¿Dónde se halla “esta fe”?
ENTRE las muchas ilustraciones que usó Jesús para asegurar que se entendieran los puntos que estaba discutiendo se encuentra la que dió énfasis a la necesidad de tener fe y de persistir en la oración. Esta tenía que ver con cierto juez que no le tenía temor a Dios ni respeto a los hombres y a quien cierta viuda importunaba continuamente suplicando que se le rindiera justicia. Por fin dijo este juez: “Aunque no temo a Dios ni respeto a hombre, de todos modos, porque esta viuda constantemente me está importunando, me encargaré de ver que se le haga justicia, para que no siga viniendo acá e imponiéndoseme hasta matarme.”—Luc. 18:1-5, NM.
Haciendo la aplicación de esta ilustración Jesús aseguró a sus oyentes que si un juez injusto prestaba atención a las súplicas continuas de esta viuda, “de seguro, entonces, ¿no hará Dios que se haga justicia a sus escogidos que claman a él en alta voz día y noche, aun cuando es longánimo con ellos? Yo les digo: Él hará que se les haga justicia rápidamente. No obstante, cuando llegue el Hijo del hombre, ¿verdaderamente hallará esta fe sobre la tierra?”—Luc. 18:6-9, NM.
¿Cómo se manifiesta esta fe de que Dios hará que se haga justicia a sus escogidos? ¿Sólo por medio de continuar en la oración? No, sino más bien es principalmente por medio de seguir una manera de proceder fiel, porque si uno contemporizara para evitar persecución ya no tendría que orar a Dios para que se hiciera justicia. El que contemporiza para evitar persecución manifiesta que no cree que Dios hará que se haga justicia a sus siervos; y aun más, por medio de hacer eso pierde la evidencia de que es un ministro cristiano de Dios. Como Pablo le escribió a Timoteo: “Todos los que deseen vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos,” así como sucedió con Pablo. Que Pablo consideraba el ser perseguido como evidencia de que uno es ministro cristiano también lo manifiesta su segunda carta a los corintios: “¿Son ellos ministros de Cristo? . . . más sobresalientemente soy yo uno: en trabajos más abundantemente, en cárceles más abundantemente, en azotes con exceso, a punto de morir, frecuentemente.”—2 Tim. 3:12; 2 Cor. 11:23-27, NM.
Pablo, por medio de soportar la persecución, manifestó que tenía fe en que Dios haría que se hiciera justicia, y fué lo mismo con los demás en su día que, igual a él, siguieron fieles a pesar de las dificultades. Pero ¿qué hay acerca de nuestro día? ¿Dónde se halla esta fe? ¿Entre las religiones organizadas altamente respetadas? Como respuesta considere usted la manera en que procedieron los obispos polacos que en diciembre de 1953 firmaron un juramento prometiendo su lealtad a la República del Pueblo Polaco y que no harían cosa alguna en contra de sus intereses, y concerniente a lo cual el órgano del Vaticano L’Osservatore declaró:
“Los informes de que los obispos polacos han hecho un juramento tienen que juzgarse a la luz del clima en general que se ha creado durante estos últimos meses. . . . violencia y mentira, perfidia e hipocresía, halagos y chantaje están estrechamente entretejidos para oprimir a la Iglesia. Un juramento hecho bajo tales condiciones es inválido objetivamente. . . .”
El punto señalado por el órgano del Vaticano quizás sea verdad desde el punto de vista técnico legal, pero ¿no sería propio preguntar: Si los obispos verdaderamente tuvieran “esta fe” ¿hubieran ellos cedido bajo la presión de la violencia y el chantaje, o hubieran sucumbido a la hipocresía, perfidia, mentira y halagos comunistas para firmar ese juramento contemporizador?
En vista del incidente anterior, que se puede considerar como típico, ¿habrá de contestarse en el negativo la pregunta de Jesús en cuanto a si hallaría “esta fe” sobre la tierra a su llegada? De ninguna manera. ¿No? Entonces ¿dónde puede hallarse “esta fe”? El Yearbook of Jehovah’s Witnesses (Anuario de los testigos de Jehová) para 1954 da informes elocuentes de cómo estos testigos han retenido su integridad en países de la Cortina de Hierro así como en otros países totalitarios.
Por ejemplo, en Alemania Oriental los comunistas se han mofado diciendo: “Veremos quién puede detener la respiración por más tiempo,” y más de dos mil testigos de Jehová han sido arrestados y al tiempo presente más de mil todavía están encarcelados, y la pena que se les ha fijado suma un promedio de seis años y nueve meses en prisión para cada uno. ¿Ha hecho esto que ellos contemporicen en lo más mínimo? De ninguna manera.
Como otro ejemplo sobresaliente de cristianos que tienen “esta fe,” note usted el informe de Polonia: “En esta lucha a favor de la paz nadie debe sentirse demasiado joven o demasiado viejo, porque hasta un niño de seis años o un hombre de cien años puede participar con éxito en esta batalla con solamente desear hacerlo. Estos no se angustian al pensar que tal vez pierdan su salud o aun su vida y han vencido el temor a los garrotes de la policía y a las prisiones. El propósito del enemigo es parar la obra por medio de arrestar a los directores de este maravilloso movimiento a favor de la libertad [pero] a pesar de todo esto estamos esforzándonos constantemente por mejorar la organización y fijando nuevas cuotas, que no sólo hemos estado alcanzando sino sobrepasando. . . . No tienen que preocuparse por nosotros, porque nuestros hermanos mayores nos han criado cuidadosamente y estamos capacitados para cuidar de nosotros mismos en todos los problemas de la vida a pesar del hecho de que somos jóvenes.”
Podrían citarse más informes del Yearbook, pero los que ya se mencionaron deben ser suficientes para probar que al tiempo presente hay cristianos sobre la tierra que tienen una fe tan fuerte en que Dios hará que se haga justicia a ellos que ‘no se angustian al pensar que tal vez pierdan su salud o aun su vida y que han vencido el temor a los garrotes de la policía ya las prisiones.’ Las tácticas comunistas de violencia y chantaje, perfidia e hipocresía, mentira y halagos que han sido tan efectivas en contra de los obispos polacos han probado ser inútiles cuando se dirigen contra los testigos cristianos de Jehová.
¿Quién nos separara del amor de Cristo? ¿la tribulación? ¿o la angustia? ¿o la persecución? ¿o el hambre? ¿o la desnudez? ¿o el peligro? ¿o la espada? Al contrario, en todas estas cosas somos vencedores, y más aún, por medio de aquel que nos amó.—Rom. 8:35, 37.