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  • g83 22/6 págs. 11-12
  • ¡Puede dejarlos ir y todavía ser feliz!

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  • ¡Puede dejarlos ir y todavía ser feliz!
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¡Despertad! 1983
g83 22/6 págs. 11-12

¡Puede dejarlos ir y todavía ser feliz!

HEMOS aprendido que no se puede controlar tan fácilmente el impulso de seguir cuidando de los hijos adultos. El dejarlos ir puede resultar difícil. Puede envolver el que usted contenga el aliento (y se muerda la lengua) cuando sus hijos se lancen a la vida. Tiene que desechar el concepto que usted tiene de ellos como niñitos encantadores, y aceptarlos como adultos. Es necesario que los deje tomar sus propias decisiones y cometer sus propios errores, mientras les hace saber que pueden contar con usted si lo necesitan.

Usted sigue siendo padre o madre, y nunca deja de querer a sus hijos ni de preocuparse por ellos. Pero el reconocer la independencia de ellos y el conocimiento de que usted los ha educado y ha inculcado en ellos valores morales debería templar su preocupación. ¡Puede tener la seguridad de que ellos tendrán éxito en la vida!

Así que no debe asustarse ante el espectro del nido vacío. El dejar ir a sus hijos simplemente crea nuevas perspectivas, nuevas oportunidades, incluso la oportunidad de revigorizar su matrimonio. La casa parecerá estar vacía por un tiempo. Después de haber dedicado muchos años al cuidado de la familia, usted tendrá que hacer algunos ajustes.

Pero la vida no ha terminado. Usted simplemente ha vuelto al punto de partida. Al principio estaban usted y su cónyuge solos. Luego vinieron los hijos rápidamente uno tras otro. Los años pasaron muy rápido, muchísimo más rápido de lo que usted se hubiera imaginado. Y ahora, uno a uno, los jovencitos han crecido y se han ido. Usted ha vuelto al mismo lugar donde empezó: a solas con quien prometió pasar el resto de su vida. Pero su cónyuge estaba presente antes de que siquiera se concibieran los hijos, y usted debería seguir teniéndole mucho cariño.

Vuelva a familiarizarse con su cónyuge. Sí, “usted puede simplemente acercarse a su esposa y besarla junto al fregadero en cualquier momento”, dice un padre, algo “que quizás no podía hacer cuando los muchachos estaban en casa”. Ahora ustedes tienen más tiempo para hablar, viajar y disfrutar uno del otro. Hasta pudieran ensanchar su servicio a Dios.

Ni siquiera el padre o la madre que haya enviudado o viva a solas sin cónyuge debe permitir que la soledad le abrume. “¡Ocúpese en ayudar a otras personas!”, insta Carmen. “Pudiera sentarme en un rincón a llorar por la muerte de mi esposo —dice ella— pero he aprendido a mantenerme ocupada. Espero con placer la oportunidad de tener invitados en casa y animar a otras personas.”

‘¡Pero temo que mis hijos me olviden!’, tal vez exclame usted. No hay por qué sentirse así. Solos y luchando por ganarse la vida, a menudo sus hijos pensarán en el hogar y el cálido afecto que allí se les mostró. Harán llamadas telefónicas de vez en cuando y le harán saber cómo les va. Hasta pudieran pedirle su sabio consejo. Y una que otra vez, vendrán de visita; no tan a menudo como usted quisiera, pero con suficiente frecuencia como para probar que todavía le aman.

Porque usted ha amado a sus hijos lo suficiente como para dejarlos ir, no los ha perdido realmente. La llama de amor que usted encendió en el corazón de ellos no se apagará... a menos que usted la apague. El amor altruista es inquebrantable y crece, prescindiendo de la distancia. “El amor nunca falla.” (1 Corintios 13:8.)

Un hijo agradecido, que estaba lejos de casa y a punto de casarse, aseguró lo siguiente a sus padres: “Quiero que sepan que los amo muchísimo y los echo de menos. Pero la Biblia dice que el hombre dejará a su padre y a su madre. Voy a hacer aquí todo lo posible por poner en alto el nombre de la familia y darlo a respetar. Cuando Kelly y yo seamos uno, iremos a visitarlos con regularidad”. Y así es como debe ser.

[Ilustración en la página 11]

Usen las visitas como ocasiones para mostrarse amor unos a otros

[Ilustración en la página 12]

Vuelva a familiarizarse con su cónyuge, ahora que disponen de más tiempo para estar a solas

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