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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
w62 1/9 pág. 543

Preguntas de los lectores

● ¿Pudieran ayudarme a encontrar la declaración, que según suponen algunos está en la Biblia, de que “mejor es que un hombre ponga su semen en el vientre de una ramera a que lo arroje en tierra”?—M. P., EE. UU.

Esta pregunta se ha hecho repetidamente y casi en todos los casos ha sido citada por un católico romano. Según el Servicio de Información de los Caballeros de Colón, esta declaración no representa el punto de vista católico romano. Pero por otra parte, un sacerdote, hablando por la Catedral de San Patricio en Nueva York, declaró que era más natural poner el semen de uno en el vientre de una ramera que derramarlo en tierra aunque no había texto bíblico que dijera eso. Esta es la clase de pensamiento empleado por sacerdotes católicos romanos de ciertas partes de Italia, porque se ha sabido que han excusado la fornicación y el adulterio mientras no se practicara la restricción de la natalidad.

Es obvio que esa declaración va en contra de todo lo que dicen las Escrituras sobre el asunto de las relaciones sexuales. No obstante, quizás el dicho sea una corrupción del registro bíblico en cuanto a Onán, quien prefirió derramar en tierra su semen antes que ejecutar el deber de matrimonio de levirato para con la esposa de su hermano difunto, por lo cual fue muerto por Jehová.—Gén. 38:9.

● ¿Por qué se dirigen unos a otros como “hermano” y “hermana” los testigos de Jehová? Nunca he hallado autoridad para eso en las Escrituras. Jesús siempre se dirigió a sus discípulos como “Pedro,” “Juan,” y así por el estilo, pero nunca como “hermano Pedro” y “hermano Juan.”—E. J., EE. UU.

Hay razones válidas para que los dedicados creyentes cristianos se refieran unos a otros como “hermano” y “hermana.” Es cierto que, con pocas excepciones, al usarse estos términos en los Evangelios y en el libro de los Hechos se refieren a parientes de carne y sangre. No obstante, Jesús sí usó la expresión “hermano” en sentido general para compañeros creyentes cuando dijo: “¡Miren! ¡Mi madre y mis hermanos! Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano.” También, “Si tu hermano comete un pecado, ve y descubre su falta entre ti y él a solas. Si él te escucha, has ganado a tu hermano.”—Mat. 12:49, 50; 18:15.

Los apóstoles y discípulos de Jesús usaron el vocablo “hermano” en un sentido aun más directo. Y por lo tanto muchas veces encontramos expresiones como éstas por todos sus escritos: “Dejen de mezclarse en compañía con cualquiera que se llame hermano que sea un fornicador,” dijo Pablo. Ananías, el discípulo fiel, se refirió a Saulo el perseguidor, que se había arrepentido, como a “Saulo, hermano.” Más tarde, Pablo mismo habló de “Sóstenes nuestro hermano,” “Apolos nuestro hermano,” “Tito mi hermano,” y “nuestro hermano Timoteo.” Así también Pedro se refirió a Pablo como a “nuestro amado hermano Pablo.” Y en Hechos 21:20 leemos: “Le dijeron: ‘Tú puedes ver, hermano, cuántos miles de creyentes hay entre los judíos.’” Seguramente que en vista de todos estos ejemplos no puede haber objeción válida a ello cuando los cristianos se refieren a compañeros creyentes como “hermano” y “hermana.”—1 Cor. 5:11; Hech. 9:17; 1 Cor. 1:1; 16:12; 2 Cor. 2:13; Heb. 13:23; 2 Ped. 3:15.

El uso de un nombre de familia o apellido además del nombre, cosa que no se hacía en el primer siglo, también ha hecho ventajoso el que se use la expresión “hermano” con el nombre de la familia como ahora se hace. Ayuda a evitar tanto el extremo de familiaridad indebida como el de reserva indebida. El dirigirse a un adulto por su nombre personal hoy indica una familiaridad que quizás no siempre sea apropiada, especialmente no de parte de jóvenes para con adultos o de parte de extraños unos con otros. Por otra parte, el usar el término formal “señor” tendería a indicar falta de amistad, una reserva que no prevalece entre los miembros de la comunidad dedicada cristiana. Por lo tanto parece que “hermano” y “hermana” son las designaciones lógicas y también bíblicas a usar, puesto que los cristianos dedicados se consideran miembros de una familia espiritual o religiosa.

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