Presentando las buenas nuevas... siembre las semillas donde puedan crecer
1 Jesús lo hizo. Los apóstoles lo hicieron. Muchos cristianos del día moderno lo hacen. ¿Lo hace usted? ¿Hacer qué? Dar testimonio informal. Como ministros, siempre debemos estar prestos a sembrar la semilla de la verdad en corazones fértiles en los que ésta pueda crecer y producir. ¿No es cierto que la parábola del sembrador nos anima a participar en la testificación informal? ¿Dónde sembró la semilla el sembrador? “A lo largo del camino [...] sobre los pedregales [...] entre los espinos [...] sobre la tierra excelente.” (Mat. 13:19-23.)
2 Puesto que se tiene que sembrar la semilla de la verdad en todas partes, es necesario que creemos oportunidades para la predicación informal. Podemos hacerlo de varias maneras: Por medio de tomar la iniciativa y no esperar a que las personas con quienes viajamos, los compañeros de trabajo, condiscípulos, vecinos u otras personas nos aborden para conversar sobre un tema religioso. Queremos ser nosotros los primeros en iniciar discretamente una conversación amigable, y, después, hábilmente, dirigirla a una consideración de la Biblia. No es bueno ser sermoneador, y, recuerde, el saber cuándo concluir la conversación es tan importante como el saber cuándo iniciarla. También se exige preparación. Puede que no siempre tengamos nuestra Biblia a la mano, pero podemos tener listo el vocabulario bíblico adecuado sobre enseñanzas fundamentales de la Biblia. Es útil llevar alguna literatura que podamos dejar en manos de las personas para que la lean. Los tratados son una ayuda práctica; éstos tratan sobre asuntos que son temas de conversación diaria. Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! también tienen una variedad de temas que despiertan el interés.
3 Todos los publicadores pueden participar en la testificación informal. No es necesario tener un territorio personal. Jesús dijo: “Al ir, prediquen” (Mat. 10:7). Las personas que se prestan a esta clase de testificación las hallamos en nuestros tratos comerciales, entre nuestros compañeros de viaje en los autobuses, trenes, aviones, automóviles, el metro o el subterráneo, en las estaciones de gasolina, restaurantes, hoteles y moteles u hospederías. Para los que trabajan seglarmente la hora del almuerzo es un tiempo excelente para testificar. Si usted es ama de casa, puede hablar a los vendedores, a los que hacen los repartos, al cartero y a otras personas que vienen a su hogar. Ustedes los jóvenes en la escuela pueden testificar a sus condiscípulos a la hora del almuerzo, durante el tiempo de recreo y en camino a la escuela o cuando regresan de ella. Cuando escriba cartas, ¿por qué no incluye un tratado? Cuando converse por teléfono con sus conocidos y parientes, mencione la esperanza del Reino.
4 Muchas personas tienen una disposición mental receptiva cuando se les habla de manera informal. Aprovechemos, estas oportunidades para presentar las buenas nuevas.