“Ahora tenemos nuestro propio Salón del Reino”
SE HA publicado mucho sobre la construcción rápida de Salones del Reino en países como Gran Bretaña, Canadá y los Estados Unidos. Sin embargo, por décadas también ha habido construcción rápida de lugares de adoración para los testigos de Jehová en los llamados países en desarrollo, aunque esto es menos sabido.
En África, muchas veces los Testigos construyen en unas semanas edificios provisionales donde celebran sus asambleas de distrito. Estas instalaciones han sido útiles no solo para celebrar reuniones y proteger a los concurrentes del ardiente sol tropical, sino también para alojar a los delegados. Cosas parecidas suceden en la América Central.
Por ejemplo, en la ciudad de Guatemala, en Guatemala, la Congregación Vivibién de los Testigos de Jehová recibió una contribución de $200 (E.U.A.). Cuando cierto Testigo de la localidad ofreció un terreno en una zona rural, los Testigos decidieron usar la contribución para construir allí un edificio modesto donde celebrar sus reuniones.
Utilizarían bambú para las paredes de 1,5 metros (5 pies) de alto, y encima habría un espacio abierto para ventilación. Se determinó que el edificio mediría 4 metros (13 pies) por 6 metros (20 pies). Cuando los ancianos de la congregación fueron al lugar donde se llevaría a cabo la construcción, les sorprendió lo que vieron enfrente del lugar: varias arboledas de bambú de 6 a 9 metros (20 a 30 pies) de alto y de 8 a 13 centímetros (3 a 5 pulgadas) de diámetro. ‘¿Por qué no lo construimos el sábado próximo?’, se dijeron.
El siguiente miércoles por la noche se trazaron los planos para la construcción. El jueves un hermano compró el hierro galvanizado para el techo, otro la madera y otro los clavos. Para el jueves por la tarde la madera estaba cortada a la medida, y los hermanos empezaron a construir armazones de estructura en pirámide con unas vigas horizontales de hierro que alguien contribuyó. Para el viernes por la noche estaban hechas.
Temprano el sábado por la mañana un camión llevó a la aldea las armazones, otra madera, los materiales para el techo y los clavos. Cuatro vehículos transportaron a la aldea a unos 50 hombres, mujeres y niños. Todos habían llegado para las ocho de la mañana.
Los principales soportes verticales del edificio se insertaron en hoyos hechos con cincel en la dura piedra volcánica. Anteriormente los Testigos habían comprado del dueño de los bambúes 50 cañas a 12 centavos (E.U.A.) cada una... una inversión total de $6 (E.U.A.). Inmediatamente derribaron el bambú con sus machetes. Entonces, con sierras de mano, lo cortaron en pedazos de 1,5 metros (5 pies) de largo que dividieron de arriba abajo.
Mientras algunos colocaban las armazones en su lugar, otros clavaban a unos listones transversales el bambú dividido, mitad vuelta hacia mitad de modo que tanto las paredes interiores como las exteriores tuvieran el adorno del hermoso bambú redondeado. Luego algunos instalaron el techo mientras otros empezaron a traer piedras y tierra para nivelar el piso. Antes del anochecer el edificio quedó terminado —en 12 horas—, y los hermanos regresaron contentos a sus hogares en la ciudad.
Más tarde se echó hojarasca de pino en el piso de tierra, y se acomodaron sillas plegables y unos cuantos bancos de bambú hechos con el bambú que sobró. El Salón del Reino estaba listo ahora para su primera reunión.
En muchas tierras tropicales —África, las islas del Pacífico y del Caribe, Asia, México, América Central y del Sur— donde tal vez hay un millón de testigos de Jehová, esos edificios sencillos han regocijado a los Testigos locales, porque estos cristianos han podido decir: “Ahora tenemos nuestro propio Salón del Reino”.