Aproveche mejor sus fuerzas al trabajar
¿SE SIENTE usted a menudo cansado, agotado, antes de terminar su día de trabajo? Si así es, consuélese con el hecho de que usted no es el único que se siente así. No obstante, no se puede menos que notar que algunas personas se cansan menos aprisa que otras; parece que efectúan más trabajo y gastan menos fuerzas. Para ellas el trabajo es un placer, como debe ser.
El trabajo es parte de la voluntad del Creador para el hombre. En el principio él puso al primer hombre en el jardín de Edén “para que lo cultivase y lo cuidase.” Eso quiso decir trabajo. El apóstol Pablo enunció más tarde el principio por el cual se rigió el Creador: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.”—Gén. 2:15; 2 Tes. 3:10.
Sabia y amorosamente el Creador equipó al hombre para trabajar. Le proveyó huesos y músculos fuertes para que pudiera efectuar trabajo físico necesario y un asombroso cerebro con el cual el hombre podría efectuar toda clase de trabajo mental. También nos constituyó de tal manera emocionalmente que obtuviésemos satisfacción y felicidad de efectuar trabajo bueno y útil. Como lo expresó el sabio rey Salomón: “He visto que no hay nada mejor que el que el hombre se regocije en sus obras, pues ésa es su porción.”—Ecl. 3:22.
¿Qué le ayudará a uno a aprovechar mejor sus fuerzas al trabajar? Una cosa que ayudará mucho es interesarse en su trabajo. ¿Por qué? Por el poder que tienen las emociones sobre el cuerpo. Cuando la madre de un muchacho le pide que haga algunas cosas en la casa, él quizás diga que está cansado. Pero es posible que un minuto después esté gastando toda clase de energía en un juego de pelota con otros muchachos. Una actividad le parece emocionalmente satisfactoria, pero la otra no.
Al interesarse realmente en su trabajo uno puede hacerlo emocionalmente remunerador y así efectuarlo con mayor facilidad. Y uno puede despertar su interés en su trabajo analizando por qué es necesario, por qué es labor que es necesario hacer. También uno puede aumentar su interés en ello recordándose la razón particular que tiene para efectuarlo: porque le suministra lo que satisface las necesidades de su vida y la de sus amados. Y uno puede aumentar más su interés en su trabajo considerando mejorar la calidad de éste o la eficacia de uno al efectuarlo. La satisfacción que resulte le ayudará a uno a disipar cualquier sensación de aburrimiento, lo que tan a menudo impide que uno aproveche mejor sus fuerzas.
Si usted quiere aprovechar mejor sus fuerzas al trabajar, le será útil también aprender a evitar movimientos innecesarios. Algo que ayuda en este respecto es poner sus herramientas o materiales en el orden más conveniente. Las cocinas modernas están diseñadas de modo que el preparar las comidas requiera un mínimo de pasos de parte del ama de casa. Ella puede usar este principio en todo lo que hace. También pueden usarlo el agricultor, el mecánico, el carpintero y otros. Los patronos a menudo remuneran generosamente a los empleados que presentan sugerencias prácticas para mejorar la eficacia de una operación. Con ese mismo fin se emplean peritos en eficacia.
Ventajoso en este respecto es utilizar ambas manos siempre que el usarlas permita hacer con mayor facilidad o más rapidez alguna faena. Cuando levante objetos pesados, no ponga toda la tensión en su espalda por simplemente doblarse, sino doble las rodillas para utilizar la fuerza de los músculos de sus piernas. Por no hacer esto muchos hombres han desarrollado hernias innecesariamente. Por otra parte, no envuelva más de su cuerpo de lo que sea necesario para efectuar cierta tarea. No envuelva todo el brazo cuando solo hay que mover las muñecas o el antebrazo.
No se debe pasar por alto el entrenamiento apropiado. A menudo la prisa por emprender un trabajo hace que uno desatienda la instrucción o el entrenamiento apropiado y por eso proceda de una manera que no es eficaz y que desperdicia mucho tiempo y fuerzas. Por ejemplo, quizás uno adquiera una máquina de escribir y descubra que le puede ser muy útil. Pero si uno no dedica tiempo primero a aprender a usarla correctamente, con el empleo de todos los dedos, uno solo usará un dedo de cada mano, un sistema de “cazar teclas,” que es lo mismo que ningún sistema. No solo es más lento y tiene menos probabilidad de exactitud el escribir en máquina así, sino que es mucho más agotador.
El poder moverse con paso mesurado también es útil para conservar sus fuerzas al trabajar. Si uno es nervioso y concienzudo, es muy probable que esté propenso a ir a toda prisa. Como resultado de esto, es probable que cometa más errores, así como que se agote antes del fin de su día de trabajo. Aprenda a controlar su ansiedad y a adoptar un paso calmado, constante. Entonces no se agotará antes de la hora de dejar de trabajar y hasta le quedarán algunas fuerzas para las horas de la noche.
Otro factor que se debe considerar, si usted quiere aprovechar mejor sus fuerzas al trabajar, es no imponerse una carga comiendo en demasía. Las comidas demasiado cargadas de dulce y el alimento demasiado pesado para la digestión tienden a hacer que uno afloje el paso y hacen más laborioso el aplicarse uno a las tareas a la mano. También esas comidas tienden a hacer que uno tenga exceso de peso, y a menudo a la persona gruesa le parece mucho más difícil toda clase de trabajo.
Es importante obtener suficiente descanso y dormir. La cantidad de fuerzas que uno tenga depende en primer lugar a grado considerable de lo que uno haga cada noche. No se dé tanto a los placeres que el efectuar su trabajo llegue a ser una penalidad o un aburrimiento. En particular el dormir adecuado es esencial para restaurar su energía mental y nerviosa. Es aun más vital que el alimento y la bebida.
Especialmente los ministros cristianos dedicados tienen buena razón para aprovechar mejor sus fuerzas al trabajar. Diferentes de otros que a menudo no saben qué hacer con su tiempo ‘libre,’ sus noches y sus fines de semana, éstos invariablemente tienen “mucho que hacer en la obra del Señor.” Tomando en cuenta los tiempos en que vivimos, es más importante que nunca antes el que estén atendiendo sus deberes ministeriales “urgentemente.”—1 Cor. 15:58; 2 Tim. 4:2.
Pero prescindiendo de la vocación suya en la vida, es mostrar sabiduría el considerar cómo aprovechar mejor sus fuerzas al trabajar. No solo resulta en eficacia, sino también en satisfacción y disfrute de su trabajo.