ALCAPARRA, BAYA DE LA
(heb. ’avi·yoh·náh).
Algunas traducciones de Eclesiastés 12:5 vierten este término hebreo como “ganas” o “apetito” y por lo tanto construyen el pasaje de manera que lea: “Las ganas se acabarán” (Mod), o: “Se perderá el apetito” (Val 1960). Sin embargo, muchos otros traductores (TA; BJ; BC; NM; NC) consideran que esta es una de las varias metáforas usadas por el escritor de Eclesiastés en su descripción de la vejez humana, y que ’avi·yoh·náh se refiere a la baya de la alcaparra (que estimula las ganas de comer o el apetito). Este último punto de vista encuentra apoyo en las siguientes versiones: LXX, Vg, Sy, así como en ciertas traducciones árabes.
La alcaparra (Capparis spinosa) puede alcanzar una altura de 1 m. pero por lo general es una mata tendida que se extiende sobre el suelo de manera semejante a la vid. Abunda en toda la región de Palestina, y suele crecer en las hendiduras de las rocas o por los muros o las ruinas, de manera muy parecida a como lo hace la hiedra. Sus espinosas ramas tienen hojas ovaladas de color verde intenso. La alcaparra florece en mayo con grandes flores blancas, de cuyo centro salen filamentos morados con la punta amarilla.
Aunque las bayas de esta planta no se usan tanto como los pequeños botones florales, tanto las unas como los otros se encurten y se comen para estimular el apetito, cualidad por la que se han conocido desde tiempos antiguos. De manera que el escritor de Eclesiastés parece indicar que, cuando una persona vieja va perdiendo el sentido del gusto y el apetito, hasta el estímulo de la baya de la alcaparra es incapaz de despertar sus ganas de comer.