El maestro que era diferente
ES DIFÍCIL remontarse mentalmente a un punto específico de la historia pasada y captar su “espíritu”... los sentimientos y actitudes de la gente que vivía entonces. Para entender mejor lo diferente que era Jesús de los otros maestros de su día, podemos examinar los puntos de vista de los rabinos. Muchos tenían un punto de vista extremadamente ensalzado de Israel, y enseñaban que ‘Israel había estado en los pensamientos de Dios antes de la creación del Universo.’ También daban gran énfasis al conocimiento de las costumbres y se enorgullecían mucho de ser descendientes de Abrahán. Edersheim, docto en asuntos bíblicos, hace notar lo siguiente: “La aversión, no sin su mezcla de desprecio, a todas las costumbres, pensamientos y asociaciones gentiles; la adoración de la letra de la Ley; el pagarse de su propia justicia y el orgullo relacionado con sus ascendientes, y, más todavía, relacionado con el conocimiento,” todo contribuyó a un “antagonismo absoluto a las alegaciones de un Mesías, que tan diferente era de ellos mismos y de su propio ideal.”
Esto nos ayuda a comprender por qué hasta los no educados podían discernir las diferencias que existían entre las enseñanzas de Jesús y las de los rabinos. Como indica Mateo: “Las muchedumbres quedaron atónitas por [el] modo de enseñar [de Jesús]; porque les enseñaba . . . no como sus escribas.”—Mat. 7:28, 29.