¿Qué encierra el futuro para su prole?

¿ES USTED como padre o madre una persona devota y concienzuda, que esté profundamente interesada en el futuro de su prole? Si lo es, quiere que su hijo o hija reciba una excelente educación, que triunfe como persona, que se haga una vida de familia feliz y consiga seguridad. ¿Verdad?

Pero ¿qué posibilidades hay de que se realice ese futuro? ¿No es incierto todo hoy día? Entre otras cosas, ¿piensa usted en una educación universitaria para su hijo o hija? ¿Qué posibilidades hay de recibir una excelente educación universitaria en un ambiente que se caracteriza en gran parte por promiscuidad sexual y afición a las drogas? Añada a eso el hecho de que a muchas administraciones escolares realmente no parece importarles el que los estudiantes aprendan o no. La situación preocupa mucho a los padres concienzudos.

Mire más allá de la escuela a una carrera. ¿Qué le ofrece el mundo a su prole? ¿Quiere su hijo o hija estudiar leyes? ¡Pero qué frustratoria debe de ser una carrera de leyes cuando muchos abogados mismos admiten que por lo general es inútil esperar que la justicia triunfe en la sala del tribunal! ¿Está su hijo preparándose para ser doctor en medicina? Los hechos muestran que mientras más competente se hace un especialista médico, ¡más probabilidad hay de que sea plagado con demandas por malpraxis! En realidad, ¿qué futuro ofrece cualquier carrera comercial en vista de la situación económica actual? Todo en este viejo mundo está en extrema agitación. ¿Hay alguna razón para esperar que el futuro sea mejor?

No hay escape de ello, el futuro que este mundo le ofrece a su prole de veras es aciago. Pero cuando usted piense en el futuro, no excluya a Dios. Sí, hay un Dios en el cielo, el Ser Supremo, pues ¿de qué otra manera podría haber llegado a existir este maravilloso universo, incluso la Tierra y el hombre? (Rom. 1:20) Sin sombra de duda, Él se interesa muchísimo en lo que sucede aquí en esta Tierra, tal como un inventor se interesa en el éxito de su invento y tal como usted como padre o madre se interesa en el futuro de su prole. Él explica en su Palabra la Biblia lo que se propone tocante a la Tierra y la humanidad.

Entre otras cosas, la Biblia nos dice que Dios creó la Tierra para ser habitada. (Isa. 45:18) También, que su propósito amoroso es que el hombre viva para siempre en paz, justicia y felicidad. Así, el apóstol Juan recibió una vista previa del tiempo en que el propósito de Dios para la Tierra se realiza plenamente. En visión Juan vio el tiempo en que Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:4) ¿No es eso algo que usted querría para su hijo o hija?

Pero ¿podemos estar seguros de que Dios hará que se presenten estas condiciones? Sí, porque, como su Palabra nos asegura, Dios “no puede mentir.” (Tito 1:2) Además, también declara que es seguro el triunfo de los propósitos de Dios. Como lo atestiguan sus obras de creación, ¿no es él omnisciente, sapientísimo, así como omnipotente, todopoderoso? (Isa. 55:10, 11) Por eso podemos esperar con confianza el día en que estas condiciones reinarán sobre la Tierra. ‘Pero ¿cuándo?’ quizás pregunte usted. Según las profecías bíblicas, en particular la que dio Jesucristo, el Hijo de Dios mismo, la generación que ha visto las condiciones penosas que se han hecho generales desde 1914 verá efectuarse este cambio. “Esta generación,” dijo Jesús, “de ningún modo pasará . . . hasta que sucedan todas estas cosas.”—Mat. 24:34.

¡Piense en lo que eso significará! Todas las condiciones angustiosas que ahora afligen a la humanidad —guerras, hambres, terremotos, enfermedades, injusticias, penalidad económica y pobreza— todas serán suprimidas. Ese cambio, según lo predice la Biblia, se efectuará por un acto divino tan catastrófico que Jesús lo asemejó al gran diluvio del día de Noé. En Revelación 16:14, 16, se describe la culminación de esa gran tribulación y se le llama “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” en Har-Magedón.

Para que su hijo o hija, así como usted mismo, pase vivo a través de esa catástrofe y entre en ese mundo justo, pacífico y feliz, ¿qué tiene que hacer usted ahora? El profeta de Dios contesta: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra . . . Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.”—Sof. 2:3.

Si usted presta atención a ese mandato y enseña a su prole a hacer lo mismo, entonces tanto usted como su prole pueden esperar pasar vivos a través del día de la cólera de Dios, para entrar en ese nuevo sistema de cosas. ¡Ciertamente usted no podría desear ningún futuro mejor que ése para su prole!

Pero ¿qué hay si su hijo es demasiado joven para ejercer fe al llegar ese tiempo? La Biblia explica que Dios da a los hijos jóvenes de padres creyentes la misma consideración que muestra a esos padres. (1 Cor. 7:14) De modo que la posibilidad de supervivencia de ellos depende de lo que sus padres estén haciendo para demostrar fe en Dios. (Sant. 2:26) Eso es algo que merece consideración.

Pero nunca minimice la aptitud de jovencitos en cuanto a entender los principios de lo correcto y lo incorrecto, y para ejercer fe en Dios y en su Palabra. Enséñeles. Los publicadores de esta revista a menudo reciben cartas de niños de seis a ocho años de edad que expresan su aprecio por lo que están aprendiendo acerca de Dios y su Palabra. A este respecto se les puede asemejar al ministro cristiano primitivo Timoteo, a quien se instruyó en la Palabra de Dios desde la infancia en adelante. Sí, si como muestran los periódicos hay niños de pocos años que pueden imitar a los adultos en la comisión de toda suerte de crímenes, entonces ciertamente los niños de pocos años también pueden imitar a los adultos en seguir un derrotero de rectitud.—2 Tim. 3:14.

Pero ¿qué hay del joven cuyos padres pasan por alto el mandato de ‘buscar a Jehová, buscar la justicia y buscar la mansedumbre’? ¿Puede un simple joven hacer eso por su propia cuenta? ¡Definitivamente! De hecho, muchos jóvenes de diez a doce años de edad se han puesto de parte de Dios y de la justicia sin depender para ello de sus padres.

Está claro que este mundo no tiene ningún futuro brillante que ofrecerle a su hijo o hija. Sin embargo, la Palabra de Dios sí, y no solo a la prole suya, sino también a toda persona, joven o anciana, que ‘busque a Jehová, la justicia y la mansedumbre.’ Para obedecer esos mandamientos es necesario que ustedes compren para ustedes mismos el tiempo que queda, con el propósito de aprender lo que Dios requiere de ustedes y entonces aplicar en su vida diaria lo que aprenden. Hoy unos dos millones de testigos cristianos de Jehová están ayudando a otros a hacer precisamente eso, y, de solicitarlo ustedes, los Testigos que viven en su propia comunidad se complacerán mucho en suministrarles tal ayuda.