Lo ‘iluminado’ de la antigua Roma
● Mark Twain, famoso autor estadounidense, escribió en el capítulo 26 del tomo I de The Innocents Abroad: “Hace unos diecisiete o dieciocho siglos, los hombres ignorantes de Roma solían poner a los cristianos en la arena del Coliseo que está allí, y soltarles las fieras salvajes como una función de entretenimiento. También era para dar una lección. Era para enseñarle a la gente a aborrecer y temer la nueva doctrina que los seguidores de Cristo estaban enseñando. Las fieras destrozaban a las víctimas y las convertían en unos pobres cadáveres mutilados en un abrir y cerrar de ojos. Pero cuando los cristianos subieron al poder, cuando la santa Madre Iglesia llegó a ser señora sobre los bárbaros, ella no empleó medios como ésos para enseñarles que estaban equivocados. No, ella los puso en esta agradable Inquisición y les señaló al Bendito Redentor, quien era tan benigno y misericordioso con todos los hombres, e instó a los bárbaros a amarlo; e hizo todo lo que pudo para persuadirlos a amarlo y honrarlo—primero torciéndoles los dedos pulgares hasta desencajarlos con un tornillo; luego pillándoles la carne con pinzas—al rojo vivo, porque son las más cómodas en tiempo frío; entonces desollándolos vivos un poco, y finalmente asándolos en público. Siempre convencían a esos bárbaros. La religión verdadera, apropiadamente administrada, como la buena Madre Iglesia la administraba, es muy, muy calmante. Es maravillosamente persuasiva, también. Hay gran diferencia entre echar personas a las fieras y despertar sus mejores sentimientos con una Inquisición. El primero es el sistema de bárbaros degenerados, el segundo es el de gente iluminada y civilizada. ¡Qué lástima que la juguetona Inquisición no exista ya!”