“Una iglesia quebrantada”
◆ Al mundo “no le importa nada” de Jesucristo, declaró el presidente saliente del Concilio Nacional de Iglesias. ¿Quién tiene la culpa? Las propias iglesias, dijo Rubén H. Mueller, obispo más antiguo de la Iglesia Evangélica de los Hermanos Unidos, en la VII asamblea trienal general del concilio. Las iglesias, explicó él, todavía muestran el efecto de la imposición de la religión por el emperador romano Constantino. “Debido al valor político de los cristianos, [Constantino] obligó a sus soldados a punta de espada a bautizarse y adaptó el cristianismo como la religión oficial del imperio.” Después afirmó que “la cosecha de la tragedia” de aquel acontecimiento, que se siguió segando a través de los siglos, ha incluido “la unión de la religión con la política y de la iglesia con el estado,” así como también “el uso del poder militar para imponer la voluntad de ambos.” El resultado, lamentó el obispo, “es una iglesia quebrantada.”—El Sun de Baltimore, 5 de diciembre de 1966.