Preguntas de los lectores
● Un conocido mío está progresando hacia el bautismo cristiano, pero su visado para estar en este país ha expirado. ¿Qué debo aconsejarle?
Ciertamente usted debe darle encomio por su deseo de conocer y seguir el consejo de Dios. Las Escrituras instan a los cristianos a ser observantes de la ley, a pagar a César lo que es de César. (Mat. 22:21) Por lo tanto, sería bueno que usted instara a este hombre a hacer cuanto pudiera para rectificar su condición legal, que en la actualidad puede considerarse como la de extranjero ilegal.
Es evidente que él no está hurtando, mintiendo, viviendo en inmoralidad o violando de otras maneras las leyes morales de Dios que se dan claramente en la Biblia. Mencionamos esto porque la persona que está quebrantando las leyes de Dios tiene que arrepentirse y volverse antes de calificar para el bautismo cristiano. (1 Cor. 6:9, 10; Hech. 26:20; 2:38) Pero, este hombre quiere saber: ¿Qué hay en cuanto a acatar las leyes del país, como en su caso?
La Biblia aconseja a los cristianos que obedezcan las leyes del país en todos los asuntos en que no hay conflicto con la ley de Dios. (Rom. 13:1; Hech. 5:29) El apóstol explicó que al proceder así no tendremos que temer castigo de las autoridades, las cuales castigan a los transgresores. También, así podemos tener una conciencia limpia.—Rom. 13:3-5.
No obstante, la Palabra de Dios no impone a la congregación cristiana, por medio de sus superintendentes, la obligación de familiarizarse con todos los detalles de la ley civil y la ley penal para imponer su cumplimiento. Podemos ver esto en la manera en que Pablo manejó el caso de Onésimo.
Onésimo era esclavo de un cristiano colosense llamado Filemón. Por alguna razón egoísta Onésimo huyó a Roma para poder perderse entre las masas de la gente allí; es posible que hasta le haya robado a su amo antes de huir. En Roma como esclavo fugitivo (latín: fugitivus) Onésimo se comunicó con Pablo, se hizo cristiano y le rindió servicios a Pablo. Con el tiempo el apóstol instó a Onésimo a que regresara a su amo legal, y Pablo hasta estimuló a Filemón a recibir a Onésimo como hermano y tratarlo bondadosamente.—File. 8-22.
Tome nota de que mientras Onésimo estuvo en Roma el apóstol Pablo no lo entregó a las autoridades romanas para que recibiera castigo como esclavo fugitivo y posiblemente como ladrón. Por los escritos de Pablo sabemos que él creía que el cristiano debe obedecer la ley del país, pero está claro que no consideraba que era deber de la congregación servir de brazo del gobierno en mantener servicio policíaco con relación a la vida de los individuos. También, podemos observar que la situación de Onésimo no se trató como barrera contra el que se bautizara. Con el tiempo Onésimo, probablemente movido por consejo como el que se había escrito antes en Romanos 13:1-5 y por los apremios personales de Pablo, optó por regresar a su amo legal.
Hoy la congregación cristiana sigue un proceder que armoniza con este modelo o patrón bíblico. No verifica, antes de permitir que alguien se bautice o continúe en la congregación, para ver si la casa de la persona satisface todo detalle del código sobre construcciones, si la persona ha satisfecho todo detalle en cuanto a su estado legal en el país, etcétera.
Esto de ninguna manera sugiere que al pueblo de Dios le importan poco las leyes de César. Al contrario, se nos conoce bien como gente que se esfuerza por ser observante de la ley; muchos oficiales gubernamentales han alabado a los testigos de Jehová por esto. Es hasta como Pablo escribió en cuanto a obedecer a la autoridad gubernamental: “Sigue haciendo el bien, y tendrás alabanza de ella.”—Rom. 13:3.
Los hombres que llevan la delantera en la congregación deben ser dechados particularmente en este respecto. Acerca de los ancianos y siervos ministeriales la Biblia dice que deben ser ‘irreprensibles,’ “tener excelente testimonio de los de afuera” y estar “libres de acusación.” (1 Tim. 3:2, 7, 10) Por esto, el cristiano que opta por pasar por alto requisitos legales bien conocidos de “César” difícilmente estaría en posición de ser recomendado para esos puestos en la congregación. Los hombres recomendados para esos privilegios deben ser los que ‘se adhieran firmemente a la fiel palabra,’ no solo en lo que dicen, sino también en la manera en que optan por vivir, incluso su aplicación del consejo de pagar “a César las cosas de César.”—Tito 1:7-9.
Es cierto que cada individuo, cristiano o no, es responsable personalmente en cuanto a si acata las leyes civiles o no. Sin embargo, será una muestra de bondad por parte de usted el compartir con su conocido estos pensamientos bíblicos. Ciertamente el consejo de la Biblia en cuanto a ser obedientes a las leyes gubernamentales es sabio y para nuestro bien. Al aplicarlo, los cristianos pueden evitarse problemas penosos y disfrutar de una conciencia limpia al servir a Dios.