Sea maestro
1 Todo testigo de Jehová tiene la responsabilidad de ser maestro. Los discípulos de Jesús lo reconocieron a él, quien nos ha dado el ejemplo a nosotros, como maestro de ellos. Los apóstoles siguieron los pasos de él, y uno de ellos escribió para nuestro provecho: ‘El esclavo del Señor . . . tiene que ser amable para con todos, capacitado para enseñar.’ (2 Tim. 2:24) A los cristianos que eran lentos en cuanto a progresar hasta ese grado, Pablo les dijo firmemente: “Deberían ser maestros en vista del tiempo.”—Heb. 5:12.
2 Nuestra meta en el servicio del campo es seguir el buen consejo bíblico: ‘Sea maestro.’ No solo deseamos hablar a las personas cuando vamos de casa en casa; queremos enseñarles. Debemos llegar a ser maestros capacitados en las revisitas y en los estudios bíblicos que conducimos en los hogares. Daremos atención a cómo ayudar a los nuevos en el servicio, cómo enseñarles a estudiar y comentar en las reuniones; los padres recibirán estímulo en cuanto a mejorar su habilidad de enseñar a sus propios hijos.
3 El que cada año se distribuyan millones de libros, revistas y folletos demuestra la gran necesidad que hay de maestros. Es nuestra obligación cristiana volver y alimentar a las personas que manifiestan cualidades de oveja, enseñarles la voluntad divina. Debemos ayudarlas a adquirir conocimiento exacto y destreza en el servicio del campo.
4 Especialmente tenemos que ser maestros en nuestros estudios bíblicos. ¿Por qué? Porque en éstos consideramos los pensamientos de Jehová. Cuando la gente estudia la Biblia, es importante que entienda lo que se considera. (Neh. 8:8) Esto permitirá que el estudiante pueda hacer sus propias decisiones. No es apropiado obligar al amo de casa a aceptar nuestras creencias o decirle qué debe hacer.
5 No hay manera específica de enseñar las verdades bíblicas a la gente. No todas las personas responden de la misma manera. De modo que debemos usar lo que parezca más apropiado para que los estudiantes puedan entender mejor la Biblia. Debemos considerar a cada estudiante individualmente. Lo importante es instruir y no ser mecánicos en nuestros métodos de enseñanza. Para más información sobre esto, usted puede repasar las reuniones de servicio que aparecieron en Nuestro Servicio del Reino de julio de 1977.
6 ¿Cuál es el significado de la palabra “enseñar”? Significa comunicar información de tal modo que los oyentes capten el sentido de ésta. Un maestro eficaz toma en consideración el estado mental del oyente, sea un amo de casa, un auditorio grande o un miembro de su propia familia. Aprenda a explicar las verdades en términos que sean familiares a la gente con la cual usted está hablando, tal como lo hizo Jesús. Para ser eficaz uno tiene que tener interés sincero en las personas a quienes enseña. Un diccionario indica que la persona que enseña ‘dice cómo hacer una cosa; demuestra cómo hacerla; entrena o acostumbra a cierta acción.’ Esto significa que el maestro ayuda al novato a entender lo que tiene que hacer en cuanto a las verdades que aprende. Más que eso, le demuestra cómo hacerlo, por medio de realmente hacerlo junto con él.
7 La aptitud en la enseñanza no se adquiere automáticamente. Esta es una habilidad que se tiene que desarrollar. Envuelve explicar los qués, cómos, porqués, dóndes y cuándos de un asunto. Todo cristiano debe comprender lo necesario que es mejorar su aptitud docente, porque se nos manda a ‘hacer discípulos de gente de todas las naciones, . . . enseñándoles.’—Mat. 28:19, 20.
8 ¿Cómo llega uno a estar “capacitado para enseñar”? Jehová dice: “Yo, Jehová, soy tu Dios Aquel que te enseña.” (Isa. 48:17) Necesitamos Su espíritu y la instrucción que él nos da por medio de su organización. Para enseñar, uno debe estar íntimamente familiarizado con su libro de texto, la Biblia. Esto requiere estudiar... estudiar teniendo en mira el enseñar a otras personas. Además del estudio personal, debemos estar presentes en todas las reuniones de la congregación y participar en ellas. Debemos aprovechar la ayuda que se nos da en el servicio del campo por medio de aprender a testificar eficazmente y por observar la manera en que se nos instruye, para que nosotros, en cambio, estemos “adecuadamente capacitados para enseñar a otros.” Publicaciones como el libro Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático también son útiles. Con la ayuda de Jehová y su organización podemos ser maestros.—2 Tim. 2:2.