como una forma de identificación para indicar que uno pertenecía a algún grupo o cofradía en particular. Una semejante señal permanece en uso aun hasta este día.
Y ahora, ¿le gustaría conocer a algunos estrechadores de manos típicos de nuestro día? Cada uno tiene su apretón característico. El primero que encontramos ansiosamente abrazará su mansamente extendida mano con un apretón crujidor. Ahora usted teme mover su mano por temor de que todos los huesos estén rotos y si lleva un anillo tendrá magulladuras por varios días.
Pero no todos están tan llenos de vitalidad. Por ejemplo, tome a nuestro próximo amigo. La frialdad y humedad que usted siente al apretar su fláccida mano que sin ganas cuelga, lo hará mirar sorprendido para asegurarse de que no es un perro que ha agarrado. Nuestro tercer amigo es más animoso, y su apretón, o “bombeo” está dispuesto a prolongarse por un tiempo.
Por supuesto, hay otros que emplean el sistema de a la buena de Dios. Tal parece que uno nunca puede llegar a verdaderamente apretarles la mano, pues descubre que la mano de ellos se resbala pasando por su pulgar y deslizándose hacia arriba por su brazo. Y tal vez usted se ha encontrado con el tipo de “me importa un rebaño” quien, mientras le extiende la mano, da vuelta a la cabeza apresuradamente mirando alguna otra cosa, así es que aunque las manos se encuentran no hay encuentro de los ojos.
Por último está el más grande apoyador de la tradición del apretón de manos. Si tiene sus manos demasiado llenas u ocupadas para hacerlo apropiadamente, entonces él le ofrecerá el dedo meñique o el codo en nombre de la tradición.
¿Cuál fue su impresión de los que le acabamos de presentar? Algunos muestran una definida conciencia de la impresión que están haciendo por la manera precisa y deliberada con que presionan su mano dentro de la de ellos. Tratan de demostrar firmeza junto con gracia y dan un pequeño retorcijón extra como prueba de una afectuosa y fuerte personalidad. Sí, un apretón de manos dice muchas cosas acerca de las características de uno.
Aunque no está limitado por reglas, a continuación presentamos unas pocas situaciones en las que la razón debería ser la regla. Tal vez el que no está acostumbrado a dar apretones de manos esté justificado en pensar que el hábito no es práctico cuando, después de entrar a una habitación en una reunión, tiene que volver a pasar por el ritual del apretón de manos cada vez que una nueva persona entra en la habitación. Si llega tarde a una reunión, o consideración que ya está en marcha, sería considerado el tomar asiento calladamente sin sentir la necesidad de interrumpir para apretar la mano de cada uno. Uno pudiera pensar que es rudo pasar por alto a alguien con esta formal bienvenida de apretar las manos, pero podría ser más respetuoso y considerado el esperar el momento natural y conveniente de expresar la alegría al ver a los amigos. ¿Y ha considerado usted qué poco deseable lo puede parecer a algunos si se les obliga a apretar una o más manos sin lavar durante una comida?
Si usted es un ahorrador de tiempo es posible que lo que le molesta de este acto social es su frecuencia, más bien que el acto en sí. Tome, como ejemplo, a los alemanes, cuya costumbre de apretar las manos se tiene en mucha estima, pero que ahora están comenzando a preguntarse si el saludar a la misma persona una docena de veces al día por medio de darle la mano, no será exagerar el asunto.
La revista Time (del 17 de febrero de 1967) hizo esta observación: “Algunos gerentes de personal alemanes calculan que sus empleados gastan un mínimo de 20 minutos por día en el trabajo a dar apretones de manos.” El Comité Alemán de Expertos sobre las Buenas Costumbres se ha expresado de esta manera: “El ser exagerado en dar apretones de manos no es apreciado y de hecho hace más difícil de lograr el contacto personal. Basta con dar un apretón de manos la primera vez que usted se encuentra con la persona.”
Por eso, al tratar de ser razonable en cuanto al uso normal del apretón de manos, la sugerencia más simple a recordar sería: Muestre sincero afecto acoplado con discernimiento. Entonces no tendremos dificultad en ser naturales, en vez de ciegamente seguir la tradición.
Es hora de decir adiós. Pero, ¿dice usted que no lo quiere hacer con un golpecito en la espalda o con un beso o con un abrazo? Muy bien, entonces, ¡déme un apretón de manos!