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  • Los testigos de Jehová aumentan en Corea
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
w55 15/1 págs. 44-47

Los testigos de Jehová aumentan en Corea

Por un misionero de la Watch Tówer en Corea

LA TREGUA ha venido a Corea, pero la paz no. Tampoco parece que la paz sea posible en el futuro. La organización de las Naciones Unidas, que vino al rescate de Corea del Sur en el verano de 1950, está descubriendo que el hacer arreglos para celebrar una conferencia de paz con los comunistas no es menos frustrador que los largos meses de charlas de tregua. Y aun si se efectuara una paz, en vista de los registros de abusos de confianza del pasado, ¿quién podría confiar en los términos en que se conviniera? Tal es la actitud de muchas personas en Corea. Ellas, de veras, ven el futuro muy obscuro.

La violencia de la guerra se ha trasladado ahora desde las líneas del frente al interior del terreno montañoso de Corea del Sur. La actividad guerrillera ha aumentado considerablemente, lo que es indicio de organización extensa por los comunistas. Cuando este escritor estaba en Chonju hace unos pocos días él observó por las calles el movimiento de una división del ejército ROK. Iba al sur para echar a los guerrilleros del área de la montaña Chiri.

Pero entre los 22,000,000 de gente de Corea del Sur hay muchas personas que miran más arriba del estancamiento de los esfuerzos humanos y se vuelven al Único que puede ofrecer verdadera esperanza para el futuro. Los que esperan en Jehová y sus promesas para un nuevo mundo de justicia se agarran de Su verdad con un vigor y una determinación que es algo maravilloso ver. Al principio es difícil conseguir que muchos realmente busquen en la Biblia para enterarse de la promesa de Dios. En el pasado se les ha desilusionado demasiadas veces. Muchos habían experimentado el gobierno de los comunistas en Corea del Norte o durante la ocupación de Corea del Sur en los primeros días de la guerra. Aprendieron que las promesas que los rojos ruidosamente diseminaban entre la clase obrera resultaban solamente en más terrible opresión. Además las promesas de la organización de las Naciones Unidas para rehabilitar su país destruído han sido socavadas por las concesiones de la organización de las Naciones Unidas durante la tregua y otras posibles concesiones en la conferencia de paz. Por eso no extraña el que el coreano sólo se siente en silencio, sin molestarse en comentar cuando se le hacen más promesas.

Pero, en cambio, cuando oye que Jehová, el Creador del universo, ha prometido destruir toda la maldad de sobre la tierra y hacer nuevas todas las cosas, él presta oído atento. Extrañamente, no es la promesa del Reino o de la tierra nueva lo que llama su atención al principio, sino lo que la Biblia enseña del Armagedón. Un nuevo mundo basado en cosas pasadas no le interesa. Pero si Dios va a destruir las cosas inicuas primero, y entonces introducir el reino de mil años de Cristo, eso suena más razonable.

Una vez que se despierta su interés en la verdad, la persona de buena voluntad en Corea estudia su Biblia día y noche. Tan pronto como ve la diferencia entre el viejo mundo de Satanás y el nuevo mundo de Jehová el coreano es capaz de una fe fortísima. Trabajos, dificultades, persecuciones, se superan, aun cuando su fe sea bastante reciente.

La porción general del coreano ha cambiado poco desde la tregua. Muchas organizaciones funcionan en Corea ahora, tratando de traer algún alivio al pueblo. Es una tarea monumental para cualquiera y para todos. Se hace mucho esfuerzo sincero. Los Estados Unidos procuran hacer algún arreglo de manera que los coreanos edifiquen sus propias plantas de abono y fábricas de cemento, etc., en un esfuerzo por ayudar en la reconstrucción y al mismo tiempo hacer posible que la ocupación principal de Corea, la agricultura, produzca suficiente para que la gente no padezca hambre mientras el país se levante económicamente. Dado que depende completamente de ayuda ajena, particularmente de los Estados Unidos de América, Corea naturalmente tiene que aceptar condiciones desagradables con la ayuda que recibe. Mucho han hecho los Estados Unidos y otros. Mucho más se hará, pero aun si esta ayuda continúa hasta el Armagedón no habrá paz verdadera ni esperanza para el pueblo.

Los inviernos en Corea son crudamente fríos al soplar los vientos a través de la península desde Siberia. A pesar del frío y la falta que tienen de cosas necesarias los testigos de Jehová de Corea no permiten que el tiempo invernal disminuya el celo que tienen por el servicio del Reino y el asistir a las reuniones.

Aman asociarse con los de igual fe preciosa y cada semana esperan con ansia el domingo, puesto que el domingo es “el día de reunión,” cuando pueden reunirse y estudiar y contarse las experiencias y los gozos que han tenido en su obra de servicio.

Hasta recientemente el temprano toque de queda militar ha hecho difícil el asistir a las reuniones de la noche y volver a casa a tiempo. De modo que en la mayoría de las congregaciones todas las reuniones semanales de congregación se celebran el domingo en vez de durante la semana. Una unidad de Seúl se reúne en la casa misionera. Cada domingo el cuarto de habitación y recibo, el comedor y el vestíbulo se repletan con alrededor de 170 personas en asistencia. Tal vez usted desee saber cómo pueden meterse tantos allí. La respuesta es que la gente de Corea no se sienta en sillas, sino que se sienta en el piso, y de esa manera muchos se pueden agrupar en un pequeño espacio. Dejan sus zapatos en la puerta cuando entran, porque según la costumbre coreana nunca llevan puestos sus zapatos dentro de la casa.

Los domingos los hermanos empiezan a llegar al Salón del Reino más o menos a las 10:30 de la mañana, y son las 14:00 por lo general antes de que salgan; y todo este tiempo están sentados sin zapatos en el piso helado y con la temperatura bajo el punto de congelación.

Es realmente un gozo asistir a las reuniones y notar con qué atención extasiada escuchan los hermanos a cada palabra, y cuando el conductor hace referencia a un texto las páginas de sus Biblias comienzan a volar mientras se apresuran a buscarlo en sus propias Biblias. La literatura de la Watch Tówer traducida al coreano ha estado muy limitada, de modo que los hermanos siempre hacen apuntes, para que puedan usar la información nueva más tarde cuando estén enseñando a otros.

Después de las reuniones muchos de ellos participan en la obra de testificar en grupo antes de regresar a sus casas. Así que el domingo es un día ocupado para los siervos de Jehová en Corea.

Cuando los misioneros americanos participan en la obra de predicación de casa en casa pocas veces se les invita a entrar, por causa de las presentes condiciones económicas. A menudo la entera familia tiene que vivir en solamente una pieza y titubean en cuanto a dejar a uno entrar. Pero aun si se le invita a entrar, descubre uno que las casas no están calentadas al estilo del hogar occidental, puesto que no se hace nada para calentar el aire en la pieza. Calientan los pisos por medio de hacer que el humo del fuego de la cocina pase por debajo de ellos. Pero el piso está caliente sólo si hay un cojín sobre él para mantener el calor en el piso. Entonces uno se calienta mediante el poner las manos y pies debajo del cojín. A veces se usan pequeños braseros para carbón de leña para calentar las manos y mantener caliente el agua para té. Por lo tanto uno tiene que abrigarse tanto dentro de la casa como afuera. La pequeña cantidad de carbón y leña que puede conseguirse es muy cara, y los salarios son bajos; por eso en la mayoría de los hogares el combustible se usa sólo para cocinar.

En meses recientes ha sido muy grato ver llegar al conocimiento de la verdad y exhibir fe verdadera en la Biblia a un número creciente de personas que no habían tenido ninguna afiliación previa con organización alguna que profesara ser cristiana. Un caso reciente en Chonju es típico de esto. Hace poco un oficial del gobierno provincial fué bautizado. Él había presentado muchas preguntas difíciles antes de aceptar la Biblia como verídica. La paciencia que manifestó al oír y meditar sobre el asunto hizo posible que los testigos de Jehová disiparan sus dudas una por una, y ahora él muestra gran entusiasmo por la verdad. Debido a sus esfuerzos fué posible usar el auditorio de una escuela pública para la conferencia que el siervo de circuito pronunció en Chonju este mes. Ciento setenta personas asistieron a la conferencia. Se regocijó la congregación de Chonju, puesto que su asistencia usual a las reuniones en su Salón del Reino es de alrededor de 60 personas. Muchos budistas, adoradores de antepasados, confucianistas y aun ateos están entrando en la verdad. Se calcula que el cincuenta por ciento de los que se bautizan ahora no han tenido previa afiliación “cristiana.”

Hay dos congregaciones prósperas en Seúl ahora y juntas cuentan con casi 300 concurrentes al estudio de La Atalaya regularmente. Una de las congregaciones usa el segundo piso de lo que antes era un hospital. La doctora que es dueña del edificio provee las cuatro piezas gratis para el Salón del Reino. Ella misma es muy activa en el servicio.

El marido de esta doctora era anteriormente un alto oficial del gobierno nacional. En ese tiempo su esposa recibió la verdad, pero él estaba tan ocupado en asuntos oficiales que no podía tomar el tiempo necesario para investigar los detalles de las doctrinas enseñadas por los testigos de Jehová. Ahora que está de nuevo en negocio particular se toma el tiempo. No se acuesta sino hasta tarde leyendo la Biblia y las publicaciones de la Sociedad y ahora las da a conocer a otras personas. Todavía está cerca del gobierno y ha podido ayudar muchas veces en los problemas de la Sociedad. Mediante él y su señora la verdad ha sido llamada a la atención de mucha gente prominente.

Seúl es todavía la misma ciudad asolada por la guerra que era el invierno pasado; pero ahora que ha regresado la mayor parte de sus habitantes, se están levantando chozas temporáneas donde antes había hogares y oficinas. Una vez más Seúl se ha transformado en bulliciosa metrópoli. Los testigos de Jehová están felices de estar otra vez en sus hogares y no están aflojando la mano en cuanto a la obra de testificar, la cual muchos de ellos aprendieron mientras eran refugiados en el sur. Antes de la guerra había una pequeña congregación en Seúl, pero ahora las dos congregaciones más grandes y activas son testimonio de que todavía hay vida, esperanza y alabanza en Corea. En noviembre de 1951 había más o menos 35 publicadores del mensaje del Reino entregando informes en Corea. En mayo de 1954 había 855 en 13 congregaciones y varios grupos aislados en el sur.

Estos nuevos siervos dedicados han venido de estaciones tanto altas como bajas de la vida coreana. Entre ellos está la señora del primer ministro de ese tiempo, y la mansedumbre y humildad que ella manifiesta hacia los mandatos de Jehová sirven de buen ejemplo para todos. Estudia su Biblia constantemente y está ansiosa de salir en el servicio del Reino y dispuesta a hacerlo a cualquier tiempo. Esto ha resultado en un cambio bastante grande en su vida, acarreándole problemas difíciles. Ella espera con confianza en Jehová y su organización sabiendo que se le suministrará la fuerza necesaria para continuar en Su obra. Últimamente ella acompañó a los hermanos de Seúl, quienes presentaron una conferencia pública en cooperación con una congregación más pequeña en una aldea a más o menos quince millas de Seúl. Porque ella asistió a la reunión todos los oficiales y dignatarios del pueblo asistieron también. El director de la escuela hizo que los estudiantes formaran filas para inclinarse delante de ella, pero ella rehusó este ademán, exhortándoles más bien a que dieran honor a Jehová y no a sus criaturas.

Hace algún tiempo varios soldados americanos estuvieron presentes en una reunión en el Salón del Reino en la casa misionera en Seúl. Por casualidad se oyó a un joven testigo decir: “Mire, por fin los americanos han empezado a entrar en la verdad.” Un buen número de GIs (apodo para soldados) se asocia con los testigos de Jehová aquí. Algunos aprovechan el tiempo que tienen aquí por medio de producir buenas obras en el servicio del Reino. Muchos GIs se han declarado de parte de la verdad en circunstancias difíciles. Algunos jamás habían oído de los testigos de Jehová antes de llegar a Corea.

El mensaje del Reino ahora está logrando algún progreso entre los de menos educación académica en los sectores rurales. Muchos analfabetos también están empezando a entender. Recientemente un pequeño grupo de publicadores aislados de un distrito rural empezó a hacer viajes periódicos a otra aldea situada a alguna distancia. Habían trabajado todo el territorio cerca de su propia área muchas veces. Estas visitas regulares produjeron fruto, puesto que el mes pasado esta nueva aldea apareció de repente en el mapa teocrático con el informe dado por 17 publicadores. Hay que tener gran valor para hacerse activo en la obra de predicación en un lugar rural en Corea. Allí se adhieren tan estrictamente a las tradiciones antiguas que los que las infringen son esquivados y, muchas veces, aun reciben daño físico. En Corea, como en otras partes del Oriente, los ancianos gobiernan a los jóvenes. En su vida familiar la suegra domina completamente a la nuera y ni siquiera el hijo puede intervenir. El nieto es dominado a menudo por cualquiera de los abuelos. El que estas personas desafíen esta autoridad tradicional cuando sus mayores se resienten de su actividad cristiana es un gran paso que tiene que considerarse muy cuidadosamente. A veces el prejuicio de los mayores es muy violento, pues consideran que el cristianismo trae oprobio a su forma de adoración de antepasados. El presenciar a estos hermanos volverse de estas tradiciones fuertes nos ayuda a entender el significado de las palabras de Jesús: “Deja que los muertos entierren a sus muertos.” Es consejo necesario para los que están restringidos por tales tradiciones.

Aquí en este país asolado por la guerra existe un segmento de esa nación, acerca de la cual se profetizó en Ezequiel 38, que está en paz y habita en aldeas sin muros. La descripción que dió Ezequiel de los que viven en seguridad en la organización de Jehová la comparten los testigos de Jehová en Corea a pesar de su proximidad a una de las situaciones políticas más explosivas de la historia. ¡Jehová es su confianza!

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