¿Adónde han ido todos los cuagas?
MIRE bien al cuaga (Equus quagga) para que su vista no le engañe. De frente podría confundirse con una cebra. Por detrás parece un caballo. De lado quizás no pueda distinguir si se trata de una cebra o de un caballo, pero nadie lo culpará, pues ese era el aspecto de los cuagas.
Lamentablemente, sus posibilidades de ver un cuaga terminaron en un parque zoológico de Amsterdam el 12 de agosto de 1883, fecha en que murió la última de esas exóticas criaturas. Todo lo que nos queda en la actualidad son veintitrés especímenes disecados, siete esqueletos y algunos grabados, como el que puede observarse aquí.
¡Qué tragedia! Hubo un tiempo en que por el sur de África retozaban grandes rebaños de cuagas. Cuando las primeras tribus de aborígenes y hotentotes del sur de África oyeron el cascado ladrido de los cuagas, les pareció tan gracioso que el nombre que les pusieron no era más que la onomatopeya de su voz: “cuaga, cuaga”. Sin embargo, por desgracia, las retumbantes detonaciones producidas por los rifles de los cazadores durante el siglo XIX aseguraban que el cuaga se uniría a las silenciosas filas de los animales extintos.
Sin embargo, según el señor Reinhold Rau, jefe de la sección de taxidermia del Museo de Sudáfrica, en Ciudad del Cabo, no está todo perdido. ¿En qué basa su afirmación? Cuando expertos examinaron el ADN (ácido desoxirribonucleico) de la sangre y el tejido muscular secos de cuagas disecados, descubrieron que el cuaga no era más que una subespecie de la cebra común, propia de los llanos de África. Esto significa que existe una gran posibilidad de hacer que mediante la cría selectiva se manifiesten los genes de cuaga latentes en dichas cebras, de las que todavía hay muchas.
Y eso es exactamente lo que está investigando el señor Rau en colaboración con la Comisión para la Cría Experimental del Cuaga. Seleccionaron cebras de la provincia sudafricana de Natal y de la reserva de caza de Etosha, en Namibia, que tuvieran pocas rayas en las patas traseras y en la grupa, y las cruzaron. Los potros que han nacido dejan ver resultados prometedores.
Tristemente, hay muchas especies que no tienen semejante posibilidad de recuperación. Las predicciones escalofriantes indican la posibilidad de que para el año 2000 se hayan extinguido entre el 15 y el 20% de todas las especies vivas de la Tierra. Esta trágica reducción en la diversidad de especies vivas se debe en gran parte a la mano destructiva del hombre. Por consiguiente, el programa de recuperación del cuaga es como clamar en el desierto.
Pero existe una promesa tranquilizadora y alentadora. En una profecía recogida en Revelación, el último libro de la Biblia, el Creador de los millones de especies —se calcula que hay decenas de millones— que viven en la Tierra promete “causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.) Desaparecidas tales fuerzas destructivas, los humanos fieles podrán desempeñar adecuadamente su papel de cuidadores del planeta Tierra. (Génesis 1:28; Isaías 11:6-9.)
[Reconocimiento en la página 24]
Por cortesía del Africana Museum de Johannesburgo