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¡Despertad! 1971
g71 22/6 págs. 22-25

Nueva traducción de la Biblia... no es asunto fácil

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Suecia

“¿QUÉ? ¿Una nueva Biblia? ¿Quién la necesita?” Esa es la reacción de algunos cuando se enteran de planes de preparar una traducción moderna de la Biblia. Y quizás se sientan justificados, tomando en cuenta el hecho de que la Biblia ahora está disponible en más de 1.400 idiomas. En algunos de los lenguajes principales hay numerosas versiones.

Sin embargo, extraño como les parezca a algunos, siempre se necesitan nuevas traducciones. ¿Por qué? El docto bíblico probablemente ofrecería por lo menos tres buenas razones: (1) En los últimos años se han hallado y se han hecho disponibles a los doctos bíblicos muchos manuscritos de mayor edad que los usados hasta recientemente, y más confiables, que contienen textos bíblicos. (2) Los nuevos hallazgos de manuscritos antiguos sobre una variedad de temas han aumentado nuestro conocimiento de los lenguajes bíblicos y de las condiciones históricas que reinaban en aquellos tiempos antiguos. (3) El lenguaje de cualquier traducción puede hacerse difícil de entender con el transcurso de los años; algunas palabras hasta adquieren un significado enteramente diferente.

¡Qué ventaja el poder leer las Santas Escrituras en el lenguaje de nuestro propio día! ¿Quién tiene tiempo para estar remitiéndose continuamente a un diccionario para saber el significado de palabras desusadas... palabras que ya no son comunes en nuestro uso cotidiano?

No es asunto fácil

Una nueva traducción bíblica no es un proyecto que los doctos emprendan frecuente o casualmente. No es asunto fácil. El hecho de que una nueva traducción puede convertirse, al contrario, en un asunto realmente complicado se puede ver por lo que está sucediendo en Suecia, donde se está preparando una nueva versión autorizada por el Gobierno.

En la actualidad solo hay en Suecia dos “Biblias eclesiásticas autorizadas,” una publicada en 1541 y la otra en 1917. Una duró casi cuatro siglos, mientras que la más reciente solo tiene medio siglo de edad. ¿Por qué, entonces, la prisa en producir una nueva? Parece que la respuesta es que el lenguaje está cambiando a un paso más rápido hoy en día. Los lingüistas alegan que estamos experimentando una crisis del lenguaje, y nadie sabe qué esperar como resultado de ello. Tan grande ha sido el cambio en el lenguaje sueco en solo cincuenta años que se ha hecho necesaria una nueva traducción para hacer atrayentes y entendibles las Escrituras al sueco de término medio.

El dar impulso a la traducción de una nueva Biblia y encaminarla requiere tiempo. En Suecia, como verá usted, con su Iglesia Estatal, el asunto llega a ser una cuestión gubernamental. Fue hace diecinueve años que la Junta Eclesiástica de la Iglesia Luterana Estatal solicitó a las autoridades una nueva traducción del “Nuevo Testamento” y los Salmos, para comenzar. No fue sino hasta diez años después que se hizo una moción a favor de la solicitud presentada en el Riksdag o parlamento. Ese mismo año, por recomendación del Comité Subsistente sobre Asuntos Misceláneos, el Riksdag presentó el asunto al Rey, es decir, al Gobierno. Dos años después el Gobierno nombró a un Comité Bíblico para investigar toda la cuestión.

Después de cinco años de investigación el Comité completó su informe y lo envió al Jefe del Ministerio de Educación en febrero de 1969. Consistía en 646 páginas de tipo menudo, y reveló los muchos problemas que tenían que resolverse mucho antes de que pudiera emprenderse la impresión. Consideremos tres de éstos, a saber: (1) ¿Qué debe traducirse? (2) ¿Para quién debe traducirse? y (3) ¿Cómo debe ser traducido?

¿Qué debe traducirse?

¿A qué nos dirigiremos como base para nuestra traducción? es una pregunta que tienen que determinar los traductores modernos. Ninguno de los escritos originales de los profetas y apóstoles inspirados ha sobrevivido. Sin embargo, abundan las copias manuscritas antiguas tanto de las Escrituras Hebreas como de las Escrituras Griegas Cristianas. ¿Serán la fuente para los traductores modernos? Sí, pero no directamente, porque doctos del siglo diecinueve y del siglo veinte, hombres que se han especializado en el estudio del hebreo o el griego, han escudriñado y comparado las multitudes de manuscritos antiguos y han producido lo que podemos llamar textos magistrales.

El traductor bíblico puede escoger uno de varios de estos textos magistrales refinados, o puede decidir trabajar con varios de ellos. En lo que toca a las Escrituras Griegas Cristianas, podría escoger el de Westcott y Hort, el de Nestle, el de Merk, o el más recientemente editado de Aland, Black, Metzger y Wikgren. El Comité Bíblico Sueco decidió trabajar con varios.

¿Para quién se traducirá?

Quizás parezca extraño el que tenga que tomarse una decisión en cuanto a si se han de traducir las Escrituras para esta sección de la población o aquélla. ¿Por qué no simplemente publicar una traducción clara que entiendan todos los que sepan leer? El Comité Bíblico Sueco trata de efectuar mucho más.

Uno de sus miembros, el Dr. Karl Ragnar Gierow, famoso escritor, dijo que la Biblia llegará a las manos del “maestro que está sentado a su escritorio y a los colegiales que están en sus bancas; tiene que cuadrar con historiadores religiosos, exegetas, filólogos y los que se ocupan en investigación literaria. Tiene que ser adecuada para un momento de quietud al fin del día de trabajo, tiene que servir a la persona que tenga intereses literarios y que tenga un ojo abierto a la belleza de la poesía sublime y para el lector que la abra en su más angustiada perplejidad, su momento más tenebroso, su necesidad y desesperación directas.”

Es verdad que una traducción bíblica tiene que satisfacer las necesidades de una variedad de personas cuya experiencia en el lenguaje varía considerablemente. Y se concibe que una traducción en el idioma del hombre común hallaría poco favor entre algunos doctos. Por lo menos, ése es el punto de vista que adoptó el Comité Bíblico Sueco. Sugirió al Gobierno la producción de dos versiones del “Nuevo Testamento” o Escrituras Griegas Cristianas. Una sería una “Biblia eclesiástica,” “filológicamente exacta, con un estilo de lenguaje concentrado, fecundo.” La otra sería “para lectura privada, para usarse en la casa y en la escuela, en su estilo lingüístico de lenguaje que atraiga más al lector del día actual.”

Hay quienes irían más allá, que alegan que por lo menos tres versiones son deseables: una versión vertida científicamente, una versión moderna que reprodujera tan fielmente como fuera posible el contenido y cualidades estilistas del texto básico, y una tercera vertida en los términos comunes de hoy día, para que el contenido del texto original pudiera llegar al lector de término medio.

¿Cómo debe traducirse?

Una tercera y más vital cuestión al producir una nueva traducción de la Biblia es el método que ha de seguirse al traducir los textos del lenguaje original. El traductor tiene que determinar hasta qué grado ha de seguir traducciones anteriores, si debe hacer una revisión de una traducción anterior o una traducción completamente nueva, independiente. Si se decide por lo primero, seguirá la traducción anterior tan cuidadosamente como sea posible, solo corrigiendo inexactitudes y haciendo algunos ajustes en cuanto a lenguaje. Una nueva traducción, por otra parte, se hace directamente de un texto básico, y el traductor tiene que usar todos los recursos del lenguaje disponibles... diccionarios, libros de gramática, comentarios, traducciones, investigaciones especiales, etc.

Si uno le pregunta a un traductor experimentado cuál de las dos preferiría, es muy probable que esté a favor de la traducción completamente nueva. Aunque la nueva traducción envuelva más tiempo y trabajo, por lo general se sabe que es más práctico hacer eso que hacer una revisión extensa de una traducción anterior.

Los traductores también tienen que escoger entre una traducción llamada literal y una traducción idiomática. La traducción literal tiene como mira transmitir tanto como sea posible de la forma del lenguaje original, mientras que el método idiomático trata de transmitir el mensaje del original, usando todos los recursos del lenguaje disponibles. En otras palabras, la traducción literal está dirigida hacia el texto original, mientras que la idiomática se dirige al lector.

Si el traductor decide hacer una traducción literal, tiene que determinar cuán literal debe ser sin que se pierda el sentido del texto. También debe tener presente que la traducción literal exige consistencia, lo cual significa que, de manera general, cada vez que aparezca determinada palabra en el texto original debe verterse con la misma palabra en la traducción.

Por otra parte, la traducción idiomática le da al traductor mayor libertad. No obstante, a medida que trata de verter el sentido del texto básico, también tiene que tratar de transmitir su estilo. Y lo que dificulta más esta fase de su obra es el hecho de que cada uno de los escritores de la Biblia tiene su propio estilo personal de escribir. Por ejemplo, Mateo, Marcos y Lucas, aunque esencialmente abarcan el mismo material, difieren considerablemente en selección de palabras y composición. Marcos escribe un griego fresco y natural de elevada cualidad. La simplicidad y la vivacidad caracterizan su relato. En comparación, el estilo de Lucas es más profesional; su terminología muy exacta. Su uso de términos médicos y su conocimiento al tratar de términos náuticos, como en Hechos, capítulos veintisiete y veintiocho, son notables. Usa un vocabulario mucho más amplio que Mateo y Marcos. Mateo, por su parte, opta por un curso medio en su estilo en comparación con Marcos y Lucas.

Complica más los asuntos para el traductor el hecho de que un solo escritor bíblico puede cambiar su estilo. El apóstol Pablo es especialmente famoso por esto. Un miembro del Comité Bíblico Sueco, que también es profesor de lenguajes clásicos, dice acerca de Pablo lo siguiente: “Tiene un registro enorme: poema elevado en prosa como en 1 Corintios 13, elocuencia conmovedora como en Romanos 8:31-39, pero también explicaciones precisas y escuetas. . . . Su vocabulario es amplio (900 palabras que solo son específicas de él). Fue un brillante maestro del habla.”

Un buen traductor bíblico quiere transmitir estas características de los diferentes escritores así como las variaciones de estilo de cada escritor individual. Debe poder imaginarse cómo el escritor habría expresado sus pensamientos, si hubiera estado escribiendo en nuestro día y en nuestro lenguaje. Probablemente debido a eso el Comité Bíblico declaró que se necesitaba un verdadero genio estilista para el trabajo. Pero, ¿se pueden hallar traductores de esa talla? El miembro teológico del Comité contesta: “En nuestra búsqueda de traductores capacitados me siento inclinado a decir que este país está convirtiéndose en un país ‘subdesarrollado’ en cuanto a traductores capacitados.”

Otra cuestión que tiene que afrontar el traductor es: ¿A qué grado se hará provisión para notas aclaratorias al pie de la página o explicaciones de pasajes que son difíciles de entender? El Comité cita el famoso pasaje de Mateo 5:13, donde Jesús habla de que la sal pierde su fuerza, como un caso a propósito. Puesto que la sal común no pierda su fuerza, el Comité sugiere la siguiente nota al pie de la página para ese versículo: “La ilustración de que la sal pierde su fuerza y es arrojada fuera para que los hombres la pisoteen, se puede explicar por la manera en que los beduinos todavía usan lajas de sal en sus hornos primitivos, donde al principio la sal estimula la quema del estiércol de cambio, pero más tarde, por medio de un cambio químico, tiene el efecto contrario. Las lajas de sal que ahora no se podían usar se usaban como relleno para los caminos.”

Muchas notas de esta naturaleza al pie de las páginas requerirían investigación extensa además de las labores de la traducción. No obstante, esto no agotaría los problemas de producir una nueva traducción. Todavía quedarían por resolverse cuestiones como: ¿Cómo debe ser compuesto el texto en las páginas? ¿Cómo deben arreglarse los capítulos y los versículos? ¿Qué tipo de impresión debe usarse?

Se necesitan nuevas traducciones bíblicas

Sin embargo, no hay duda de que se necesitan nuevas y modernas traducciones de la Biblia en muchos lenguajes, como hemos visto, y el satisfacer esa necesidad no es asunto fácil. De lo que ya se ha dicho uno puede empezar a entender la vasta cantidad de trabajo que envuelve la traducción de una Biblia completa en cualquier lenguaje, como la que produjo en inglés en años recientes el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo. Muchos lectores de ¡Despertad! conocen las traducciones bíblicas que ha producido ese Comité.

La mayoría de las personas de corazón honrado aprecian la importancia de hacer disponible la Biblia a los pueblos de todas las razas y naciones. De igual importancia es hacer entendible su mensaje a estas personas. Las traducciones modernas pueden efectuar mucho hacia el logro de esa meta.

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