Como médicos que no efectúan su trabajo

EN LA época del profeta Jeremías los habitantes de Jerusalén y la tierra de Judá sufrían un quebranto respecto a moralidad. Los sacerdotes y los falsos profetas solo empeoraban el problema. La palabra de Jehová por medio de Jeremías fue: “Desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos, cada uno está sacando para sí ganancia injusta; y desde el profeta aun hasta el sacerdote, cada uno está obrando falsamente. Y tratan de sanar el quebranto de mi pueblo livianamente, diciendo: ‘¡Hay paz! ¡Hay paz!’ cuando no hay paz.”—Jer. 6:13, 14.

Existía corrupción entre todas las personas... desde el menor hasta el mayor. La gente se preocupaba solo por sus propios intereses, no los de otros. Hacían cuanto significara el mayor lucro para ellos. Los que deberían haber estado impartiendo enseñanza a la gente eran personas sin honradez. Como médicos que no hacen un examen cabal y que entonces recetan la medicina incorrecta, los sacerdotes y los falsos profetas despedían de la mente el quebranto que existía entre los israelitas como si aquella condición no fuera nada. Alegaban que todo estaba bien o en paz cuando, en realidad, la nación estaba en una condición muy enfermiza en sentido moral. Así, trataban de ‘sanar livianamente el quebranto de los israelitas.’