Preguntas de los lectores
● ¿Se propuso Dios originalmente que la mujer estuviera en sujeción a su esposo, o fue solo después que Adán y Eva pecaron y Dios le dijo a la mujer que “tu esposo . . . te dominará”?—Gén. 3:16.
Del registro bíblico se hace patente que el propósito original de Dios fue que el hombre fuese el cabeza de su familia y que la esposa estuviese en sujeción a su esposo.
Antes de ser creada Eva, Jehová dijo: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él.” (Gén. 2:18) Por lo tanto, el hombre tendría la responsabilidad principal en la familia y la mujer le ayudaría.
El apóstol Pablo, en 1 Timoteo 2:11-14, se refiere a que Adán fue creado primero, al mostrar que en la congregación cristiana las mujeres deben estar en sujeción a los hombres como superintendentes y que la mujer no debe ‘ejercer autoridad sobre el hombre.’ ¿Por qué? “Porque Adán fue formado primero, luego Eva. También, Adán no fue engañado, sino que la mujer fue cabalmente engañada y vino a estar en transgresión.”
Eva debería haber consultado cuidadosamente con su esposo respecto a cualquier decisión importante que se tuviera que tomar. Y especialmente debió haber estado alerta para preguntarle cuando fue puesta en la tentación de comer del fruto prohibido, puesto que la serpiente la estaba atrayendo a desobedecer el mandato que Dios había dado previamente, por medio de su esposo Adán, de no comer del fruto prohibido. El haber reconocido la jefatura de su esposo de esta manera habría sido una protección y una salvaguarda para ella. El que se hubiera sometido a la jefatura de él por medio de consultar con él y cooperar con él le habría ayudado muchísimo a rendir obedientemente adoración apropiada a Dios.
Al pronunciarle sentencia a Eva, Jehová dijo: “Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos, y tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará.”—Gén. 3:16.
No parece que Jehová haya producido directamente estas condiciones como castigo a Eva y, por herencia, a todas sus hijas descendientes. Más bien, al cortar del favor divino tanto a la mujer como al hombre, Jehová estaba señalando a las consecuencias y los abusos que se producirían como resultado de aquello. El dar a luz hijos sería muy difícil en medio de condiciones de imperfección. Jehová previó que ahora dentro del arreglo matrimonial las imperfecciones resultarían con frecuencia en frustración, inquietud y disturbio. Sería un deseo natural para la mujer desear vehementemente un esposo, no solo para satisfacción sexual, sino por desear un hogar e hijos, seguridad y compañerismo. Estos deseos serían muy fuertes en la mujer aunque la realización de ellos significaría dominación por un esposo imperfecto.
Tal dominación por parte del marido se extralimitaría del ejercicio normal de la jefatura. A veces sería el resultado de que la mujer tratara de usurpar la jefatura de su esposo, y de que el hombre resistiera tal usurpación. También, a menudo el hombre tendería a abusar de su jefatura.
Aun en el matrimonio cristiano, el apóstol Pablo advirtió que habría ocasiones en que habría “tribulación en su carne.” (1 Cor. 7:28) No obstante, en medio de condiciones de imperfección, se puede tener una buena medida de felicidad y buen éxito en un matrimonio cristiano. Si predomina el amor y el esposo y la esposa aprecian y cumplen con sus papeles respectivos, cualquier tendencia a la dominación por la esposa o a abuso de la jefatura por parte del esposo se mantendría en lo mínimo. La esposa cristiana discierne que es sabio el sujetarse a la jefatura de su esposo con profundo respeto, y el esposo cristiano se mantiene alerta para amar a su esposa como ama a su propio cuerpo.—Efe. 5:21-23.
No hay razón para que una esposa cristiana se sienta frustrada o indebidamente restringida por sujetarse apropiadamente a su esposo. De la misma manera, los de la congregación cristiana muestran sumisión a los ancianos de la congregación que están llevando la delantera. (Heb. 13:17) Los ancianos tienen mayor responsabilidad, aunque no son superiores a sus hermanos a quienes sirven. De la misma manera, el esposo tiene la posición de ser cabeza de su familia, aunque esto no lo hace superior a su esposa. Son coherederos de la vida.—1 Ped. 3:7.