Los que han huido
¿POR qué debería querer una muchacha de dieciocho años dejar de vivir en una mansión de treinta habitaciones para irse a vivir en alojamientos sucios, llenos de sabandijas, en un barrio bajo? ¿Por qué debería querer huir de una vida donde lo tenía todo, materialmente, para pasar a una vida en la cual no tenía nada, en la cual hasta tuvo que mendigar en las calles para comer? A muchos adultos les parece difícil entender eso, pero a muchos jóvenes no.
Esta muchacha era solo una de un gran número de jóvenes que han huido de hogares acaudalados o de clase media para vivir en la escualidez. Los cálculos para los Estados Unidos fijan en más de un millón la cifra de las personas que huyen de su casa, y aproximadamente el 90 por ciento de éstas proceden de hogares como los ya descritos.
Los jóvenes que han huido de su casa ofrecen varias razones en explicación por lo que han hecho. La situación doméstica les parecía intolerable, debido a la falta de entendimiento y comunicación entre los padres y sus hijos. Algunos de los jóvenes tenían malas calificaciones en la escuela y los padres ejercían presión en ellos para que salieran bien a fin de mantener en alto la reputación de la familia en el vecindario. Al no sentirse capacitados para afrontar los exámenes escolares en el mes de mayo o volver a la escuela en septiembre, decidieron huir. Parece que en los Estados Unidos éstos son los meses en que el mayor número de jóvenes huyen de su casa.
Otra razón para huir de casa es la hipocresía de padres que hablan acerca de vivir en armonía con altos ideales, pero que realmente no viven de ese modo ellos mismos. Esto se les hace insoportable a los jóvenes que dicen que creen en que se les diga la verdad como es.
Otra razón más es la falta de amor de parte de los padres. Un muchacho adolescente dijo que su padre se pasaba toda la vida “asegurándose de que tengamos las cosas que nos abrigan por fuera, pero jamás ha tenido tiempo para darnos las cosas que nos abrigan por dentro.” Es común que los padres que trabajan en ramas ejecutivas estén tan preocupados con sus negocios que tengan poco o ningún tiempo para sus hijos. ¿Es eso cierto en su hogar? Quizás las esposas de estos hombres también estén ocupadas en intereses personales, asistiendo a fiestas donde se juega “bridge” y reuniones sociales, participando en actividades cívicas, o cosas por el estilo. Los hijos rara vez ven a sus padres y son criados por la sirvienta. Cuando tienen suficiente edad probablemente se les envía a una escuela de internos.
Esto le sucedió a una muchacha de catorce años. Con el tiempo huyó de la escuela de internos donde la habían metido sus acaudalados padres. Cuando fue aprehendida por la policía y se le dijo que tenían que notificar a sus padres, se angustió. Dijo: “Esperen y verán lo que son.” Finalmente llegaron los padres a la comisaría con ropa de etiqueta. No manifestaron ningún cariño por ella, sino que la amenazaron con meterla en una escuela con muros más altos si trataba de huir otra vez. La muchacha miró a los policías como diciéndoles: “¿Ven lo que les dije?”
Un muchacho que huyó de su casa dijo que sencillamente no podía concordar con el punto de vista de sus padres en cuanto a la vida. Dijo: “Sé más sobre lo que es importante o lo que es de valor que mis padres. Ellos ondean banderas y hablan de ir a la guerra y matar a otros humanos, pero yo sé que eso no es correcto. No pueden ver que tengo razón en esta cuestión. De modo que no tengo nada que ver con ellos. He salido buscando a gente que concuerde conmigo.”
Los niños que huyen de su casa por lo general dicen que no odian a sus padres. Quizás digan que sienten mucho el estar causándoles dolor, pero sencillamente no quieren la clase de vida que han dejado. ¿Mejora su situación el que dejen el hogar?
¿Encuentran felicidad los que han huido?
En vez de hallar una sociedad nueva y libre donde todo el mundo muestre amor, muy a menudo los jóvenes que han huido de su hogar encuentran violencia, robo, engaño, soledad y enfermedades. En sectores como la East Village de la ciudad de Nueva York hay gente que los defrauda por razones egoístas. Algunos vienen de otras partes de la ciudad con ese propósito. Hay otros jóvenes que quizás finjan ser amigos de los que han huido y los envuelven en el uso de drogas si no han empezado ya a usarlas. No son verdaderos amigos.
Un muchacho de dieciocho años que fue “pescado” en el uso de las drogas escribió: “He usado toda clase de drogas, desde hachís, marihuana y “ácido” hasta drogas fuertes. Todo es una mala escena. . . . Todo lo que uno hace es arruinar su vida y dejar que la gente gane dinero a costa de uno. Solo lo están usando a uno. . . . Estos amigos le ofrecen a uno droga gratis, y más tarde empiezan a hacer que uno la pague. Entonces le venden droga más fuerte a precios de descuento, después suben los precios cuando lo han ‘pescado’ a uno. Acuérdese, la misma persona o el mismo amigo que tenga yerba [marihuana] también podrá venderle heroína, y, ¿para qué? Para ganar dinero él, mientras lo destruye a uno.”
En los barrios bajos de las ciudades grandes los niños que han huido de su casa no hallan el amor que quizás se han imaginado que hallarían. En vez de eso encuentran un lugar duro y siniestro. La muchacha de dieciocho años mencionada antes dejó una mansión de treinta habitaciones para vivir en la East Village de la ciudad de Nueva York. Una mañana la hallaron yaciendo desnuda en el sótano de una vivienda, con la cabeza hecha pulpa a golpes.
Una muchacha de trece años que había huido vagaba por las calles de la East Village y fue abordada por dos jóvenes. La llevaron a una habitación en el quinto piso de un edificio de viviendas sucias. Una vez que estuvieron en la habitación la despojaron de sus ropas y la violaron. En un esfuerzo frenético por huir de sus atacantes se subió a la ventana del cuarto de baño y se mató al caer.
A menudo la muchacha que huye de su casa tiene que estar dispuesta a pagar con relaciones sexuales para obtener un lugar donde dormir. Un muchacho quizás tenga que satisfacer a un homosexual. Muchos no encuentran lugar donde alojarse y tienen que dormir en las calles. Quizás la situación en su hogar haya sido mala, pero, ¿diría usted que lo que hallaron estos jóvenes que han huido era mejor?
Una rubia de diecisiete años que huyó de su casa en los estados centrales del norte de los Estados Unidos y que vino a la East Village de Nueva York dijo: “Si hubiera sabido entonces lo que ahora sé, no habría huido de casa. Este es un lugar horrible.” Una muchacha de diecinueve años que huyó de su casa dijo que la East Village “es un lugar terrible. Es para que la violen o para que una se convierta en prostituta o para que la ‘pesquen’ con las drogas.”
Expresando pesar por haber huido de su casa, una muchacha que finalmente regresó a casa después de dos años halló a su madre en una institución para enfermos de la mente. La joven dijo: “Había sufrido una postración nerviosa aproximadamente un año después que me fui, y nunca saldrá del sanatorio en que está. Ya no me reconoce a mí ni a nadie de la familia. Ahora jamás podré decirle que la amo y que me pesa lo que hice. Mi padre ha envejecido veinte años, y está borracho siempre. No tengo nada ahora. . . . ¡Qué lío he hecho de mi vida, y solo tengo veinte años de edad!”
¿Eres tú, joven, una persona que ha huido de su casa y que tiene razones para sentir pesar por ello, como les sucede a casi todos los que huyen de su casa? ¿Hay ocasiones en que quisieras estar de vuelta en casa? Sin duda tus padres comparten ese deseo. ¿Por qué no te comunicas con ellos por carta o por teléfono, o por medio de un pariente? También, en casi todo sector hay agencias para dar consejo adonde los jóvenes que han huido de casa pueden dirigirse. Creen que es posible la reconciliación si los jóvenes y sus padres están dispuestos a considerar los asuntos en que no concuerdan y ambos se esfuerzan por mejorar.
Quizás te parezca que la vida en casa no fue muy buena, pero, si regresas, no tienes que ir con la idea de que no será diferente de lo que era. Hay algo positivo que puedes hacer: Tratar de mejorar la situación. Como veremos, es mucho lo que puedes hacer. Y bien vale la pena el esfuerzo.
Los padres necesitan hacer su parte
Pero, ¿qué hay si usted, el lector, es padre o madre, y es su hijo quien ha huido de casa? Una cosa en la que debería interesarse primero es ésta: ¿Qué puede hacer usted para mejorar la situación en casa de modo que su hijo quiera volver? Si verdaderamente quiere que su hijo o su hija regrese, considere seriamente ese asunto y efectúe los cambios necesarios en su vida. Entonces, cuando finalmente se comunique con su hijo o hija, tendrá algo que ofrecer.
Quizás sus hijos no hayan huido de casa. Sin embargo, si a usted le parece que deberían efectuarse ciertos cambios en su vida doméstica, ahora es el tiempo en el cual hacer eso.
¿Cuáles son algunas de las cosas que se pueden hacer para mejorar la situación doméstica? En muchos casos en que han estado envueltos jóvenes que han huido de su casa, se encontró que los padres no dedicaban ningún tiempo a estar con sus hijos; no prestaban atención a sus problemas. ¿Ha sido cierto eso en el hogar de usted?
Comentando sobre el asunto de los niños que huyen en México, un jefe de policía auxiliar dijo: “Los padres deben vigilar y cuidar mejor a sus hijos, y no deben pensar que porque les dan ropa, y alimento, y porque les pagan su enseñanza académica han cumplido con todas sus obligaciones.”
Valdría la pena el que usted hiciera un examen para ver si ha estado tan ocupado con actividades comerciales u otros intereses personales que haya dedicado muy poco tiempo a estar con sus hijos personalmente. Si usted descubre que esto es cierto, ¿no sería sensato eliminar algunas de las actividades que han atestado su vida? ¿No sería mejor dedicar más tiempo a conocer a sus hijos y a guiarlos y aconsejarlos?
¿Ha estado usted realmente dispuesto a escuchar los problemas de sus hijos? Algunos padres tratan de evitarlo, postergando el dar atención a sus hijos, diciendo: “En otra ocasión.” Hay el caso de un muchacho que quería hablar con su padre, pero su padre le dijo: ‘Hablaré contigo después de la cena.’ Después de la cena lo dejó para otra ocasión, y así por el estilo. Realmente no quería enterarse de lo que le estaba causando dificultad a su hijo. ¿Tenía razón él, pues, para sorprenderse cuando su hijo huyó de la casa?
Si usted es padre, para comunicarse con su hijo no tiene que pretender que usted y su hijo son iguales. No lo son. Son padre e hijo, una relación desigual. Es una relación en la que el hijo espera que usted ejerza autoridad. Un joven dijo: “Tengo todos los amigos que necesito. No quiero otro amigo; lo que quiero es un padre.”
Las normas y los principios morales de uno son algo que también se debe examinar. El decir una cosa y hacer otra no va a atraer sus hijos a usted. La hipocresía aleja a los jovencitos sinceros. ¿No conseguiría usted mayor respeto de sus hijos si siguiera el proceder de buena conducta moral que usted espera de ellos? Pero no basta con esto. Es preciso que enseñe a sus hijos lo que es una buena norma de moralidad y por qué resulta en bien para ellos.
¿Ha considerado enseñar a sus hijos la norma de moralidad de la Biblia? ¿Sabe usted que los pasos que las autoridades han hallado sumamente eficaces al tratar con el problema de los hijos que huyen de casa fueron recomendados hace mucho tiempo por la Biblia? Por ejemplo, la Biblia insta a los padres a comunicarse con regularidad con sus hijos. (Deu. 6:6, 7; Pro. 6:20-22) También enfatiza la autoridad del padre en su relación con sus hijos. (Efe. 6:4; Heb. 12:7) Suministra la guía de moralidad que necesitan tanto los padres como los jóvenes. Al aplicar el consejo y los principios de la Biblia, muchos padres han podido unir a su familia como jamás antes. ¿Por qué no probar si esto es cierto en su vida?
Lo que pueden hacer los hijos
Si tú eres un joven desilusionado por la manera en que están las cosas en casa y deseas un modo diferente de vivir y has pensado en huir de casa, pregúntate: ‘¿Qué puedo hacer yo para mejorar la situación en casa?’ Puedes hacer algunas contribuciones constructivas. Por ejemplo, puedes decir a tus padres lo que tienes en el corazón. Quizás encuentres alguna respuesta. Por lo menos vale la pena probarlo. Y cuando hables con ellos, ten presente que quizás haya alguna barrera de lenguaje. Por eso trata de usar palabras y expresiones que ellos conozcan y entiendan, no expresiones que encierren significado especial solo para los jóvenes. También, esfuérzate por cooperar. Si parece que tú y tus padres están diametralmente opuestos en sus esfuerzos y metas, tendrás que ceder un poco para lograr algún progreso.
Quizás parezca más fácil huir que tratar de mejorar una situación difícil en casa. ¡Pero, realmente, uno no puede estar huyendo toda su vida de las situaciones difíciles! Llega el tiempo en que toda persona tiene que afrontar denodadamente las condiciones y hacer esfuerzos por mejorarlas. Por ejemplo, si te casas y tienes hijos, entonces tendrás responsabilidades. Si surgen problemas, ¿vas a dejarlo todo y huir? Eso no sería ni legal ni amoroso, ¿verdad? De modo que algún día uno tiene que aprender a enfrentarse a las dificultades. ¿Por qué no comenzar ahora?
Además está el asunto legal. Según la ley, los padres tuyos son responsables por ti hasta que seas mayor de edad o hasta cuando ellos concuerden en que puedes salir de su casa. Tal como ellos tienen una responsabilidad para contigo, tú tienes una obligación recíproca para con ellos... mostrarles respeto. Les debes esto a ellos. Esta es la ley, no solo del hombre, sino también de Dios.—Col. 3:20; Efe. 6:1-3.
La obediencia a tus padres es básicamente para provecho tuyo. De muchas maneras ha sido para provecho tuyo hasta ahora. Piensa en todo lo que tus padres han hecho por ti desde que naciste. Piensa también en los que han huido de casa y en lo que tan a menudo expresan por ello... pesar. Es cierto que cuando llegues a ser mayor de edad quizás decidas abandonar tu casa. Pero, ¿por qué no esperar hasta que seas mayor de edad? Y luego si decides salir de tu casa, no te escabullas por la puerta de atrás. Da a saber tus intenciones. Coopera con tus padres, y ellos probablemente cooperarán contigo.
Una de las razones por las cuales la vida se te ha hecho difícil es que todo el sistema de cosas es inicuo. La Biblia claramente muestra eso, y los hechos de la vida concuerdan con ello. Otra razón básica es que generalmente no se han aprendido y aplicado a los problemas de la vida cotidiana los principios del Creador, según se mencionan en la Biblia.
Sea que vivas en casa o por tu propia cuenta, te enfrentas a esas mismas circunstancias. No puedes huir de ellas. Pero puedes afrontarlas aprendiendo lo que enseña la Biblia; y a los testigos de Jehová les dará gusto proveerte ayuda personal gratis. De la Biblia puedes aprender la verdadera razón para la vida, y qué es lo que produce contentamiento genuino. Puedes aprender del propósito maravilloso que el Creador tiene para la humanidad y cómo se realizará en esta generación. Millares que se han enfrentado a la misma clase de problemas que tú afrontas han hallado las respuestas. Te instamos a hacer lo mismo.