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“Tu palabra es la verdad”

El espíritu santo... ¿una persona?

MIENTRAS Jesús estuvo en la Tierra con sus seguidores les suministró enseñanza y les dio su ayuda y guía. Pero, ¿qué iba a suceder después de su muerte? ¿No tendrían ayuda espiritual?

La noche antes de ser ejecutado, Cristo les hizo una promesa tranquilizadora, diciendo: “Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito [griego, parákletos], para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce.” (Juan 14:16, 17, Biblia de Jerusalén [BJ], católica). Las personas que usan la Versión Valera (Val) quizás conozcan más el término “Consolador,” usado por esa versión en vez de “Paráclito.” De todos modos, muchas personas llegan a la conclusión de que Jesús estaba prometiendo que una persona divina ayudaría a sus seguidores, que el espíritu santo es una persona.

Pero, ¿realmente prueba lo que la Biblia dice acerca del “Paráclito” o “Consolador” que el espíritu santo sea una persona viva?

Tanto la palabra hebrea como la palabra griega para “espíritu” son las mismas palabras que se traducen “viento.” Como el viento, el espíritu santo no se puede ver; sin embargo es una fuerza activa que puede producir efectos. La referencia a él como el “Espíritu de Dios” o el “espíritu de Jehová” es evidencia de que es una agencia que pertenece a Dios.—Gén. 1:2; Jue. 15:14, Val, BJ.

Evidencia de la naturaleza impersonal del espíritu santo se encuentra en la manera en que se le menciona en la Biblia en asociación con otras cosas impersonales, como el agua y el fuego. Tal como Juan el Bautista bautizó con agua, así Jesús bautizaría con espíritu santo y fuego. (Mat. 3:11; Mar. 1:8; Hech. 1:5) Uno puede bautizar a una persona con agua o fuego sumergiéndola en ello, pero no puede bautizar a una persona con otra persona. Por consiguiente, el espíritu santo tiene que ser impersonal, como lo son el fuego y el agua. También, la Biblia habla de personas que se ‘llenaron de’ espíritu santo, y de que el espíritu fue “derramado,” lo cual obviamente excluye el que sea una persona divina, parte de una Deidad trina y una.—Efe. 5:18; Luc. 1:67; Hech. 2:33; BJ.

¿Cómo, entonces, hemos de entender las referencias al espíritu santo como el Paráclito o Consolador, como si fuese un personaje? ¿Y por qué usa la Biblia pronombres personales como “él” y “sí mismo” con referencia al “Espíritu de verdad”? (Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7, 13, Val, BJ) Puesto que toda la Escritura es verdadera e inspirada de Dios, tiene que haber una explicación razonable.—2 Tim. 3:16, 17.

Lo que Jesús prometió fue otro parákletos. En la literatura griega extrabíblica ese término se aplicaba a una persona que servía de “consejero legal o ayudante o abogado en el tribunal pertinente.” Pero en la Biblia la palabra “parece tener el sentido amplio y general de ‘ayudante.’” (Theological Dictionary of the New Testament, redactado por G. Friedrich, tomo V, págs. 803, 804) Aunque algunas versiones de la Biblia vierten la palabra con el término “Consolador,” “Abogado” o “Consejero,” muchas traducciones modernas de la Biblia vierten parákletos como “ayudante.”

Aunque parákletos era una palabra que se aplicaba a una persona que desempeñaba cierta función, esto no necesariamente establece que el espíritu santo también sea una persona. Su uso en el libro de Juan se puede considerar simplemente como una personificación. En Mateo 11:19 Jesús personificó la “sabiduría” y la representó teniendo “obras” o “hijos.” Sin embargo la “sabiduría” no es una persona con una existencia individual. También, Romanos 5:14, 21 personifica a la “muerte” y el “pecado” como reyes que gobiernan. Pero no son individuos vivos. Evidentemente Jesús hizo lo mismo tocante al espíritu; personificó algo que realmente no era una persona.

¿Por qué, sin embargo, si el espíritu no es una persona, la Biblia se refiere al “ayudante” o “Paráclito” como “él” en vez de “ello”? Bíblicamente a parákletos se le trata como la forma masculina de la palabra. Una forma femenina es parakletria. Al hablar o escribir griego, si uno usa cualquiera de estas palabras, los pronombres aplicados a ella tienen que concertar en género... “él” y “a él” con parákletos y “ella” y “a ella” con una forma femenina. Se pudiera comparar a las palabras españolas “emperador” y “emperatriz.” Con “emperador” se usa “él” y con “emperatriz” se usa “ella,” pero a ninguna de las dos aplica “ello.” Por eso, cuando Juan presenta las palabras de Jesús acerca del “ayudante,” simplemente sigue la gramática griega apropiada utilizando pronombres personales como “él” en vez del pronombre impersonal “ello.”

Sin embargo, es digno de notarse que en el mismo contexto Juan usa la palabra griega pneúma (espíritu), que en griego es neutro, o sea, que no tiene género masculino ni femenino. De acuerdo con la gramática griega, Juan utiliza el correspondiente pronombre neutro autó (ello), como en Juan 14:17. Muchas traducciones bíblicas al inglés, que pudieran mostrar este hecho, lo ocultan, sustituyendo el neutro con pronombres personales. (Douay, Authorized Version) Sin embargo, la traducción de la Biblia católica romana de 1970 en inglés The New American Bible (La Nueva Biblia Americana) admite en una nota sobre Juan 14:17: “La palabra griega para ‘espíritu’ es neutra, y aunque [en esta traducción] usamos pronombres personales en inglés (‘he’ [él], ‘she’ [ella], ‘him’ [(a) él]), la mayoría de los MSS [manuscritos] griegos utilizan ‘it’ (ello).”

Usado como sustantivo parákletos y concertando con pronombres personales se puede utilizar con referencia a algo que no sea una persona viva. Esto se podría ilustrar por la manera en que la palabra se pudiera aplicar al Sol, para el cual la palabra griega es helios. Cualquier persona reconoce que el Sol no es una persona; no piensa ni vive. Como el viento (ánemos), el Sol es inanimado.

No obstante, se pudiera personificar al Sol como un “ayudante,” tal como el espíritu santo fue personificado como ayudante. Jesús dijo que Jehová hace “salir su sol sobre inicuos y buenos.” (Mat. 5:45) El Sol hace bien, produce buenos efectos. Por ejemplo, el Sol ayuda a la tierra a producir vegetación. También, los científicos creen que al bañar el Sol con sus rayos la piel de una persona ayuda a ésta a producir la vitamina D, llamada la “vitamina de la luz del Sol.” Así, si un hombre estuviera sufriendo cambios óseos como resultado de falta de vitamina D, un médico probablemente le aconsejaría que estuviera por más tiempo a la luz del Sol. El doctor se podría referir al Sol (helios) como su “ayudante” (parákletos) en cuanto a hacer que el hombre recobre la salud. Pero el Sol todavía no es una persona. Tampoco lo es el espíritu santo (pneúma, neutro), que sirve también de “ayudante.”

En consecuencia, lo que se registra en Juan, capítulos 14 al 16 acerca del parákletos (Paráclito, Consolador o ayudante) armoniza con lo que dice el resto de la Biblia acerca del espíritu santo. Jehová por medio de Jesucristo usó al espíritu santo para ayudar a los cristianos en el primer siglo E.C. Por medio de éste como “ayudante” consiguieron entendimiento aumentado de los propósitos de Dios y de la Palabra profética. (Hech. 2:33; 1 Cor. 2:10-16; Heb. 9:8-10) Hombres que fueron ayudados milagrosamente por el espíritu hablaron en lenguajes extranjeros, explicaron la voluntad de Dios y profetizaron. (Juan 14:26; Hech. 2:4; 21:4, 11; 1 Cor. 12:4-11; 14:1-4, 26) En consecuencia, aunque no es una persona, Dios usó al espíritu santo para ayudar a los cristianos, para enseñarles, para guiarlos y para edificarlos.

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