¿Recuerda usted?
¿Ha leído usted cuidadosamente los números recientes de La Atalaya? En tal caso, sin duda recordará los siguientes puntos:
● ¿De qué manera dio a “conocer” o puso de “manifiesto” Jesús el nombre de Dios a sus seguidores?—Juan 17:6, 26.
Jesús no solo pronunció correctamente el nombre de Dios, sino que, por lo que fue, dijo e hizo, Jesús reveló los atributos, ley, voluntad y propósitos de su Padre, dando a conocer así la persona representada por el nombre.—Pág. 547.a
● ¿Cuándo y en qué sentido muere Jesús como Sumo Sacerdote para con los sobrevivientes de la “tribulación grande” que están en la antitípica ciudad de refugio?
Esto tiene lugar al fin del reinado de mil años de Jesús cuando estos sobrevivientes de la “tribulación” hayan alcanzado la perfección humana. Jesús muere para ellos en el sentido de que ya no se necesitará su servicio sacerdotal de limpiarlos con la sangre de su sacrificio.—Págs. 599, 600.
● ¿Por qué no aceptan para bautismo los testigos de Jehová a personas que tienen afición al tabaco?
El tabaco contamina al cuerpo y perjudica la salud; por lo tanto, el usarlo refleja falta de respeto al Dador de vida, Jehová Dios. El uso de tabaco no armoniza con la exhortación bíblica de que los cristianos ‘se limpien de toda contaminación de la carne y del espíritu.’ Además, el tabaco contiene una droga que produce afición, nicotina. Por eso se puede clasificar el tabaco con las drogas que forman afición como aquellas que suministraron la fuente para el término griego pharmakía, “droguería.” La Biblia declara específicamente que “drogueros,” sean éstos los que personalmente tienen por práctica usar tales drogas o los que instan a otros a que se den a tal práctica, no conseguirán aprobación divina. (Gál. 5:20; Rev. 9:21; 2 Cor. 7:1)—Págs. 626, 627.
● ¿Cómo podemos tener “muy presente la presencia del día de Jehová”?—2 Ped. 3:12.
Esto lo hacemos viviendo cada día como si el día de Jehová para juzgar viniera muy pronto. No lo consideraríamos como muy lejano, como si nos permitiera suficiente tiempo para participar en actividades egoístas y todavía tener tiempo para volvernos y escapar de la furia destructiva del día de Jehová.—Pág. 650
[Nota]
a Todas las páginas a las que se hace referencia son de La Atalaya de 1973.