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¡Despertad! 1981
g81 22/1 págs. 8-9

Hallaron más tiempo

HAY personas que están convencidas de que, como lo dice la Biblia, ‘su vida no resulta de las cosas que poseen.’ (Luc. 12:15) Muchas de estas personas han aprendido por experiencia que la vida cotidiana se les hace más agradable y más satisfaciente si pueden dedicar menos tiempo a ganar dinero y más a su familia y a actividades de valor espiritual.

Carlos era profesor de escuela. Había enseñado historia estadounidense por años, pero su empleo estaba empezando a afectarle los nervios, pues parecía que con cada nuevo año escolar llegaba una clase más indomable que la anterior. Además, él quería poder pasar más tiempo con su esposa, su hijo y su madre anciana, así como participar en otras actividades. ¿Qué decidió hacer? Dejó de enseñar y consiguió empleo como conductor de un autobús de escuela a fin de poder tener el horario que quería. Tuvo que hacer ajustes, pero consideró que el tiempo que había ganado bien valía lo que los ajustes le habían costado.

Samuel era un sobresaliente trabajador en un taller de especialidades de imprenta en la ciudad de Chicago, Illinois. Su jefe le ofreció el puesto de supervisor del taller, pero Samuel no lo aceptó, a pesar del aumento en salario. Él sabía que, si recibía mayores responsabilidades, inevitablemente tendría que trabajar horas extras, y esto le dejaría menos tiempo para estar con su familia y en otras actividades. Porque rechazó el puesto de supervisor del taller, Samuel estuvo disponible cuando se presentó la oportunidad de efectuar otro trabajo dentro de la compañía, uno que le permite organizar su propio horario.

Guillermo es electricista en la ciudad de Greensboro, en Carolina del Norte. Él está constantemente bajo la tentación de ensanchar su negocio; está llevando a cabo lo que él llama una “lucha continua por mantener pequeño el negocio.” A él le gusta ser dueño de su propio tiempo, tener relativamente pocos dolores de cabeza y un mínimo de papeleo. Más bien que endeudarse comprando una casa grande, Guillermo empezó por comprar una modesta casa remolque, y con el transcurso de los años fue ampliándola por medio de demoler paredes, de modo que gradualmente transformó su casa remolque en un bello hogar. “Nunca tuve que tomar muchísimo dinero prestado para construir la casa de esta manera,” dijo, “y a la vez tenía un pasatiempo. Siempre estuve aprendiendo algo al trabajar en la casa. Nunca tuve que abandonar a mi familia. En vez de eso, el trabajar todos en la construcción de la casa ayudó a estrecharnos.”

Miguel tiene un negocio de atender y diseñar jardines en el estado de Washington, D.C. “Tengo que renunciar a mucha clientela,” admite él. Pero agrega: “Me parece que vale la pena. Es de gran valor para mí la tranquilidad mental. Este es el tipo de negocio en el cual uno fácilmente podría trabajar siete días a la semana. No hay escasez de trabajo. Sin embargo, yo por lo general trabajo unos tres días a la semana, y eso nos permite, a mi esposa y a mí, pasar mucho más tiempo juntos, haciendo cosas que consideramos importantes.”

En el Japón, un joven se casó con la hija de su jefe, y se le estuvo preparando para que se encargara del negocio de la familia, un establecimiento que daba empleo a 300 personas. Después de considerar lo que tal puesto le costaría en términos de su vida familiar y religiosa, el joven rechazó la oferta de un puesto administrativo y pidió continuar trabajando simplemente como empleado de la compañía. Esto le permite más tiempo para los asuntos que él considera verdaderamente importantes.

Estos son solamente unos cuantos ejemplos de personas que han llegado a la conclusión de que, para su propia salud, para el bien de su familia, y para poder ayudar a otras personas a aprender lo que la Biblia dice en cuanto al verdadero propósito de la vida, el tiempo es de mayor importancia que el dinero, que una carrera prominente, o que las posesiones materiales. A ninguna de estas personas le pesa la decisión que han tomado.

Las estadísticas indican que, aun en medio de las condiciones presentes, personas como éstas viven más tiempo, y ellas mismas dan a conocer que están llevando vidas más felices que antes. Como lo expresó en una ocasión el sabio rey Salomón: “La sabiduría es para una protección lo mismo que el dinero es para una protección; pero la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños.”—Ecl. 7:12.

¿Por cuánto tiempo puede la sabiduría preservarle la vida a usted? ¡Por más tiempo de lo que usted tal vez se imagina!

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