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  • El nuevo libro “Faith on the march”
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 1/8 págs. 462-464

El nuevo libro “Faith on the march”

MILLONES de personas están sin fe hoy día. No obstante, muchas ni siquiera se dan cuenta de ello. Hasta que surgen circunstancias extremadamente críticas que someten a prueba su fe no hallan razón para dudar de su fuerza o sospechar que sea débil.

Un nuevo libro en inglés perteneciente al campo de la literatura inspirativa ha sido presentado al público por Prentice-Hall, Inc., de Englewood Cliffs, Nueva Jersey, y se puede obtener en las principales librerías de los Estados Unidos y el Canadá. Este ofrece un conmovedor y dramático mensaje de esperanza a personas de todo antecedente religioso. Es el libro Faith on the March (La fe en marcha), escrito por A. H. Macmillan, que lleva en la cubierta externa removible el subtítulo “Mi vida de gozoso servicio con los testigos de Jehová.” Aquí se reseña, no sólo la historia de la fe de un hombre, sino la fe de un entero movimiento religioso que lo ha llevado con éxito a través de algunos de los años más dificultosos por los cuales haya pasado religión alguna.

Como se declara en la carta al lector escrita como preámbulo por N. H. Knorr, presidente de la Sociedad Watch Tówer Bible and Tract: “Este libro es más que la historia de la fe creciente de un hombre. Creo que el Sr. Macmillan ha hecho un esfuerzo sincero por capturar y describir la esencia de la religión que él reconoce como lo que ha dado significado a su vida. Él revela a los testigos de Jehová como personas humanas. Admite sus equivocaciones y . . . revela sus esperanzas, y presenta sólidas razones bíblicas del porqué estas esperanzas atraen a hombres de toda clase. El libro es una narración franca y veraz. Es singular sólo en lo que concierne a las experiencias personales de A. H. Macmillan. En muchos otros respectos pudiera ser la historia de cualquiera de cientos de testigos de Jehová a quienes he conocido.”

Es con este tenor que el capítulo de apertura, “Un punto de viraje,” deja establecido el diseño que se ha de seguir por todo el libro: “Hoy la gente anda tanteando en busca de religión, porque la vida sin la verdad acerca de Dios y el hombre no satisface. Estas personas que a ciegas buscan no saben adónde va este mundo. Una vez yo tampoco sabía. No sabía adónde iba yo mismo. . . .

“Lo que yo he hallado lo están encontrando todavía miles de personas cada año. Y éstas son personas como usted y yo, ni más ni menos, porque son personas de toda nacionalidad, raza, oficio y edad. La verdad no hace acepción de personas.

“Ahora sí sé adonde voy. Seguridad tengo también de que sé adonde va el mundo. . . . Cuando por primera vez empecé a buscar estas respuestas no eran tan patentes como ahora lo son. En realidad, las evidencias que ahora aceptamos como cosas que suceden día tras día ni siquiera existían entonces. Eran en aquel tiempo sólo profecías de la Biblia que estaban siendo interpretadas de muchas diferentes maneras por diferentes grupos. Pero un grupo de serios estudiantes de la Biblia presentaba los asuntos de una manera que me pareció muy razonable. Ahora veo que mi confianza estuvo bien fundada.

“¿Me pregunta usted por qué todavía soy parte activa de ese movimiento, por qué mi celo es más perspicaz y mi convicción más fuerte que nunca? Le diré. Es porque yo he vivido hasta ver realizada gran parte de la esperanza que tanto llenó mi vida de joven. Es porque he vivido suficiente tiempo para ver profecías de la Biblia que nosotros preciábamos y considerábamos sagradas—pero de las cuales se mofaban y burlaban los incrédulos—cumplirse ya. Es porque en mi vida he visto a este movimiento cazado y perseguido por personas que decían que servían a Dios hasta que quedó derrotado en muerte-sólo para sobrevivir y renacer con un nuevo modo de vida, reorganizado para una obra aun más poderosa, y sin embargo dedicado a las mismas normas de justicia que han caracterizado su funcionamiento desde su principio. He visto a este movimiento apegarse a esas normas, rehusando transigir a favor de la conveniencia. He visto a hombres ambiciosos levantarse dentro de la organización y esforzarse por pervertirla, pero sólo para quedar completamente derrotados porque la mayoría de los que están asociados con este movimiento están inalterablemente dedicados a servir a Dios, no al hombre. He hallado compañerismo, sí, verdadera hermandad, con gente de toda raza y nación. Estas son las cosas que yo he deseado desde mi juventud.

“¿Puede usted decirme por qué un hombre que—no una vez, sino muchas veces—ha visto llegar a existir cosas que se le había dicho que vería; por qué un hombre que ha observado el desenvolvimiento del propósito predicho de Dios y el cumplimiento de las profecías;—puede usted, le pregunto, decirme por qué un hombre tal no habría de tener fe? Mi fe es más fuerte con cada día que pasa. Y habiendo visto realizarse tantas cosas ya, confío cada vez más en que las cosas por las cuales todavía espero se realizarán también algún día.”

Desarrollándose con este tenor como base es que surge la historia verídica de una “fe en marcha.” La larga asociación del autor con Carlos Taze Russell lo capacita para narrar la búsqueda temprana de este hombre amado por la verdad, las dificultades a que se enfrentó y el rápido crecimiento del interés en el mensaje de la “aurora de la edad milenaria.” Él lleva al lector consigo al año 1914 con las esperanzas del “fin del mundo” que se esperaba en aquel tiempo, entonces explica por qué el año 1914 no fué una desilusión y da evidencias claras y precisas de que el “tiempo del fin” sí llegó en ese año para el mundo de Satanás. La rebelión interna que siguió a la muerte de C. T. Russell se describe gráficamente, y se presenta con ello una contestación a todos los que voluntariosamente se han opuesto a la organización de Dios. El juicio de 1918 de los funcionarios de la Sociedad, incluyendo al autor mismo, y sus subsiguientes experiencias en la prisión de Atlanta se presentan en detalle, seguido esto por la incertidumbre que se tenía en conexión con la obra después de haberse obtenido la libertad, entonces el entusiasmo creciente y gozo al fin por el nacimiento de la sociedad del nuevo mundo. Lucha en los tribunales, violencia de chusmas, el cambio en la estructura de la organización de manera que se conformara a las normas teocráticas primitivas, la expansión internacional, cómo se sostiene pecuniariamente la obra—todo lleva al lector a través de la administración de J. F. Rutherford como segundo presidente de la Sociedad y hasta la tercera presidencia, la de N. H. Knorr.

El autor presenta un registro de la realidad viva para probar que la religión no es una filosofía destinada simplemente a dominar el comportamiento del hombre o un conjunto de ritos formales para preparar el “alma” para un “más allá.” Sostiene que la religión correcta es un modo de vida, un patrón de pensamiento cambiado para conformarse a requisitos específicos que Dios ha establecido para todos los que quieran tener su aprobación. Él pinta una sociedad completamente del nuevo mundo que está viviendo esa religión ahora mismo, una sociedad de personas de todas las razas, tribus y lenguas unida en la adoración común de Dios.

Él muestra que este nuevo modo de vida se hizo necesario debido a la desobediencia de nuestros primeros padres, Adán y Eva, y que, como resultado, la muerte ha rondado por toda la tierra sin que nadie detenga sus estragos. Recuerda al lector que Jesucristo redimió al género humano al dar su vida como rescate hace casi dos mil años, y sin embargo la enemiga muerte todavía reina suprema sobre la humanidad y Satanás sigue suelto como el dios de este sistema de cosas e interviene en cualesquier intentos que haga el hombre por mejorar su situación. Sólo Jehová Dios puede corregir la situación. El propósito que él tiene de hacer eso y cómo él lo logrará forma el tema de toda la Biblia. “El que recibamos o no provecho del programa de actividad de Dios depende enteramente de cómo lo consideremos y de si estamos dispuestos o no a aceptarlo gustosamente y cumplir con lo que él requiere de nosotros.”

Este es un libro para nuestra generación. Nace de la necesidad de un mundo que busca estabilidad, fe y garantía de seguridad. Con las naciones armadas hasta los dientes con las más mortíferas armas que se han inventado; con el temor, el odio y la sospecha sentados a la mesa de conferencias; con la desconfianza y el engaño minando hasta las negociaciones de paz que con mucho esfuerzo se han logrado y los esfuerzos que se hacen por lograr un desarme—¿cuán pequeña chispa se necesitaría para hacer arder en llamas al mundo? Y sin embargo, aquí hay una fe que es tangible, razonable y real.

Hablando de la esperanza que la Biblia ofrece, el autor pregunta, con una exhortación final: “¿Dice usted que eso es demasiado bueno para ser cierto? Al contrario, ¿no sería razonamiento débil el concluir que el hombre caído pudiera idear mejor arreglo para el futuro de las criaturas, hechas a la imagen de Jehová, que el Creador amoroso y omnisapiente? . . . ¿Se ha preguntado usted alguna vez: ‘¿Cuánto realmente amo a Dios? Si yo descubriera que la Palabra de Dios, la Biblia, contradice lo que siempre he creído, ¿por cuál de las dos cosas me dejaría guiar? Si tuviera que escoger entre alguna persona respetada o muy amada y mi Creador, ¿qué decidiría yo? Si de repente se me prohibiera por ley adorar a Dios, si el continuar adorando me pudiera costar la vida, ¿qué haría yo?’

“Puede suceder que algún día usted se enfrente a circunstancias como ésas que le hagan ponerse a determinar si tiene la religión correcta o no. Esto podría ser una verdadera batalla para usted, pero estoy seguro de que si usted hace la selección correcta eso le dará tranquilidad de ánimo y será agradable a Dios. Yo me he tenido que enfrentar a cada una de estas decisiones y a muchas otras también, y hoy estoy más resuelto que nunca a seguir adelante en mi fe. Esta ha hecho que la vida valga la pena para mí. Todavía me está ayudando a enfrentarme al futuro sin temor.

“Espero que mi historia le ayude a hacer lo mismo. Si así es, entonces habrá valido la pena haberla contado.”

[Ilustración de la página 463]

A. H. Macmillan

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