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Nuestro Ministerio del Reino 1983
km 10/83 pág. 7

Haga discípulos de sus hijos

1 Jesús mandó a sus seguidores: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mat. 28:19, 20). No hay obra alguna que sea más vital. Los padres tienen la responsabilidad adicional de hacer discípulos de sus hijos también. (Efe. 6:4.)

2 El hacer discípulos de los hijos envuelve muchos factores. Uno de los más importantes de éstos es el conducir con regularidad semanal un estudio bíblico de familia. Cuando estudiamos con una persona interesada en la verdad, consideramos cuidadosamente su personalidad y cualquier actitud que pudiera estorbar su desarrollo espiritual. Animamos a la persona a hablar y escuchamos detenidamente sus respuestas para determinar qué estímulo espiritual necesita. Los padres interesados en sus hijos deben dar aún más atención solícita a las ideas y las actitudes de los hijos.

3 Los padres deben estar alerta para percibir cualesquier señales que indiquen que los hijos se están desviando hacia el mundo. Si nosotros mismos, como cristianos adultos, tenemos que estar alerta a este peligro, cuánto más tenemos que asegurarnos de que nuestros hijos progresen en asuntos espirituales. Si los niños no comentan en las reuniones o si solo leen una respuesta sencilla del párrafo, necesitan la ayuda de sus padres. Durante el estudio de familia, haga que escojan los párrafos sobre los cuales van a comentar y ayúdelos a preparar la respuesta en sus propias palabras. Plantee preguntas que sugieran la respuesta a fin de ayudarlos a razonar sobre asuntos bíblicos. Inculque en ellos aprecio por el amor y la bondad de Jehová, y ayúdelos a entender que tienen que rendir cuentas a Él por todas las cosas. (Ecl. 11:9.)

4 Cada día el niño se enfrenta a nuevas ideas en la escuela. Debido a falta de experiencia, los niños tal vez acepten valores falsos, y puede que poco a poco el espíritu del mundo comience a corroer el fundamento espiritual que los padres han procurado edificar. Cada día los padres se encaran a la tarea de averiguar qué se ha implantado en la mente de sus hijos, desarraigar lo que es perjudicial e incorrecto y reemplazarlo con las verdades sanas de la Palabra de Dios. Esto exige que los padres consideren detenidamente estos asuntos y les presten atención constante si quieren hacer discípulos de sus hijos. (2 Cor. 10:4; Efe. 6:10-18; 1 Ped. 5:8.)

5 Una de las mejores maneras de instruir al hijo es mediante el ejemplo. Las palabras sin las acciones correspondientes no surten efecto duradero. El ejemplo principal que el joven imita es el de los padres. A medida que lo animen a poner los intereses del Reino en primer lugar, den un buen ejemplo ustedes mismos para que así él llegue a tener la motivación correcta. Si los padres están animando al hijo a que sea precursor, entonces ellos deben tomar muy en serio el ministerio del campo y hacer cuanto puedan, hasta servir de precursores auxiliares de vez en cuando si es posible. Jamás debe haber dos normas de conducta y habla, una para el Salón del Reino y otra para la casa.

6 En estos últimos días, realmente es un desafío para los padres el criar a los hijos en la verdad. Verdaderamente, éstos son “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Tim. 3:1-5). Reconocemos que el mundo procura obligar a nuestros hijos a que se amolden a él. Sabemos que Jehová desechará a los que se conformen al mundo (Rom. 1:28-32). Por eso, qué vital es que nos esforcemos vigorosamente por hacer discípulos de nuestros hijos, mientras trabajamos duro por ayudar a nuestro prójimo a asirse del galardón de “la vida de ahora y de la que ha de venir”. (1 Tim. 4:8b.)

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