Franceses pasmados ante actitudes clericales sobre moralidad
LA PRIMERA transmisión televisada de la serie mostró por qué la televisión estatal francesa había recomendado partes de ella ‘solo para adultos.’ Fue sacudidora hasta para muchos católicos adultos. Especialmente lo fue la parte que tuvo que ver con moralidad, y esto llegó cuando la cámara pasó a Holanda.
Una escena preliminar mostró una iglesia católica holandesa decorada con plantas, flores, un acuario y una pajarera. Una pregunta cortés en cuanto a por qué una iglesia católica habría de tener esta decoración algo insólita hizo que el sacerdote local diera la respuesta de que la misa “no es un festival como Solesmes [la central de los monjes benedictinos franceses, expertos en la salmodia gregoriana], ¡sino como Woodstock [escena de un enorme festival ‘pop’ de los hippies de los Estados Unidos]!”
Pero esto solo fue el principio. Había más sorpresas para los televidentes de habla francesa en Francia, Bélgica y Suiza. Unas cuantas escenas después, dirigiéndose al tema de la confesión auricular de pecados, el comentarista de televisión resumió la situación que existe en Holanda como sigue: “La gente ya casi no se confiesa, principalmente debido a que una ola de emancipación sexual ha arropado a Holanda, de modo que la gente realmente no sabe lo que constituye pecado sexual.”
Un párroco reconoció que la Iglesia Católica lleva parte de la responsabilidad por este derrumbe moral. Hizo notar que ésta les había permitido a los psiquiatras y psicólogos católicos bajar las barreras que existían contra la inmoralidad.
La sacudida más grande
Ahora habría de venir la sacudida más grande. ¡Los televidentes vieron y oyeron prueba de que la Iglesia Católica tácitamente tolera y permite no solo la inmoralidad sexual, sino hasta la perversión sexual!
Los televidentes se enteraron de que en Amsterdam, Holanda, hay una “parroquia” compuesta enteramente de homosexuales católicos. Se le preguntó al sacerdote que les “ministra”: “¿Pueden ser cristianos los homosexuales como cualquier otra persona?” Contestó: “Sí, estoy seguro de ello, y también lo están todos los miembros de nuestro grupo que han estado trabajando entre homosexuales durante diez años aquí en Holanda.”
Este sacerdote reveló que por lo menos se han solemnizado dos “matrimonios” de homosexuales en una iglesia católica holandesa. Interrogado sobre lo correcto de esas ceremonias, añadió: “Cuando dos homosexuales lo solicitan, opino que un sacerdote puede bendecirlos.”
Los televidentes católicos de habla francesa apenas podían creer lo que veían y oían. Pero lo peor todavía estaba por venir. ¡Enseguida se les ofreció el espectáculo de un sacerdote católico que desvergonzadamente reconoció en televisión que él mismo era homosexual practicante! La entrevista se desarrolló como sigue:
Comentarista: “Puesto que ya no se considera que la homosexualidad sea pecado, el padre——, un sacerdote de la parroquia de estudiantes, ha optado por ser franco. Padre——, usted es sacerdote. Usted también pertenece a la C.O.C., una organización de homosexuales.”
Sacerdote: “Sí.”
Comentarista: “¿Es usted homosexual?”
Sacerdote: “Sí.”
Comentarista: “¿Por cuánto tiempo se ha sabido públicamente que usted es homosexual?”
Sacerdote: “Desde hace poco tiempo. Seis meses.”
Comentarista: “¿Ha habido alguna reacción de su obispo a esta situación? Ciertamente ésta debe ser la primera vez que un sacerdote ha admitido públicamente que es homosexual y miembro activo de una organización de homosexuales.”
Sacerdote: “No, no ha habido todavía ninguna reacción de parte del obispo.”
Comentarista: “¿Cree usted que, a la vista de otras personas, usted es tan buen sacerdote como cualquier otro?”
Sacerdote: “¡Sí, por supuesto! ¿Por qué no?”
Comentarios de obispo y cardenal
Después de esta pasmosa conversación, el reportero de la TV le preguntó a un obispo holandés qué haría si un sacerdote de su diócesis reconocía francamente que era homosexual.
Sin duda, muchos católicos que estaban viendo el programa esperaban que este prelado contestara sin titubear: ‘¡Lo suspendería inmediatamente!’ En cambio, vieron y oyeron que este obispo anduvo con rodeos y dijo: “Se me hace muy difícil contestar esa pregunta. Si surgiera una situación de este tipo, tendría que ver al sacerdote y decidir si su situación estaba escandalizando a los fieles o no.” Al preguntársele si a él personalmente le escandalizaba una situación de esa índole, tartamudeó: “Es . . . es . . . es muy nueva para mí.”
El obispo que tenía que ver directamente con este caso no había hecho nada en cuanto al sacerdote que era homosexual declarado. A este segundo obispo, a quien se entrevistó, o no le escandalizaba la situación o él no fue lo suficientemente valeroso para decirlo. ¡Qué ejemplo para los católicos sinceros!
Quedaba una esperanza de que la jerarquía de la Iglesia Católica se declarara francamente a favor de los principios bíblicos justos y contra el que los miembros del clero cometieran inmoralidad y que ello se tolerara. Esa esperanza era el cardenal francés Daniélou, que había estado sentado en el estudio durante todo este programa. El comentarista de la TV le hizo la siguiente pregunta al cardenal: “Padre, ¿qué piensa usted después de haber visto este informe sobre Holanda?”
¡Qué excelente oportunidad para defender los principios cristianos! Y por lo tanto ¡qué grave desilusión para los católicos sinceros cuando oyeron filosofar a este prelado de alto rango y después transigir en cuanto a los principios cristianos! El cardenal dijo: “Yo creo que la homosexualidad es un problema que la Iglesia debe estudiar cuidadosamente debido a su carácter obviamente dramático; por otra parte, es bastante obvio que un homosexual tiene perfecto derecho a pertenecer a la Iglesia y tener fe.”
Aunque más tarde admitió que la homosexualidad no es ‘normal,’ este cardenal francés no la condenó en ninguna ocasión, evidentemente olvidándose de que las Biblias católicas la llaman “extravío,” “torpezas nefandas,” “pasiones infames” y “perversidad.”—Rom. 1:26-32, Torres Amat; Biblia de Jerusalén.
Después de este programa una sincera joven católica de Lyon escribió lo siguiente en una carta abierta al cardenal Daniélou: “Tomando en cuenta este despliegue de teorías abyectas sobre la sexualidad y en particular sobre la homosexualidad como lo que oímos ayer por televisión, ¿no hubiera sido lo propio, padre, el que usted hubiera saltado de su asiento y clamado con voz alta y clara mostrando su desaprobación y su disgusto? . . . ¡Casi lloré de vergüenza!” Esto se publicó en la prensa, en Le Progrès de Lyon.