Isla de Martinica
Como una gema verde descansando tranquilamente en su ambiente tropical, Martinica toma el sol caluroso debajo de las nubes rizadas y las palmeras ondulantes. Qué hermoso espectáculo presentaba al verla desde el avión moderno, a seis mil pies de altura.
Al acercarnos a la capital, Fort-de-France, vemos la avenida con sus hileras gallardas de palmeras reales elevadas y la estatua de la emperatriz Josefina. La ciudad se anida entre cerros circundantes en un espacio llano cerca del mar. En los cerros pueden verse las hermosas casas de los ricos, mientras abajo hacia la ciudad están las pequeñas chozas de la gente común muy comprimidas. Las calles y las aceras angostas revelan la antigüedad del pueblo y su relación con la madre patria, Francia. Nuevas tiendas modernas se hallan en contraste con las muchas antiguas.
Esta ciudad que es casi moderna se jacta de electricidad, sistemas de autobuses, cines, hospitales, y sistema de abastecimiento de agua. Pero, para muchos de los pobres el abastecimiento de agua consta de un cubo balanceado sobre la cabeza y transportado desde una fuente de riego del vecindario. Se está efectuando trabajo para proporcionar agua a las casas de casi todas las personas que viven en la ciudad.
Recientemente se ha proporcionado un nuevo abastecimiento de agua que trae agua pura sin uso de tubos o cubos y aun sin pago alguno. ¡Qué gozosos se ponen algunos al recibir esta agua para apagar su sed! ¿Sólo algunos? Sí, no todos se regocijan por este nuevo abastecimiento. Sucede que ya se ha dado la orden para parar este abastecimiento.
Sí, usted lo ha acertado. Es el agua de la verdad que viene de la gran fuente de aguas de vida, la Palabra de Dios. A los cuatro misioneros enviados a esta isla de las Antillas menores por la Sociedad Watch Tówer para llevar el agua de la verdad, se les ha mandado salir del país por las autoridades locales. Ninguna razón se da. Quizás ellos creen que su abastecimiento de agua es suficiente. Por eso se ordenó que se cerrara el nuevo abastecimiento el 31 de diciembre de 1950.
Las autoridades encubren el verdadero motivo diciendo que el gobierno no tiene nada en contra de este nuevo abastecimiento de agua. Pero como saben ustedes, dicen ellos, tenemos una gran fuente católica aquí, una pequeña fuente bautista, una pequeña fuente adventista y una fuente evangelista, y ustedes llegaron aquí demasiado tarde, por eso no pueden permanecer. Pero pueden regresar como turistas y estarse hasta tres meses, pero no deben establecer un sistema de abastecimiento de agua en la isla.
Por eso el 18 de enero de 1951 los cuatro misioneros de la Wátchtower dejaron a un grupo pequeño de nativos contrariados en el muelle en Fort-de-France y zarparon para la isla vecina inglesa de Santa Lucía.