Más que solo columnas que intrigan
Unas columnas que se han hallado en el mar Mediterráneo donde están las ruinas de Cesarea, antiguo puerto de la costa de Israel, intrigan a los visitantes. Herodes el Grande construyó este puerto y dio nombre a la ciudad en honor de César Augusto.
Unos arqueólogos han desenterrado gran parte de la ciudad, incluso su amplio anfiteatro. También han buceado para enterarse de cómo se construyó el complejo portuario a la orilla del mar.
El periódico The New York Times (del 8 de enero de 1991) comunicó el descubrimiento de unas columnas entre los restos de un palacio que antes sobresalía hacia el mar. Son especiales porque entre sus inscripciones están los nombres de gobernadores romanos antes desconocidos. También se menciona al “encargado” de los barcos, en “la primera inscripción que se ha hallado relacionada con el puerto”.
Los que estudian la Biblia saben que el apóstol Pablo llegó en barco a aquel puerto al fin de dos giras misionales. Allí se alojó con Felipe el evangelizador, y sus experiencias deben haber animado mucho a los discípulos. (Hechos 18:21, 22; 21:7, 8, 16.) Podemos leer muchas de esas experiencias emocionantes en el libro bíblico de Hechos de Apóstoles.
Como se ve, esas columnas a la orilla del mar no son solo vestigios históricos sin valor. Hacen que los cristianos recuerden a sus hermanos primitivos, que esparcieron activamente las buenas nuevas en los puertos y “hasta la parte más distante de la tierra”. (Hechos 1:8.)
[Reconocimiento en la página 32]
Garo Nalbandian