Entrenándose para ser clérigo
En Pasadena, California, Bernardo York, de 22 años, estudiante de teología del Colegio Nazareno de Pasadena, se declaró culpable en la corte municipal del cargo de torturar a un gato. El joven admitió que él empapó con alcohol al gato y luego le prendió fuego, y se puso a observar las llamas y oír los alaridos. El juez, quien puso al muchacho bajo libertad condicional por un año sin imponerle sentencia de cárcel, comentó que el joven es “un estudiante normal, inteligente e industrioso con antecedentes de entrenamiento cristiano y ansioso de hacerse ministro.” (Examiner de Los Ángeles, 16 de abril de 1955) Uno no puede menos que preguntarse si el joven se está entrenando para enseñar acerca de las llamas siseantes y los alaridos que componen el ficticio infierno de tormento eterno inspirado por el clero.