BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g71 22/2 págs. 12-16
  • Decisión de una madre vindicada

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Decisión de una madre vindicada
  • ¡Despertad! 1971
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Puntos médicos que considerar
  • Reacción oficial
  • Exageración médica
  • Unos médicos trataron de quitarnos a nuestra hija
    ¡Despertad! 1989
  • Proteja a sus hijos del uso indebido de la sangre
    Nuestro Ministerio del Reino 1992
  • El factor Rh y usted
    ¡Despertad! 1994
  • Si usted fuera el juez, ¿cuál sería su decisión?
    ¡Despertad! 1973
Ver más
¡Despertad! 1971
g71 22/2 págs. 12-16

Decisión de una madre vindicada

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Canadá

LOS titulares que se ven arriba en inglés: “Nena que necesita transfusión arrebatada de hospital,” “Nena enferma, de 2 días, sacada de hospital,” “Nena todavía perdida en caso de transfusión de sangre,” “Nena DeWaal ‘viva y bien,’” “Nena enferma escondida pero ‘bien,’ dice abogado,” transmitieron rápidamente al mundo la historia dramática de la batalla valerosa de una madre por proteger a su hijita de una operación arriesgada e innecesaria.

La escena: un hospital de Kingston, Ontario, Canadá. La hora: 1:30 de la mañana, 2 de abril de 1970. Un médico se preparaba para administrar a la fuerza una transfusión de sangre a una nenita recién nacida. La madre, la Sra. Lynn DeWaal, testigo de Jehová, suplicó al médico que usara el tratamiento alternativo, seguro, de luz, la fototerapia. Él rehusó encolerizadamente. Valerosamente, la madre, con la ayuda de su familia, sacó a la nena del hospital, aunque dos doctores trataron de detenerlos a la fuerza.

Muchas personas se han visto en la necesidad de cambiar de doctor o de hospital. Por lo general nadie muestra mucho interés en esas cosas. Esta vez estalló un verdadero furor. La historia se publicó rápidamente de un lado al otro del Canadá, los Estados Unidos, América Central, Inglaterra y Europa. Los periódicos, la radio y la televisión realzaron exageradamente lo dramático del incidente. Titulares sensacionales anunciaron que la nena había sido “arrebatada,” hablaban de “secuestro.” Algunos doctores hicieron predicciones horrendas. Un ministro del gobierno provincial anunció que se había formulado una acusación contra la madre; más tarde dijo que no se había formulado ninguna acusación. La policía obtuvo un auto de registro. La Sociedad de Auxilio para los Niños pidió una orden de custodia; el juez rehusó proceder sin notificación apropiada, y el fiscal de la corona reconoció que la madre tenía derecho a llevarse la criatura.

¿Y qué estaba detrás de toda la agitación? Una nenita, Eunice Devina DeWaal, que vino al mundo en la madrugada del 1 de abril, en el Hospital General St. Francis, en Smiths Falls, Ontario. Pesó tres kilos 770 gramos. Más tarde en el día desarrolló señales de incompatibilidad sanguínea, que uno de los médicos describió como un “caso benigno.”

La Sra. DeWaal se vio obligada a salir del hospital a las seis de la tarde del mismo día que nació la nena para asistir al tribunal para obtener un divorcio de su esposo que la había abandonado. El personal del hospital le aseguró que la criatura estaría allí cuando ella regresara. Cuando ella regresó dos horas después, la nena había desaparecido. Al inquirir, se enteró de que la nena había sido llevada por la Sociedad de Auxilio para los Niños al Hospital General de Kingston, a unos cien kilómetros de distancia. La joven madre viajó en auto a Kingston acompañada de sus padres y hermanos. Allí se enteró de que la nena había sido puesta sin su consentimiento en manos del Dr. D. G. Delahaye, que había sido prominente en varios casos de tratar de administrar por la fuerza transfusiones de sangre a niños de testigos de Jehová.

La Sra. DeWaal consideró con el Dr. Delahaye la condición de su nena, Eunice Devina. Él informó que su cuenta de bilirrubina había subido a 18 miligramos por cada 100 mililitros. Puesto que la nena era fuerte y activa, esta cuenta sola difícilmente era una indicación de que se necesitara transfusión de reemplazo. La actitud de Delahaye no dejó lugar para más discusión: “Voy a administrarle a esa nena una transfusión de sangre aunque tenga que ir a la cárcel por ello,” declaró. Se le pidió que considerara el tratamiento de fototerapia, que es menos arriesgado, pero él rehusó terminantemente.

Ante aquella diferencia de opinión, ¿quién debería decidir: ¿la madre, o el doctor? Los doctores pueden tener razón, ¡también pueden equivocarse! ¿De quién era la nena? ¿Quién perderá más por una decisión incorrecta... ¿la madre, o el doctor? ¿Quién estará más profundamente interesado en escoger lo que será para el bienestar de la criatura?

Hay veces, también, en que se toman decisiones médicas sin la serenidad y precaución que se espera de profesionales. El Journal de la Asociación Médica Canadiense publicó un artículo en que reconoció lo siguiente: “Muy a menudo en el caso del Testigo de Jehová el equipo quirúrgico se hace emocional, confuso e irracional . . . existe mucha intolerancia para con los miembros de la orden del Testigo de Jehová.” ¿Es probable que un doctor que sea ‘emocional e irracional’ tome la mejor decisión para una criatura?

Puntos médicos que considerar

¿Cuáles son los puntos médicos determinantes que considerar que deberían haberse pesado al decidir el tratamiento de la nena DeWaal? ¿Requería su condición transfusión de reemplazo, o la alternativa de fototerapia?

El profesor Hans Keitel, un pediatra mayor del Centro Médico Jefferson y director de la respetada publicación Pediatric Clinics of North America, analizó los factores que un médico debe considerar cuando se enfrenta a una criatura que tiene una cuenta elevada de bilirrubina. Bajo los titulares “No comprenden plenamente los riesgos de la transfusión de reemplazo,” exhortó:

“La ejecución rutinaria de un reemplazo si el nivel de la bilirrubina se eleva o se acerca a 20 miligramos por cada 100 mililitros en la primera semana de la vida es sumamente desafortunada. [La cuenta de bilirrubina de la nena DeWaal era de 18.] Es preciso que tengamos la fortaleza de decir a los padres toda la verdad e informarles acerca de las incertidumbres y los riesgos. Muchos creen que es mucho mejor tener una criatura viva que solo tiene una pequeña probabilidad de recibir daño cerebral (si el nivel de la bilirrubina no se eleva a más de 25 miligramos por cada 100 mililitros por menos de un día en la primera semana de vida) que arriesgarse a que ocurra una muerte.” (1965, tomo 12, pág. 210)

La Sra. DeWaal era una de esas personas que querían una “criatura viva” y no veía necesidad alguna de correr el riesgo que representaba una transfusión de reemplazo (que podría ser mortífera) cuando la cuenta de bilirrubina estaba bien por debajo del nivel recomendado de 25 miligramos por cada 100 mililitros.

Aunque los riesgos de la transfusión de reemplazo son elevados, el tratamiento de fototerapia (exposición a luz brillante o luz del Sol) que solicitó la madre está bien recomendado en la literatura médica. El Dr. J. A. Lucey lo describió en la publicación médica Pediatrics, tomo 41, 1968, como “sencillo, barato y seguro.”

Al insistir en el procedimiento más peligroso, ¿estaba siendo razonable el Dr. Delahaye, o era aquello una muestra de la conducta ‘emocional e irracional’ descrita en el Journal de la Asociación Médica Canadiense?

Puesto que el médico rehusó considerar los deseos de la madre, se tomó la decisión de ir a otro lugar para obtener tratamiento. La Sra. DeWaal tenía en los brazos a su nena. Uno de sus compañeros dijo: “Vengan, vámonos de aquí.” El Dr. Delahaye agarró la chaqueta del hombre y contestó: “¡No, señor, ustedes no se van!” Hubo un forcejeo. Dos miembros femeninos del personal trataron de quitarle la nena a su madre, tontamente poniendo en peligro a la nena y magullando malamente el brazo de la madre.

Todavía con la nena en los brazos, la Sra. DeWaal, con la ayuda de su hermano, llegó al ascensor (estaban en el séptimo piso). Mientras descendían, comenzaron a sonar los timbres de alarma. ¿Cómo pasaría al guardia que estaba en el primer piso? Al salir ella del ascensor, el guardia, excitado por los timbres, saltó al mismo ascensor, apresurándose por llegar al séptimo piso. La madre y la nena pasaron rápidamente, sin estorbo, a un auto que esperaba. Mientras tanto el Dr. Delahaye se esforzaba por detener a los hombres que estaban con la Sra. DeWaal, hasta luchando con ellos mientras bajaban por las escaleras y en la acera para impedirles entrar en un segundo auto que esperaba.

Se pudiera esperar que el celador de una penitenciaría restringiera físicamente a los reclusos para que no salieran, ¡pero este lugar era un hospital! El doctor estaba añadiendo un nuevo capítulo al registro del decoro médico.

Reacción oficial

Ahora, ¿qué harían las autoridades?

Los periódicos dijeron que la nena había sido secuestrada; la policía recibió órdenes de buscarla. Surgieron preguntas en la legislatura provincial. John Yaremko, ministro de los servicios sociales y familiares, anunció que se había formulado una acusación contra la madre. Un funcionario del departamento del Sr. Yaremko inmediatamente negó que se hubiera formulado una acusación. Se expidió un auto para registrar la casa de la madre; entonces el fiscal de la corona ordenó que ese auto fuera cancelado.

La Sociedad de Auxilio para los Niños solicitó la tutela de la niña y se quejó cuando el juez no dio la orden. El juez Garvin, un hombre que cree en la ley, quería dar a los padres una audiencia imparcial y rehusó dejar que lo precipitaran a actuar. Recordó que el Tribunal Supremo de Ontario había dicho en un caso anterior de los testigos de Jehová que ellos tenían el derecho de recibir notificación y de que se les celebrara juicio. Mostrando su respeto debido al Tribunal Supremo, rehusó obrar hasta que delante de él se colocaran procedimientos apropiados.

El fiscal de la corona, C. J. Newton, elogió las acciones del Dr. Ashwell en Smiths Falls, pero también reconoció lo siguiente: “La madre tenía igual derecho a llevarse a la nena del hospital.”

Afrontando estas contracorrientes de opinión, el Globe and Mail (de Toronto) comentó: “Confusión enturbió ayer cuestiones legales en desaparición de una nena de tres días.”

No había necesidad de confusión. La madre estaba dentro de sus derechos. Era su hija. La gente tiene el derecho de emplear y despedir doctores. Esto es fundamental en la relación de doctor y paciente, y los doctores razonables lo respetan con gusto. La confianza mutua es la base de la relación; la coerción oficial no tiene ningún lugar en ella.

De igual manera sucede en los hospitales. Un hospital no es una prisión. Un paciente, o padre o madre de un paciente infantil, no necesita el permiso del “celador” (doctor) para salir del hospital. De hecho, a algunos hospitales se les ha obligado a pagar daños y perjuicios por estorbar a pacientes que deseaban salir.

Exageración médica

Es común en estos casos que los médicos lancen amenazas siniestras diciendo que la criatura o morirá o sufrirá daño cerebral si no se le administra una transfusión.

Lo que no revelan al público es que hay un patrón normal de retraso mental después de la transfusión, muy aparte del gran número de muertes (algunos calculan que se eleva al 10 por ciento) a causa del reemplazo.

Medical World News del 16 de enero de 1970 declaró lo siguiente bajo el encabezamiento “Peligros de las transfusiones de reemplazo”: “Los bebés que comienzan a vivir con eritroblastosis lo bastante severa como para requerir transfusión de reemplazo jamás se ponen al nivel de sus semejantes no afectados.” El Dr. Edward Schlesinger informó lo siguiente sobre análisis hechos a niños que habían recibido transfusión de reemplazo: “El mayor número de malos resultados en ambos análisis se concentró en el grupo de niños que recibió tratamiento para eritroblastosis fetalis con transfusión de reemplazo.”

A la luz de estos resultados adversos, el artículo dijo además esto: “Parece que las transfusiones de reemplazo están de salida en lo que toca a los pediatras.”

El Dr. Ashwell, que había asistido a la madre cuando dio a luz a la nena, lanzó las amenazas exageradas clásicas: “La probabilidad de que esta niñita viva o no padezca de irreparable daño cerebral es casi igual a la de que yo gane hoy el Sweepstakes [un tipo de lotería] irlandés,” le dijo a The Telegram. Sin embargo, se desarrolló una brecha de credibilidad en cuanto a esta expresión arrolladora cuando se citaron también estas palabras de Ashwell: “Muy honradamente, simplemente no puedo describirle la enfermedad porque yo mismo solo tengo un entendimiento ligero de ella.”

Mientras tanto, ¿qué le sucedió a Eunice Devina? El inocente foco principal de tanta controversia fue llevado por su madre a la casa de unos amigos en otra municipalidad. Allí recibió tratamiento de fototerapia de parte de una enfermera de extensa experiencia en ese campo. Después de cinco días bajo luz azul, se recuperó completamente.

Un médico que la examinó encontró que estaba “activa, desarrollándose bien y que no hay ninguna evidencia de anormalidad.” Al tiempo de escribirse este artículo está en casa con su madre, feliz, inteligente y normal en todo sentido.

El Dr. Delahaye aparentemente se sentía muy infeliz en cuanto al caso. Además de las amenazas acostumbradas en cuanto a la salud de la nena acusó a la Sociedad de Auxilio para los Niños de “indiferencia” al no tratar de localizar a la nena; acusó al Tribunal Supremo de Ontario de “evadir la cuestión.”

En una entrevista con The Telegram el 3 de abril, relató otro caso en que estuvo envuelto un hijito de testigos de Jehová, “que padecía de leucemia. Antes de que el doctor le administrara una transfusión vinieron sus padres al Hospital de Kingston y se llevaron al niñito. Médicos de Toronto decidieron cumplir con los deseos de los padres, que se oponían a una transfusión, e irónicamente,” dijo el Dr. Delahaye, “la criatura sobrevivió.”

Irónicamente, también sobrevivió la nena DeWaal. Irónicamente, también todos los demás nenes de testigos de Jehová que han sido sacados de un hospital para evitar la transfusión de reemplazo han sobrevivido. Sin embargo, no tan irónicamente, seis hijos de testigos de Jehová en el Canadá han sido quitados a sus padres, se les han administrado transfusiones de sangre a la fuerza y han sido devueltos muertos.

El 3 de junio, la madre, la niña y su abogado, fueron presentados por televisión en Ottawa para explicar lo que había sucedido y por qué. Aunque el Dr. Delahaye había anunciado antes en cuanto a la nena que hay “una buena probabilidad de que esté muerta,” Eunice Devina hizo notar clamorosa y claramente que estaba bien viva. Más tarde el programa fue exhibido por todo el Canadá.

Tomando en cuenta los acontecimientos de este caso, uno recuerda el comentario del profesor de derecho Howard Oleck en Medical World News (5 de diciembre de 1969), en que menciona que las relaciones médicas mejorarían “si los médicos por lo general dejaran de obrar como si fueran de alguna manera los ungidos de Dios.”

Muchos médicos buenos sí obran con respeto a los padres, y esto merece elogio. A esos doctores les agrada que haya la influencia equilibradora de las decisiones de los padres; contribuye a buen trabajo aunado y a una relación mutuamente beneficiosa.

El que las decisiones de los padres no deben ser echadas a un lado a la ligera se hace patente por los acontecimientos que se han relatado aquí. Eunice Devina ha sido protegida por una madre que se sintió obligada a disentir de un doctor. Por su desarrollo normal, crecimiento vigoroso y contentamiento la decisión de su madre ha sido vindicada.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir