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  • Se necesita justicia
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
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Se necesita justicia

POR miles de años, los hombres han luchado con el problema de mantener la ley y el orden. Se han preparado multitudes de reglamentos a fin de proteger la persona y propiedad de la gente. Se han establecido organismos para hacer cumplir la ley y sistemas judiciales para enjuiciar a los violadores de ésta. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos bien intencionados del hombre, ningún arreglo ha podido garantizar que haya justicia completa para toda persona.

Aunque muchos hombres de principios han hecho cuanto han podido en apoyo de los derechos humanos, otros se han lucrado por prácticas injustas. Por ejemplo, hace unos años a un juez norteamericano se le halló culpable de haber recibido más de 600.000 dólares por hacer favores de tipo judicial. Criminales reconocidos han escapado de castigo al usar evasivas legales. Ciertos criminalistas se han hecho ricos por medio de idear coartadas falsas para sus clientes culpables y usar métodos inescrupulosos para arrojar considerable duda sobre el testimonio de testigos veraces.

La corrupción no es el único obstáculo que obstruye la administración de la justicia. A veces el problema se debe a una franca incompetencia. A veces los casos han sido atendidos por jueces en estado de embriaguez, o demasiado aburridos para prestar atención, demasiado cansados para poder ocultar su somnolencia durante el juicio, o jueces tan ignorantes de la ley que en realidad han sido sus secretarios quienes han escrito las decisiones.

Un sinnúmero de personas han sufrido debido a la corrupción y la incompetencia que existe en lugares encumbrados. Equivocadamente se ha recluido a ciertas personas en asilos y prisiones o hasta se les ha sentenciado a muerte. A algunas mujeres se les ha privado del apoyo financiero del esposo. A algunos padres les han quitado los hijos. Herederos genuinos se han visto privados de su caudal hereditario.

No es cosa rara el que a hombres desaforados nunca se les lleve a juicio. En el sistema de cosas actual, sencillamente no hay manera de rectificar todo el daño que ocasionan la calumnia, el libelo infamatorio, el chisme, el fraude, las tretas, el decir medias verdades, las exageraciones y otros males éticos.

Verdaderamente, hay necesidad de equilibrar la balanza de la justicia. Un destacado jurista del siglo veinte aludió a la manera en que esto pudiera lograrse. Al describir el “espíritu de la verdadera libertad,” declaró que este espíritu “nunca ha olvidado del todo el que quizás haya un reino donde al menor se le ha de escuchar y considerar en igualdad de condiciones con el mayor.” Pero, ¿habrá realmente un juicio de esa índole? ¿Qué razón tenemos para creer que eso sucederá? ¿Cómo debe influir eso en nuestra vida aun ahora?

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