Preguntas de los lectores
● Según el artículo “Odiados por Su nombre” de la Watchtower del 1 de septiembre de 1951, cientos de miles de cristianos murieron en las “diez persecuciones” comenzando en la época de Nerón, 144,000 muriendo tan sólo en Egipto durante una de las persecuciones. ¿Cómo puede armonizarse esto con el hecho de que 144,000 es el límite bíblico para el número que formará el cuerpo de Cristo, teniendo presente que ese puesto fué el único abierto para los cristianos durante esos siglos?—J. A., República Dominicana
El artículo no clasificó con ninguna finalidad los individuos que murieron durante esas persecuciones, sólo habló de los resultados de un modo general. Note que una cualidad clave se especificó en el caso mencionado en la pregunta: “Sólo en la provincia de Egipto, 144,000 de tales cristianos profesos murieron por violencia en el curso de esta persecución, además de otros 700,000 que murieron como resultado de fatigas encontradas en la proscripción o bajo obras públicas obligatorias.” Las víctimas son identificadas como “cristianos profesos”, no cristianos de hecho. Muchas de esas personas pueden haber sido cogidas en la ola de persecución, pero quizás nunca predicaron realmente la verdad o siguieron las pisadas de Jesús, siendo sólo cristianos profesos. Sabían que el mundo en que vivían era corrupto y estaban escuchando el mensaje de los cristianos y anuentes a morir por él aun cuando no estaban en línea para la llamada celestial en Cristo Jesús. Hoy muchos cristianos profesos pueden estar anuentes a morir por su fe, pero a pesar de eso no son seguidores de las pisadas de Jesús ni llenan los requisitos bíblicos para ser tales.
● Ya que Juan el Bautista había visto el espíritu descender del cielo como paloma y permanecer sobre Cristo Jesús, de acuerdo con la señal que Jehová le había dicho que esperara para identificar al Mesías (Juan 1:32-34), ¿por qué envió después a sus discípulos para preguntarle a Jesús si Él era El que había de venir?—E. P., Bolivia.
Mateo 11:2-6 (NM) declara: “Juan, habiendo oído en la cárcel acerca de las obras del Cristo, envió por medio de sus propios discípulos y le dijo: ‘¿Es usted El que viene o hemos de esperar a otro diferente?’ En respuesta Jesús les dijo: ‘Vayan por su camino e informen a Juan tocante a lo que están oyendo y viendo: Los ciegos están viendo otra vez, y los cojos están andando, los leprosos están siendo limpiados y los sordos están oyendo, y los muertos están siendo levantados, y a los pobres se les está declarando las buenas nuevas; y feliz es el que no halla motivo para tropezarse en mí.’”
Juan pidió este reporte, no porque dudara que Jesús era el Mesías, sino porque quería verificación. Él sabía que las profecías habían predicho ciertas obras que el Mesías haría, y el obtener el informe de que estas cosas estaban efectuándose, y especialmente un informe directo, sería muy fortalecedor para él mientras languidecía en la cárcel. Jesús no consideró la indagación de Juan como evidencia de falta de creencia enviándole a Juan una reprimenda, sino que le envió un informe animador de lo que estaba sucediendo, mostrando que tales profecías como Isaías 35:3-6 estaban en vía de cumplimiento en sentido físico y espiritual. Por eso fué una petición correcta para una confirmación del anuncio que Juan anteriormente había hecho de Jesús como Mesías, y el oír un reporte maravilloso de cómo Jesús estaba cumpliendo con los requisitos de Mesías fué consolador para este preso que pronto iba a ser decapitado.
● ¿Cómo puede uno determinar si es de la clase ungida, y por consiguiente si debe participar de los emblemas del Memorial?—E. B., California.
Después del Pentecostés en el siglo primero cualquiera que tuviera el espíritu de Dios, como se mostraba por tener uno o más dones del espíritu, no tendría ninguna dificultad para decidir si era de la clase ungida, porque ése fué un período exclusivamente apartado para engendrar herederos celestiales. Sobre este fundamento firme abrigaría esperanzas celestiales. Hoy las circunstancias están modificadas. Uno puede haberse dedicado a hacer la voluntad de Dios, simbolizado esa dedicación, y demostrado que tiene el espíritu de Dios haciendo la voluntad de Jehová, haciéndola con el amor de Dios y tratando de imitarlo a él y a su querido Hijo; pero ¿cómo sabría que el tener el espíritu de Dios es garantía de que va al cielo? El espíritu de Dios también está sobre las “otras ovejas”, y no sólo sobre el resto ungido. Por eso ¿cómo podemos determinar el asunto hoy?
Parece de las Escrituras que Dios especialmente estuvo sacando la clase espiritual hasta 1931, de modo general, y esto tiene alguna conexión con el asunto. Sin embargo, no es conclusivo. Desde 1931 hay aquellos que han entrado en el servicio y que dan evidencia de ser engendrados por el espíritu y que tienen sus esperanzas puestas en ser de los herederos celestiales. Por eso hay evidencia de que algunos han entrado en la clase celestial desde 1931; pero no ha sido en escala general, sino sólo individuos aquí y allí que son tomados para llenar los lugares de algunos que puedan volverse infieles.
Usted tendría que examinarse sobre esta base: “¿He dedicado mi vida a Dios por medio de Jesucristo para hacer su voluntad para siempre jamás? ¿Tengo el espíritu de Dios? ¿Está tratando Dios conmigo? Sí, tengo la evidencia de que Dios está tratando conmigo; está usándome en su servicio. Está proveyendo para mí. Está dándome un lugar en conexión con su organización, y estoy realizando muchas bendiciones, y estoy creciendo en el entendimiento de su Palabra. Tengo todas estas indicaciones de que tengo su espíritu, y estoy tratando de actuar como lo haría un cristiano verdadero y seguidor de Cristo Jesús al exhibir el espíritu del Señor de ese modo.” Este examen con los resultados delineados aquí indicaría que uno tiene el espíritu del Señor, sea uno de la clase ungida o de las “otras ovejas”.
Entonces, ¿cuál es la cosa que marca la línea de demarcación entre las dos clases y lo pone a usted en el lado de la “grande muchedumbre” o en el lado del resto ungido? A medida que se examine usted mismo tiene que determinar cuál es su esperanza, porque Dios está tratando con usted y está cultivando en usted alguna clase de esperanza. En Romanos, capítulo 8, Pablo discute como “el espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” llamados para ser coherederos con Cristo en el reino celestial, y añade: “Porque nosotros fuimos salvados en esta esperanza; pero esperanza que se ve no es esperanza, porque cuando un hombre ve una cosa, ¿la espera?”—Rom. 8:16, 24, NM.
Por eso, se ve que usted tiene que ser salvado teniendo cierta esperanza. Ahora Dios trata con usted y por dichos tratos y las revelaciones de verdad que le hace él debe cultivar alguna esperanza en usted. Si él cultiva en usted la esperanza de ir al cielo, eso llega a ser una confianza firme de usted, y usted es absorbido en esa esperanza, de modo que usted habla como uno que tiene la esperanza de ir al cielo, usted cuenta con eso, usted piensa en eso, usted ofrece oraciones a Dios en expresión de esa esperanza. Usted está estableciendo eso como su meta. Penetra toda su existencia. Usted no puede sacarlo de su sistema. Esa es la esperanza que lo absorbe. Entonces debe ser que Dios ha despertado esa esperanza y ha hecho que viva en usted, porque ésa no es una esperanza natural que el hombre terreno abriga.
Si usted es uno de los Jonadabs o uno de la “grande muchedumbre”; de personas de buena voluntad usted no será consumido por esta esperanza celestial. Algunos de los Jonadabs son muy prominentes en la obra del Señor y tienen una parte importante en ella, pero ellos no expresan ninguna esperanza celestial cuando usted habla con ellos. Sus deseos y esperanzas tienden a las cosas terrestres. Ellos hablan de los bosques hermosos, cómo les gustaría ser silvicultores al tiempo presente y tener eso como sus alrededores continuos, y les gusta juntarse con los animales y tener dominio sobre ellos, y también sobre las aves y los peces y todo lo que se arrastra sobre la faz de la tierra. Eso es lo que ellos aman, y están esperando disfrutar de esas cosas. Oh, ellos entienden su Biblia. Tienen un entendimiento muy adelantado de las doctrinas y las verdades de la Biblia. Pero cuando usted les habla, ése es el modo en que se expresan. No tienen ningún deseo para las cosas celestiales. Ellos no quieren ser como ángeles, o aun ver a Dios cara a cara, contemplándole en su gloria celeste. Eso sería maravilloso, lo admiten, más maravilloso que cualesquier bendiciones terrenas; pero sencillamente no tienen tales deseos o esperanzas en ellos.
Por eso, parece que después que usted ha inspeccionado el asunto de tiempo, la posesión del espíritu de Dios, sus tratos con usted, entonces usted tiene que considerar, “¿Cuáles son mis verdaderas, sinceras y sentidas esperanzas en este asunto?” Entonces usted decide su posición; nadie más puede decidirla por usted. Decida si tiene los anhelos espirituales consumidores. Si los tiene, entonces cumpla con ellos. Eso está en su sistema y usted no puede sacarlo, de modo que actúe conforme a ello. Participe de los emblemas del Memorial. Mientras que, si usted no tiene esa esperanza, si usted está dividido e inseguro, entonces parece que usted es de la clase terrestre, y por consiguiente no debe participar de los emblemas al tiempo del Memorial.