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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 929-930

JOSÍAS

(“Que Jehová Conceda”; o: “Jehová Sana”).

Hijo de Amón, rey de Judea, y Jedidá, hija de Adaya. (2 Rey. 22:1.) Josías tuvo al menos dos esposas: Hamutal y Zebidá. (2 Rey. 23:31, 34, 36.) De sus cuatro hijos mencionados en la Biblia, únicamente el primogénito, Johanán, no gobernó como rey sobre Judá. (1 Cró. 3:14, 15.)

Después del asesinato de su padre y la ejecución de los conspiradores, Josías llegó a ser rey de Judá a la edad de ocho años. (2 Rey. 21:23, 24, 26; 2 Cró. 33:25.) Unos seis años después, Zebidá dio a luz a Jehoiaquim, el segundo hijo de Josías. (2 Rey. 22:1; 23:36.) En el octavo año de su reinado, Josías se interesó en conocer la voluntad de Jehová y llevarla a cabo. (2 Cró. 34:3.) Fue por ese tiempo cuando nació Jehoacaz (Salum), el hijo de Josías con Hamutal. (2 Rey. 22:1; 23:31; Jer. 22:11.)

Durante su duodécimo año como rey, Josías empezó una campaña contra la idolatría, campaña que debió extenderse hasta el año decimoctavo de su reinado. Los altares que se usaban para la adoración falsa fueron derribados y profanados por medio de quemar huesos humanos sobre ellos. También fueron destruidos los postes sagrados, las imágenes esculpidas y las estatuas fundidas. Josías llevó incluso esta campaña hasta la parte septentrional de lo que en un tiempo había sido el territorio del reino de diez tribus, pero que, más tarde, debido a la conquista asiria y al consiguiente exilio había quedado desolado. (2 Cró. 34:3-8.) Es evidente que las denunciaciones de la idolatría que hicieron Sofonías y Jeremías causaron buen efecto. (Jer. 1:1, 2; 3:6-10; Sof. 1:1-6.)

Una vez que el rey Josías hubo limpiado la tierra de Judá y mientras hacía que se reparara el templo de Jehová, el sumo sacerdote Hilquías halló el “libro de la ley de Jehová por la mano de Moisés”, el cual debió ser el original escrito por Moisés. Safán, el secretario al que Hilquías había confiado este sensacional hallazgo, informó a Josías del progreso de la obra de reparación del templo y después le leyó el libro. Al oír la palabra de Dios, este fiel rey rasgó sus prendas de vestir y luego comisionó a una delegación de cinco hombres para inquirir de Jehová a su favor y a favor del pueblo. La delegación fue a la profetisa Huldá, que entonces moraba en Jerusalén, y volvieron con el siguiente informe: ‘Vendrá calamidad como consecuencia de la desobediencia a la ley de Jehová. Pero debido a que tú, rey Josías, te humillaste, serás recogido a tu cementerio en paz y no verás calamidad’. (2 Rey. 22:3-20; 2 Cró. 34:8-28; véase HULDÁ.)

Posteriormente, Josías reunió a todo el pueblo de Judá y Jerusalén, incluyendo a los ancianos, sacerdotes y profetas, y les leyó la ley de Dios. Después de lo cual celebraron un pacto de fidelidad ante Jehová. Más tarde, se llevó a cabo una segunda campaña en contra de la idolatría, la cual debió ser aún más intensa que la primera. Los sacerdotes de dioses extranjeros que estaban en Judá y Jerusalén se quedaron sin ocupación, y a los sacerdotes levitas que habían participado en la adoración falsa en los lugares altos, se les privó del privilegio de servir en el altar de Jehová. Los lugares altos que habían sido edificados siglos antes, durante el reinado de Salomón, quedaron completamente inservibles para la adoración. En cumplimiento de una profecía pronunciada unos trescientos años antes por un hombre de Dios cuyo nombre no se menciona, Josías demolió el altar edificado en Betel por Jeroboán, el rey de Israel. Los lugares altos fueron removidos no solo en Betel, sino también en otras ciudades de Samaria, y los sacerdotes idolátricos fueron sacrificados sobre los altares donde ellos habían oficiado. (1 Rey. 13:1, 2; 2 Rey. 23:4-20; 2 Cró. 34:33.)

En el transcurso del año decimoctavo de su reinado, Josías preparó las cosas para celebrar la Pascua el 14 de Nisán. No se había celebrado Pascua así desde los días del profeta Samuel. Josías mismo contribuyó 30.000 víctimas pascuales y 3.000 reses vacunas. (2 Rey. 23:21-23; 2 Cró. 35:1-19.)

Unos cuatro años después, Josías, por medio de su esposa Hamutal, llegó a ser padre de Matanías, también conocido por Sedequías. (2 Rey. 22:1; 23:31, 34, 36; 24:8, 17, 18.)

Hacia el fin del año 31 del reinado de Josías (659-c. 629 a. E.C.), el faraón Nekó condujo sus ejércitos hacia el norte para luchar en Carquemis contra el “rey de Asiria”, es decir, el conquistador babilonio de Asiria. Por una razón que no se revela en la Biblia, el rey Josías “no escuchó las palabras de Nekó procedentes de la boca de Dios” e intentó hacer retroceder a las fuerzas egipcias en Meguidó, siendo herido mortalmente en el intento. Josías fue llevado a Jerusalén en un carro de guerra y murió en camino o al llegar a la ciudad. Su muerte causó mucho pesar entre sus súbditos. “Todo Judá y Jerusalén estuvieron de duelo por Josías. Y Jeremías se puso a salmodiar por Josías; y todos los cantores y las cantoras siguen hablando de Josías en sus endechas hasta hoy.” (2 Cró. 35:20-25; 2 Rey. 23:29, 30.)

Aunque tres de los hijos de Josías y uno de sus nietos gobernaron como reyes sobre Judá, ninguno de ellos imitó su excelente ejemplo volviéndose a Jehová con todo su corazón, alma y fuerza vital. (2 Rey. 23:24, 25, 31, 32, 36, 37; 24:8, 9, 18, 19.) Esto viene a demostrar que, si bien Josías había quitado los accesorios externos de idolatría, la gente, en general, no se había vuelto a Jehová con un corazón completo. Por consiguiente, la calamidad futura era inevitable. (Compárese con 2 Reyes 23:26, 27; Jeremías 35:1, 13-17; 44:15-18.)

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