Transformado por el poder de la Palabra de Dios
EL APOSTOL Pablo aconsejó: “Transfórmense rehaciendo su mente,” sí, “sean hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente,” vistiéndose “de la nueva personalidad, que por medio de conocimiento exacto va haciéndose nueva.” (Rom. 12:2; Efe. 4:23; Col. 3:10) ¿Produce resultados la aplicación de estas palabras en esta era moderna? La siguiente experiencia de una testigo de Jehová da la respuesta:
“Mientras trabajaba de secretaria en una empresa grande, por mi trabajo llegué a conocer a un joven que era representativo de este viejo sistema de cosas. Fumaba constantemente y, cuando estaba irritado, su lenguaje era atroz. Sus modales eran toscos y hacía comentarios muy mordaces. Pasaba sus noches y fines de semana en mala compañía y en malos lugares.
“Un día al mediodía vino a mi escritorio. Por lo general yo comía allí para poder estar sola y estudiar. Dio vueltas por un rato como si algo le molestara y finalmente dijo: ‘¿Puedo hacerle una pregunta?’ Contesté que sí, a lo cual acercó una silla a mi escritorio y me preguntó cuál era mi religión. En ese tiempo no supe por qué me había preguntado eso, pero más tarde supe que él había notado que yo actuaba de manera diferente de las demás personas de la oficina.
“Le dije que yo era testigo de Jehová, pero esto no suscitó ninguna respuesta, pues su expresión quedó igual. Dijo que nunca había sabido de ellos y preguntó qué los hacía tan diferentes de cualquier otra religión. Aunque expliqué que había muchas diferencias, di énfasis a la esperanza de vida eterna en la Tierra bajo el reino de Dios. Con mi Biblia, le di prueba bíblica. Pronto llegó la hora de volver a trabajar, pero al día siguiente volvió para continuar nuestra conversación. La señora con quien él trabajaba más tarde me dijo qué había pensado él de la primera plática que tuvimos. Él le dijo que había pasado toda la hora de la comida hablando de religión conmigo. Cuando ella le preguntó a qué religión pertenecía yo, contestó: ‘No recuerdo exactamente, pero sea cual sea, ¡es la verdadera!’
“Después de un tiempo dejó de trabajar allí y sugerí que tuviera un estudio bíblico de casa regular. Hice arreglos para que el ministro presidente de la congregación de los testigos de Jehová de su vecindad lo visitara y le ayudara. No tuvo la oportunidad de hacer esto, porque el joven mismo buscó el Salón del Reino e hizo arreglos para un estudio bíblico.
“¡Cuánto me emocionó verlo asistir a todas las sesiones de nuestra asamblea de circuito! ¡Imagínese el gozo que sentí al oírlo pronunciar su primer discurso en la Escuela del Ministerio Teocrático en su congregación! Pronto se bautizó. Más tarde tuve el gozo adicional de oírlo presentar su primer discurso público. Sentada allí escuchándole, no pude menos que recordar cómo era él antes en el trabajo... sus hábitos malos y su lenguaje obsceno. Ahora aquí delante de mí estaba la misma persona transformada por la poderosa Palabra de Dios en un ministro capacitado. Continuó avanzando de modo que ahora dedica todo su tiempo a la obra de ayudar a otros a vestirse ‘de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad.’—Efe. 4:24.”