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¡Despertad! 1970
g70 22/4 págs. 24-26

Por la selva en autobús a Brasília

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Brasil

DIRECTA al corazón del país era la interesante excursión que habíamos planeado. Nuestro destino era la hermosa nueva capital federal de Brasília. Tanto habíamos hablado acerca de ella, que opinamos que teníamos que verla nosotros mismos, especialmente puesto que ahora se había terminado e inaugurado oficialmente una carretera. Se llama la BR-14.

Esta carretera de dos carriles atraviesa casi en línea recta desde el antiguo puerto de Belém en el río Amazonas unos 2.190 kilómetros hacia el sur hasta Brasília. No fue sino hasta fines de los años 50 que los trabajadores empezaron a construir esta ciudad moderna en una meseta del Brasil central. En abril de 1960 llegó a ser la capital del país. Ahora esperábamos con deleite el viaje de cuatro días en autobús por la carretera de la selva, la BR-14, hasta Brasília.

Se nos despierta el interés

Siempre había sido difícil comprender cómo podría efectuarse un proyecto como el de esta carretera. Muchos pensaban que era imposible, desde el punto de vista de la ingeniería, tender puentes sobre aquellos ríos grandes y atravesar aquella tierra pantanosa. ¡Imagínese, también, penetrar en zonas infestadas de culebras, lagartos, jaguares y otras criaturas peligrosas! Y luego había los obstáculos de la humedad, la enfermedad y el agua potable contaminada.

No obstante, la construcción de la carretera comenzó en 1958. La señal de poner manos a la obra fue dada por el entonces presidente, Juscelino Kubitschek, que también fue principalmente responsable por promover la nueva capital en Brasília. Esta carretera habría de ser uno de los mayores logros del Brasil en términos de habilidad y beneficios para el país. Haría accesibles zonas virtualmente cortadas de la industrializada parte sur del Brasil. Se nos había despertado a cabalidad el interés por las noticias de la prensa que relataban los diversos pasos a medida que el proyecto adelantaba.

El ingeniero en jefe Bernardo Sayão, con unos cuantos miles de obreros y una cantidad considerable de equipo, inició el trabajo simultáneamente al sur en el río Tocantins y al norte en el río Guamá. Pequeños claros se hicieron acá y allá a lo largo de la ruta para que los topógrafos llevados en helicóptero pudieran efectuar su trabajo en medio de la selva. Los obreros tuvieron que atravesar ríos, abrirse paso por la maleza y derribar árboles majestuosos. Así se abrió el camino para que entraran los tractores e iniciaran sus inmensas operaciones.

La enfermedad hizo víctimas entre los obreros; muchos de ellos murieron. Luego, solo dos semanas antes de que las cuadrillas del norte y del sur se encontraran, el ingeniero Sayão, mientras descansaba en su tienda bajo un árbol grande, fue golpeado por una rama que se desprendió. Murió a resultas de las lesiones.

A pesar de las penalidades, casi un año después de comenzar la construcción se encontraron las dos cuadrillas, y se hizo un viaje de prueba por la carretera. Aunque se necesitaron transbordadores en ese tiempo, éstos más tarde fueron reemplazados por puentes de madera, y ahora se están construyendo excelentes puentes de concreto. El costo inicial de apertura llegó a casi 30 millones de dólares. Sin embargo, el costo total hasta ahora ha ascendido a 300 millones de dólares, incluso la mano de obra, el equipo, las instalaciones y la conservación.

Viajando por la nueva ruta

Habiendo servido de misionera en el Brasil por más de diez años, yo estaba vivamente interesada en ver esta nueva ruta que prometía hacer accesibles nuevos campos para esparcir el mensaje de la Biblia. Algunos alegaban que había muchos indios hostiles y animales salvajes. Otros decían que era un viaje educativo que valía la pena, simplemente el ver este milagro de la ingeniería moderna. De modo que asumí el punto de vista típicamente brasileño... Só vendo (uno mismo tiene que verlo). En consecuencia, un día de julio una amiga de mayor edad y yo abordamos el autobús en Belém aproximadamente a las seis de la mañana, y pronto nos dirigimos hacia el sur por la BR-14.

Aunque no estaba pavimentada, la ruta no estaba demasiado llena de baches, puesto que consistía principalmente de terracería de tierra roja. Yo había esperado ver vides y arbustos apiñándose hasta la orilla del camino, pero en cambio me sorprendí al ver que a cada lado de la ruta se había despejado una faja ancha de terreno. Acá y allá se podían ver campos claros, abiertos, espaciados con la vegetación, más alta, de la selva.

En el primer día nos demoramos algo debido a que se reventó un neumático. Afortunadamente, un arbolito nos ofreció, a los pasajeros, abrigo del Sol tropical que asaba. Luego llegó la hora de almorzar en un pequeño poblado... unas cuantas casas, una de las cuales había sido convertida en restaurante. Las mesas estaban puestas al estilo doméstico, había alimento en abundancia, y el precio, sin importar cuánto tomara uno de los tazones y fuentes, solo era un dólar. El menú era variado... gallina hervida, res, cerdo, papas y el platillo cotidiano del brasileño, habichuelas o frijoles y arroz.

Aproximadamente a las cinco de la tarde vino el alivio que por mucho tiempo habíamos esperado del calor, al ponerse el Sol, y nuevamente fue hora de detenernos, esta vez para cenar alrededor de las seis de la tarde y descansar por la noche. El hotelito estaba amueblado con camas colchones de paja, así como con algo aun mejor para estas noches calurosas, a saber, hamacas. Las duchas estaban ocupadas, de modo que simplemente tuvimos que esperar nuestro turno con toalla, jabón y muda de ropa en la mano. Fue una tarea el quitarnos el polvo rojo que se había acumulado sobre nosotros durante el viaje del primer día.

La carretera, en la temporada de lluvias, casi se hace intransitable. En marzo y abril de 1964 se atascaron unos 200 camiones a la vez, lo que ocasionó considerable pérdida cuando se deterioró la mercancía. Felizmente estábamos viajando durante la temporada de la sequía, que dura desde alrededor de junio a septiembre. Aunque todo está tan polvoroso, ¡ciertamente esto es preferible a quedarse atascado lejos de los poblados!

La gente de estos poblados, a propósito, es muy amigable. Estas personas vinieron y construyeron sus poblados inmediatamente al terminarse la carretera, para poder iniciar una nueva vida en la región antes despoblada, y quizás ganarse la vida sirviendo a los viajeros. Todavía muchos de estos lugares no tienen electricidad, pues están algo rodeados por la densa selva cercana. Al principio, solo una línea de autobuses los mantenía en contacto con el mundo exterior, pero ahora hay horarios de autobuses diarios y personas esperando en la lista. La tarifa por pasajero es de un poco más de 20 dólares el viaje sencillo.

Al viajar es interesante enterarse de que hay aproximadamente 175 diferentes especies de árboles aquí... algunos de ellos en gran demanda para la producción de aceites, grasas, hule, tinturas, fosforeras, papel y madera para construcción rústica o muebles finos. En la actualidad estos inmensos recursos forestales están siendo marcados en mapas por el gobierno. De hecho, ya se sabe que en una parte del estado de Goiás, a través del cual pasamos, hay la “mayor concentración de caoba de que se sepa que existe hoy en el mundo.” Se espera que la producción de habichuelas, arroz, mandioca, maíz, caña de azúcar, palmeras que producen aceite y otras cosechas hagan próspera a esta región.

Beneficios para el país

El tránsito que observamos en la ruta confirma la expectativa de que este proyecto haría accesible una arteria comercial sobre la cual los artículos de comercio del sur industrial llegarían al norte, y las materias primas de la inmensa cuenca del Amazonas llegarían al sur. En verdad, más de tres cuartas partes del tránsito consta de carga, mientras que solo un pequeño porcentaje es servicio de pasajeros.

Además, no hay duda, por lo que vemos, de que grandes cantidades de dinero se están invirtiendo en agricultura, industria, desarrollo general y construcción a lo largo de esta carretera BR-14. En la zona de rápida expansión de Paragominas, en el estado de Goiás, donde la tierra rica y fértil es relativamente barata, hay toda señal de desarrollo veloz.

La carretera de Belém a Brasília definidamente ha hecho accesible una nueva fase de la vida social y económica del Brasil. Lo que en otro tiempo era una región solitaria del Amazonas, unida ahora por carretera al resto del país, llama a urbanizadores precursores. El pavimentar la carretera es el siguiente paso, y no hay duda de que esto fomentará el turismo también, pues se están haciendo planes para tener moteles y gasolineras modernos situados estratégicamente cada 240 kilómetros más o menos.

Y ahora la capital. Al entrar en Brasília en el crepúsculo vespertino del cuarto día, nos impresionan los elevados, bien espaciados y ultramodernos edificios gubernamentales y los apartamientos residenciales. Al entrar lentamente en el bullicio de la ciudad, es una sensación bastante diferente el deslizarse por la “autopista” suave y bien iluminada. Hemos llegado al fin de nuestro viaje.

Podemos imaginarnos en el futuro cercano un viaje más cómodo sobre el mismo terreno. Entonces habrá más oportunidad de examinar el paisaje, las aves exóticas y la vegetación, los poderosos ríos y quizás algo de la abundante vida silvestre. Y brota en nuestra mente el pensamiento de que, estando ahora tan cerca el nuevo orden de Dios, mucho del desarrollo de esta zona bien puede llegar cuando este viejo sistema con su explotación comercial haya desaparecido.

[Mapa de la página 24]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

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