Su diversión... ¿la tiene controlada o lo controla a usted?
¡QUÉ agradable es participar en diversión que da alivio de la tensión, en un juego o modo de recreación que suministra refrigerio! Las formas de diversión son numerosas. Cuando uno controla la cantidad de tiempo que usa en tal recreación, así como su punto de vista sobre un juego, puede sacar provecho. Sin embargo, en algunos casos la diversión deja de estar controlada y en cambio llega a ser lo que controla la vida de uno, consumiendo una cantidad excesiva de tiempo y atención.
En St. Kitts, en las Islas de Sotavento, un ministro de los testigos de Jehová conducía un estudio bíblico de casa gratuito con un señor que estaba especialmente aficionado al juego de damas. Muchas personas del vecindario se reunían para verlo jugar. Era un jugador tan apasionado que a veces desatendía su negocio de sastrería y por consiguiente sufría financieramente. Hasta permitía que su obsesión por el juego estorbara sus citas para estudiar la Biblia con el ministro. Verdaderamente, en su caso, su recreación o diversión no estaba controlada; más bien, era lo que controlaba su vida.
Finalmente el Testigo decidió hablarle francamente en cuanto al asunto, porque no estaba progresando espiritualmente en su estudio de la Palabra de Dios. Se le explicó que juegos como el de damas no son malos. Cuando se controlan, pueden jugarse con disfrute y beneficio. Sin embargo, se le mostró que existen peligros en cuanto a la diversión. Uno puede permitir que un juego asuma tanta importancia que uno pierda el espíritu de la diversión y la amistad. El resultado puede ser riñas y peleas. El ‘promover competencias unos con otros,’ que se condena en la Biblia, fácilmente llega a ser lo que sucede. (Gál. 5:26) Además se le mostró al hombre que había estado permitiendo que su recreación estorbara su estudio de la Biblia, una cosa que es vitalmente importante para todos los que desean el favor de Dios y la vida eterna. (Juan 17:3) ¿Qué haría?
Aquel señor decidió que, en vista de que aquel juego era para él un hábito que lo dominaba, en su caso sería mejor dejarlo por completo. Regaló el tablero de damas. Las muchedumbres que habían frecuentado su lugar se alejaron. Tuvo más tiempo para manejar su negocio así como suficiente tiempo para estudiar la Palabra de Dios en paz. De nuevo comenzó a progresar espiritualmente. Poco después se bautizó en una asamblea grande de los testigos de Jehová, así llegando a ser él mismo ministro ordenado de Dios.
Se ve que vale la pena, entonces, el que uno examine un deporte, afición o forma de diversión y se pregunte si, en su vida, uno tiene esto controlado o ello lo controla a uno.