Sabio uso del tiempo
JEHOVÁ Dios puede detener la huída del tiempo como hizo en el día de Josué cuando el sol se detuvo. Puede hacer que vuelva atrás como hizo en los tiempos de Ezequías cuando volvió a traer la sombra atrás en el reloj de sol. Pero nosotros no podemos dejar de tomar en cuenta el tiempo en nuestra vida. No podemos volver el tiempo atrás para vivirlo de nuevo si lo hemos desperdiciado. El cristiano no puede lograr la expansión de su ministerio por medio de la expansión de su tiempo. Dijo Jesús: “¿Quién de vosotros, por mucho que se afane, puede prolongar su vida un momento?” (Mat. 6:27, ED) Por lo tanto, no diga, “Me apresuraré el mes que entra o el año venidero.” No hay garantía alguna de que usted estará aquí entonces. No juegue con el tiempo que quizás no tendrá. Y si lo tiene, no juegue con el tiempo que no es suyo sino que está consagrado a Dios.
¿Por qué es que algunos, que han consagrado su tiempo a Dios, no lo usan en la predicación del evangelio? ¿Por ser muy jóvenes? Samuel empezó a servir a Jehová Dios en el templo, dedicándole todo su tiempo, luego que fué destetado. ¿Por ser muy viejos? El apóstol Juan debe haber tenido casi 100 años cuando estaba terminando la parte que él escribió de la Biblia. ¿Por ser muy enfermizos? El fiel Job servía a Jehová Dios estando afligido de lepra negra. ¿Habrá acaso hoy un cristiano menor que el niño Samuel cuando empezó a servir en el tabernáculo? ¿O que sea mayor de 100 años? ¿O que esté afligido de algo peor que la lepra negra?
Otros pueden poner la objeción de no poder hacer buen uso de la palabra. Moisés en una época pensaba así; pero cuán equivocado estaba se prueba con algunos de los discursos registrados que él pronunció a los israelitas durante la morada en el desierto. Tal vez algunos sean tímidos y sientan temor al pensar en testificar públicamente. Jeremías abrigaba tal desconfianza pero Dios le mandó que no tuviera miedo del rostro del adversario y recibió la seguridad de que Dios le pondría las palabras en la boca. (Jer. 1:4-9, 17) La historia de su servicio da testimonio elocuente de que Jehová Dios cumplió esa promesa al profeta. ¿Teme algún cristiano consagrado que no podrá contestar las preguntas que le hagan? El estudio diligente hará posible que aplique a sí mismo las palabras del Salmo 119:98, 100 (Mo): “Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos; . . . ¡Entiendo más que estos sabios porque cumplo tus preceptos!”
En el tiempo de Jesús algunos estaban demasiado ocupados para servir a Jehová Dios y seguir los pasos de Cristo. Igualmente, ¿no hay cristianos hoy, que, por tener un terreno nuevo, nuevos bueyes, esposa nueva, dicen que no tienen tiempo para el Nuevo Mundo? La Biblia clasifica tales objeciones como pretextos. Si se encuentra el tiempo para hacer tales cosas como leer los periódicos, comprar el alimento material, hacer visitas, escuchar la radio, ver la televisión y muchas otras actividades, entonces seguramente debe haber tiempo disponible para el servicio de Jehová Dios. Los cristianos deben deshacerse de los pretextos. El cargarlos y estar luchando con la conciencia les fatiga más que la predicación.
Una solución es determinar con anticipación en qué se va a usar el tiempo consagrado, repartiéndolo proporcionadamente. Jehová Dios divide su tiempo. Él designó como la duración de los días creativos 7,000 años cada uno; él determina los tiempos y las estaciones del año; él fijó los siete tiempos de los gentiles, y designó un tiempo para el fin. Enseña que “para todo hay una sazón oportuna; y hay un tiempo determinado para todo asunto debajo del cielo”. El Todopoderoso tiene tiempo sin fin, y sin embargo determina cómo lo va a usar y nadie logra que varíe sus, propósitos. “¡Ay de aquellos que arrastran la iniquidad . . . los que dicen: ¡Dése prisa [Dios], apresure su obra, para que la veamos!” (Isa. 5:18, 19) Su programa no se atrasa, ni tampoco se apresura para efectuar su obra extraña o su acto extraño para convencer a los burladores mundanos. Nosotros, al repartir apropiadamente el tiempo para el servicio, no debemos apartarnos de nuestro horario para complacer a los mundanos, ni a otros testigos ni a nosotros mismos.
Las Escrituras dicen que los amos de esta tierra dan a los perros las migajas de sus mesas; sin embargo algunos negligentes que se han consagrado a Dios dejan de dar a su Señor y Maestro aún las pocas migajas de su repartición de tiempo. Vorazmente consumen para sí todo su tiempo sin dejar nada para Dios, no obstante que todo está consagrado a él. No cumplen con sus votos y nos recuerdan de las nubes y vientos vacíos de que se habla en Proverbios 25:14 (TA): “Nubes de viento, que no traen lluvia, es el hombre fanfarrón que no cumple sus promesas.”
Pero una repartición de su tiempo que se cumple fielmente asegurará al cristiano el uso sensato de su tiempo consagrado. Hará que con toda regularidad sea fructífero el cristiano. Tal como se podan de los frutales su exceso de ramas y ramitas para que las buenas ramas restantes sean fuertes para fructificar, así el cristiano puede podar de su repartición de tiempo los excesos y lo no esencial para que le quede tiempo amplio para productividad fuerte y buena fructificación en el ministerio del Reino. Semejante a los árboles del Apocalipsis 22 creciendo al lado del río de la vida, el cristiano puede producir fruto cada mes durante todo el año si redime el tiempo, haciéndolo por medio de eliminar las cosas que no son esenciales, todo lo que cause desperdicio de tiempo.
El publicador del evangelio del Reino debe comprender que hay quien quiere también determinar para él lo que debe hacer con su tiempo, a saber, Satanás, el Diablo. Él se encargará de que el tiempo de usted se use para los fines de él, si usted deja de apartarlo para Jehová Dios. De hecho, Satanás lo ha hecho ya de una manera sutil si usted no está dedicando tiempo al servicio del campo. ¿Se acuerda como Faraón de Egipto determinó cómo habían de usar su tiempo los cautivos israelitas, tanto que no les quedó tiempo para adorar a Jehová Dios? De la misma manera Satanás ahora hurtará el tiempo consagrado de los cristianos, haciendo que ellos roben a Dios, si puede. Astutamente invade el tiempo de mil modos sutiles si el cristiano no tiene la repartición de su tiempo rotulado con anuncios que digan “¡No entremeterse!” “¡Satanás, fuera!” “¡No tocar el tiempo consagrado!”
Proverbios 18:9 según la versión de Móffatt en inglés dice: “El que es negligente en su trabajo es igual que el disipador.” No sea negligente, disipando el tiempo consagrado. El tiempo disipado en lo pasado, ya es cosa del pasado, como se dice en 1 Pedro 4:2, 3: “En la voluntad de Dios podréis vivir el tiempo aún restante. Porque basta el tiempo ido para haber obrado la voluntad de las naciones.” (Rótherham [en inglés]) Colosenses 4:5, según la versión inglesa de Wéymouth, dice: “Andad sabiamente para con el mundo ajeno, aprovechando vuestras oportunidades.” Esto constituye una amonestación a los cristianos que no han de dejar que sus relaciones con el mundo ajeno monopolicen su tiempo, sino que han de aprovechar sus oportunidades de servicio y sujetar su tiempo a un horario. Sujételo con un nudo que no pueda ser desbaratado por usted mismo ni por algún otro. El tiempo que queda hasta el Armagedón, si se emplea de acuerdo con la voluntad de Dios, no parecerá alargarse. Pues dice la Biblia que Jacob sirvió siete años por Raquel y pareciéronle como unos cuantos días por el amor que le tenía. Por el amor que los cristianos tienen a Dios, siete años o dos o tres veces siete años nos parecen como un vuelo de días llenos de gozo.
El viejo mundo ha sido pesado en la balanza y ha sido hallado falto. Sus días son contados. Hasta sus horas son contadas, puesto que Jesús dijo que Jehová Dios en el cielo sabía la hora de su día final. Por lo tanto las horas que tienen los cristianos para el servicio de la predicación del evangelio son contadas y corren al par con el viejo mundo. El Diablo entiende que tiene ya muy poco tiempo, sabiendo lo suficiente para emplear el tiempo que le queda cual león feroz, enfurecido, rugiente que hace un esfuerzo desesperado por apoyar su lado del desafío. (Apo. 12:12; 1 Ped. 5:8) Si el Diablo es tan sagaz, ciertamente los cristianos deben ser perspicaces en el empleo de su tiempo para sus fines consagrados, comprendiendo que es corto el tiempo para predicar y que deben emplear ese tiempo tan celosamente para el bien como lo usa Satanás el Diablo para la perversidad.
No se engañe. No espere que Dios detenga el sol mientras juegue usted o que lo vuelva atrás en su curso para que pueda vivir de nuevo el tiempo mal gastado. Apodérese del tiempo ahora. Arrebate repentinamente el tiempo del mundo de Satanás; arránquelo de usted mismo en caso que lo vaya a usar egoístamente; sujete, reparta y emplee con sabiduría el tiempo que ha consagrado a Dios. Entonces, cuando ya no haya más tiempo para predicar y suene la hora del Armagedón, el cristiano celoso será preservado para la vida y las bendiciones sin fin en el Nuevo Mundo perdurable de Jehová Dios.