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  • Los testigos de Jehová en Checoeslovaquia
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1952
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1952
w52 15/5 pág. 308

Los testigos de Jehová en Checoeslovaquia

Hace tres años que la policía ocupó la oficina de la sucursal en Checoeslovaquia y confiscó la propiedad y arrestó a los hermanos. Desde entonces la obra de los testigos de Jehová ha estado proscrita. Pero a pesar de las restricciones, la falta de literatura y el riesgo personal, los testigos de Jehová en Checoeslovaquia siguen adelante ayudando a las “otras ovejas”. Las siguientes experiencias contadas por alguien en Checoeslovaquia muestran cómo se lleva a cabo.

Una hermana fué a otro distrito para pasar las vacaciones con la familia de su hermano, donde hacía 13 años que no se había predicado el mensaje. Cuando se le presentó la primera oportunidad, dió el testimonio y ofreció un folleto, pero la rechazaron con las siguientes palabras: “Oh, líbrenos de eso, por favor. Usted habla exactamente como nuestro vecino; él también nos ofreció un folleto como ése.”

La hermana fué a visitar al vecino y halló que tanto él como su esposa e hijo de 15 años eran “ovejas”. Hacía muchos años que el hombre había comprado una Biblia y el folleto a un testigo que pasó por la vecindad. Después, durante la guerra, oprimido por las condiciones de ese tiempo, se acordó del visitante y de las explicaciones que les había hecho, de modo que la familia se puso a leer el folleto y la Biblia. El mensaje contenido en éstos les llamó tanto la atención que empezaron a recomendar la lectura del folleto y la Biblia a otros. Durante sus vacaciones, la hermana dedicó su atención a estas “ovejas”, y después de irse siguió en contacto con ellos por medio de la correspondencia, puesto que su domicilio dista unas 106 millas de allí.

Sucede que cierta familia tenía en su poder el libro Riquezas. Tomó años para que este libro cumpliera su propósito. Pero por fin llegó el tiempo cuando comenzaron a leerlo, y pronto sintieron la falta de más alimento espiritual. Se dieron cuenta de que no sería cosa fácil hallar a los siervos de Dios debido a las circunstancias de ese tiempo. Emprendieron su búsqueda y se enteraron de que en una aldea no muy distante vivían unas personas que se llamaban “testigos de Jehová”, pero no pudieron procurar su nombre y domicilio. Un día una de las mujeres de esta familia decidió ir a esa aldea por tren.

En camino de la estación de ferrocarril a la aldea pasó a un grupo de trabajadores que debatían entusiásticamente una cuestión al volver a casa de su trabajo. Uno de ellos estaba diciendo: “Hay un señor donde yo trabajo que siempre nos está explicando algo de la Biblia. Nunca maldice ni se enoja, no importa qué le digan.” Al llegar a la aldea le preguntó a uno que pasaba: “¿Dónde vive ese señor?” Se le dijo que vivía al otro extremo de la aldea, y de la misma manera se enteró de la casa en que vivía. Pero aun así no se atrevía a preguntar si testigos de Jehová vivían en esa casa, por eso, ¿qué hacer? Entonces por casualidad pensó en que había leído acerca de “Jonadabs” en el libro Riquezas. ¿Qué tal sería si les preguntaba si vivían Jonadabs allí? Si eran testigos de Jehová le comprenderían y todo estaría bien. ¡Bueno! Llamó a la puerta y preguntó si vivían Jonadabs allí. La señora que vino a la puerta se quedó mirándola asombrada, y luego dijo: “Sí, viven aquí.” Gozosamente la persona de buena voluntad le contó cómo los había buscado, y la hermana, cuyo gozo no era menor, emprendió una larga discusión con ella acerca de las verdades esenciales dadoras de vida. Su alegría era contagiosa y se extendió a los otros miembros de la familia interesada que personalmente había experimentado la veracidad de las palabras: “Sigue buscando y encontrarás.” Tenían hambre por la Palabra de Dios, y ahora están siendo satisfechos con ella.—Del 1952 Yearbook of Jehovah’s Witnesses.

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