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  • Palabrería contra principios verdaderos
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1951
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1951
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Palabrería contra principios verdaderos

CUALES sean las hambres y escaseces que aflijan al mundo, no hay escasez de palabras. “Hablar no cuesta nada,” dice el refrán, y nunca fué eso más cierto que ahora. Diplomáticos de cuatro grandes potencias se juntan y consumen meses decidiendo de qué hablar en una reunión más importante. En unas cuantas semanas la investigación de MacArthur produjo un asombroso registro dos veces más largo que la Biblia.

Piense en la pirámide de promesas compiladas en una sola campaña política. Recuerde el grito de la I Guerra Mundial; “¡Hagan al mundo libre para la democracia!” y el cántico de la II Guerra Mundial, sobre las “Cuatro Libertades”. Hoy día la democracia está en más peligro que nunca, y la negación totalitaria de palabra y adoración libres así como también el temor y la necesidad andan asechando la tierra. Federaciones de naciones se levantan y caen a medida que los hombres predican unidad y los tratados son rotos. El habla de moralidad ocupa más tiempo y espacio que nunca, pero la inmoralidad está en su mayor apogeo. Parece que junto con las riquezas que corroen, el mundo amontona dichos floridos como seguridad para los últimos días.—Sant. 5:1-5.

Cristo Jesús enseñó: “Dejen de acumular para ustedes tesoros sobre la tierra, . . . acumulen para ustedes tesoros en el cielo, . . . Porque donde su tesoro está, también estará su corazón.” Los que gastan su vida haciendo, siguiendo y creyendo promesas políticas mundanas ciertamente han de haber puesto sus esperanzas en tal sistema de cosas. Pero los tales generalmente profesan servir a Dios y repiten el “padrenuestro” pidiendo su reino venidero. Por lo tanto deben ser juzgados por la Palabra de Dios, la cual pretenden seguir. Luego se recuerda lo que Jesús dijo: “Ustedes no pueden ser esclavos de Dios y de las Riquezas.”—Mat. 6:19-21, 24, NM.

Por eso la Palabra de Dios rechaza la maniobra hecha popular por los políticos, “usando ambos extremos contra el centro.” Uno está en armonía con los propósitos de Dios o no lo está. Si lo está, los predicará y vivirá en conformidad con los requisitos del cristianismo como Jesús lo hizo. Jehová Dios hará saber que no es responsable por el fracaso político, religioso, social y moral de este viejo mundo.

La Palabra de Jehová, la Biblia, es una obra maestra de epítome, no desperdiciando ni una sílaba al manifestar a la humanidad los propósitos universales del Creador. Igualmente, los siervos de Dios cuidan ‘que sean pocas sus palabras’ al hacer votos y promesas personales, pero hablan de la abundancia del corazón al predicar del Reino. (Ecl. 5:1-6) Creen lo que leen en la Biblia; por eso lo practican en su vida y evitan la inmoralidad, los discursos vacíos y la desilusión de promesas falsas.—Mat. 12:34; 1 Cor. 6:9, 10; 2 Tim. 2:16.

Principios y promesas mundanas, extensos en palabras pero de corta duración, se marchitan y mueren. “Pero la palabra hablada por Jehová dura para siempre.”—1 Ped. 1:25, NM.

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