“Una corona que se marchita”
En su primera carta a los corintios, el apóstol Pablo habló de los atletas que se entrenaban duro “para recibir una corona que se marchita”. Puede que estuviera pensando en el premio que recibían los ganadores de las competencias de los Juegos Ístmicos, que se celebraban cerca de Corinto. Cuando Pablo escribió esta carta, es probable que las coronas se hicieran con hojas de pino, aunque también es posible que a veces se usara apio silvestre. Cualquiera de los dos materiales se marchitaba rápidamente. Esta información ayuda a resaltar el contraste entre la gloria pasajera de los atletas y la gloria duradera de los cristianos ungidos que gobiernan con Cristo (1Co 9:25).
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