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¡Despertad! 1971
g71 22/11 págs. 3-7

El orden del universo... ¿de dónde proviene?

HOY hay muchas personas que no creen en la existencia de Dios. Algunas piensan así porque no entienden por qué hay iniquidad y sufrimiento. A otras las ha irritado el comportamiento deplorable y las enseñanzas contradictorias de la cristiandad y su clero a través de la historia.

Por estas razones y otras aumenta el número de las personas que abandonan creencia en Dios y cifran su confianza y esperanza en el hombre y en sus logros. Sin embargo, cada día se está haciendo más patente que ninguno de los proyectos del hombre ha podido traer paz y felicidad genuinas. En vez de eso, la familia humana ve aumentar las dificultades en toda esfera del esfuerzo humano.

Es por eso que algunas personas que estudian el universo material encuentran que un aspecto de éste es muy enigmático. ¿A qué nos referimos? A que, aunque los asuntos humanos son tan desordenados, el universo material sea tan ordenado. Todos los campos de la ciencia, como la astronomía, la astrofísica, la química y otros, revelan una armonía maravillosa de diseño por todo el universo.

Si nos concentramos en los datos científicos disponibles y no pasamos por alto deliberadamente la realidad, el orden universal no se puede explicar lógicamente sin hacer referencia a una Primera Causa inteligente, todopoderosa, a un Creador.

Se deduce que ese Creador, que tuvo la sabiduría y el poder para crear ese orden universal, también tendría las razones verídicas y satisfactorias en cuanto a por qué ha permitido el desorden entre los hombres. También sería lógico creer que tendría el remedio.

Así, pues, el que consideremos el asombroso arreglo de orden que se encuentra en el universo nos ayudará a apreciar que el Creador de éste no permitiría que el desorden existiera indefinidamente.

Orden universal

Desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande, desde los átomos hasta las galaxias, el universo se caracteriza por estupenda organización.

El átomo es una maravilla de orden, una especie de sistema solar en miniatura. Se compone de un núcleo de protones y neutrones rodeado de electrones giratorios. ¡El átomo es tan diminuto que un pequeño globo de juguete contiene aproximadamente 100 mil trillones de átomos de hidrógeno! ¡Si el átomo fuese únicamente tan grande como la cabeza de un alfiler, todos los átomos de un solo grano de arena formarían una caja de más de cuatro kilómetros cúbicos de tamaño!

Se ha pensado que los protones, los neutrones y los electrones de los átomos son los ‘bloques de construcción’ finales de la materia. Pero ahora algunos científicos creen que los protones y los neutrones mismos son ‘sistemas solares.’ Tal vez consistan de un núcleo rodeado de una nube fluctuante de partículas.

Si esto es cierto, esto formaría otro ‘sistema planetario’ infinitesimal dentro de un sistema planetario ya infinitesimal. Todo esto es tan pequeño que se dice que el núcleo interior solo ocupa una milésima de billonésima del espacio total que hay dentro del átomo, según un cálculo.

El mismo arreglo ordenado del átomo se encuentra en el sistema solar... el Sol con sus planetas y sus lunas giratorios. El libro The World We Live In hace notar lo siguiente: “A pesar de toda su complejidad, el sistema solar también revela un orden y una armonía que siempre han impresionado a los científicos que contemplan las leyes que gobiernan los movimientos de los cielos.”

En un nivel todavía mayor, se encuentran las galaxias, los inmensos sistemas de cuerpos celestes arreglados como ‘universos islas.’ Cada galaxia se compone de millones, o de centenares de millones, de cuerpos celestes como las estrellas y los planetas. Esta masa gigantesca gira en torno de un eje central de manera muy semejante a lo que sucede dentro de un átomo o dentro del sistema solar.

Pero, ¿de dónde provino todo este orden asombroso? ¿Se produce organización estupenda sin un estupendo organizador?

Se basa en leyes

Todo este orden universal se basa en leyes universales. Quizás usted conozca algunas de ellas, como la ley de la gravedad y la ley de la inercia.

Pero hay muchas otras leyes que gobiernan los fenómenos físicos del universo. Hay leyes de calor, luz, sonido y otras. Es probable que todas estas leyes estén relacionadas unas con otras.

De hecho, en sus años posteriores Albert Einstein formuló su “Teoría del campo unificado.” De ésta dice el libro The Universe and Dr. Einstein: “Promulga un juego de leyes universales diseñadas para abarcar no solo los ilimitados campos electromagnéticos y de la gravitación del espacio interestelar, sino también el diminuto y terrible campo dentro del átomo.”

Cuando pensamos en leyes, reconocemos que han provenido de un legislador. Un letrero que dice “No pise el césped” denota una agencia que dio origen a la ley. Los científicos hablan de la “ley de la inercia de Newton,” asociándola con su descubridor. Pero él no hizo esa ley física; sólo la descubrió. ¿Quién la hizo, entonces? ¿Quién hizo todas esas leyes que gobiernan el universo material? ¿Verdad que esas leyes superiores exigen un legislador superior?

Einstein escribió: “Los sentimientos religiosos del científico asumen la forma de asombro arrobado ante la armonía de la ley natural, que revela una Inteligencia de tal superioridad que, en comparación con ella, todo el pensamiento y acción sistemáticos de los seres humanos es un reflejo completamente insignificante.”

El biólogo Cecil Hamann llegó a esta conclusión: “Desde la gota de agua que se ve con el microscopio hasta la estrella lejana que se observa con el telescopio me maravillo por el orden exacto que observo... tan exacto que se han formulado leyes para expresar su consistencia . . . En algún lugar detrás de todo este orden debe haber un Ser Supremo, porque no puede haber orden y no pueden haber leyes sin una Mente Suprema.”

Matemáticas universales

Las leyes físicas se pueden expresar con ecuaciones matemáticas. Por ejemplo, Einstein formuló lo que algunos han llamado la más famosa ecuación de la historia: E=mc2. Esta declara que la energía que contiene cualquier partícula de materia equivale a la masa de ese cuerpo multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. Esta fórmula fue la base para la construcción de la bomba atómica.

Cuando personas informadas ven esa fórmula, se acuerdan de la obra de Einstein relacionada con ella. Cuando ven otras fórmulas que expresan leyes físicas, saben que algún científico o matemático las puso por escrito. Una ecuación matemática requiere un matemático.

Entonces, ¿qué hay de las matemáticas universales? Todos los científicos reconocen el siguiente hecho que hizo notar P. Rousseau en el libro De l’atome a l’etoile (Del átomo a la estrella): “Gobernado por la geometría desde sus partes más pequeñas hasta sus partes más grandes, el universo realmente se revela como una estructura matemática.”

Toda esta precisión matemática del universo... ¿pudo haberse originado sin un matemático superior?

P. Dirac, profesor de matemáticas de la Universidad de Cambridge, escribió en Scientific American: “Parece que uno de los rasgos fundamentales de la naturaleza es que las leyes físicas fundamentales se describen en términos de una teoría matemática de gran belleza y poder, para comprender la cual se necesita una norma muy elevada de matemáticas. . . . Uno quizás pudiera describir la situación diciendo que Dios es un matemático de orden muy elevado, y que Él usó matemática muy adelantada al construir el universo.”

Orden en el mundo viviente

El orden no solo aparece en el universo material inanimado; también aparece en el mundo viviente en la Tierra. Ciencias como la biología y la ecología dan testimonio de esto.

La unidad fundamental de la vida en la Tierra es la célula viviente. Se compone de un asombroso conjunto de diferentes partes. En su libro Les origenes de la vie (Los orígenes de la vida), el citólogo francés Joel de Rosnay dice: “La célula es una fábrica provista de proteínas que sirven de materias primas de construcción, mientras que las proteínas-enzimas están ocupadas en catalizar y controlar las miríadas de reacciones simultáneas que acontecen en la célula.”

Verdaderamente asombrosa es esta coordinación de todas las miríadas de diferentes partes dentro de una célula. Pero igualmente asombrosa es la coordinación de cada célula con miríadas de otras diferentes células en un organismo como el cuerpo humano. ¿Qué controla todo esto? ¿Cómo sabe cada parte exactamente qué llegar a ser, a qué tamaño crecer y qué hacer?

Se cree que todo esto lo hace posible una sustancia que es objeto de gran admiración de parte de los científicos. Se llama DNA, abreviatura de ácido desoxirribonucleico. Se dice que éste es el compuesto químico fundamental de los genes. Los genes son los portadores del código de la herencia de las cosas vivientes.

EL DNA es como una calculadora o computadora microscópica con una memoria intraconstruida, situada en el núcleo de la célula. Evidentemente esta ‘computadora,’ o ‘plano,’ despacha instrucciones al tiempo y lugar apropiados para todas las actividades de la célula. Esto incluye su crecimiento, duplicación y trabajo armonioso con otras células.

La molécula de DNA es larga y semejante a hilo, de solo aproximadamente una diezmillonésima de pulgada de diámetro. Su forma larga y delgada le suministra una capacidad, como la de una cinta de grabadora magnética, de almacenar una inmensa cantidad de información. ¡Se ha calculado que las instrucciones del DNA de una sola célula humana llenarían una enciclopedia de 1.000 tomos o más en español!

Podemos entender, entonces, por qué los que examinan la célula la llaman una ‘fábrica de milagros.’ Y J. de Rosnay añade: “¡Esta fábrica de milagros no solo puede, como hemos visto, conservarse en buen orden, sino también producir tanto sus propias máquinas como sus operadores!”

¿Qué máquina hay que nunca haya tenido un hacedor? ¿Qué operador nunca ha tenido padre?

Equilibrio entre las cosas vivientes

Las multitudes de formas de vida en la Tierra están sujetas a una interdependencia estricta que afecta hasta su cantidad y distribución. El mundo viviente tanto de vida animal como de vida vegetal se comporta como un todo, como una unidad viviente.

Este ‘equilibrio de la naturaleza’ se puede ver en la estrecha acción recíproca entre las plantas y los animales y el hombre. Los animales y los hombres inhalan oxígeno y exhalan anhídrido carbónico. Las plantas ingieren ese anhídrido carbónico y exhalan oxígeno. Uno suministra al otro lo que es vital para la existencia del otro.

Todos los animales y los hombres dependen de las plantas de otra manera: Las plantas les suministran su alimento. Sin las plantas, no habría vida consciente en la Tierra. Las plantas verdes son asombrosas fábricas que efectúan lo que no pueden efectuar las fábricas humanas: Producen alimento del aire, el agua y los elementos del suelo. La energía que necesitan para efectuar esto la obtienen de la luz del Sol.

Las plantas efectúan estas hazañas sin haber recibido ningún entrenamiento universitario en química. ¿Verdad que es obvio que alguien aparte de ellas tiene que haber pensado por ellas?

Las ‘explicaciones’ del ateo fracasan

Todo este orden y toda esta ley maravillosos que se encuentran en la creación tuvieron que tener una causa, así como toda casa ha tenido un constructor. Cosas como ley y orden solo se pueden originar de una fuente capaz de concebir esas cosas, es decir, de una mente. El orden y la ley universales solo pueden haberse originado de la mente legislativa de un Ser Supremo.

La teoría del ateo según la cual la ‘necesidad’ es responsable del orden universal no tiene absolutamente ningún valor. No puede de ningún modo explicar satisfactoriamente nada. No puede en absoluto explicar la organización tan estupenda que observamos por todo el universo. Equivale a decir: ‘Así es porque así es,’ lo cual es irrazonable.

Además, todos los datos de la astrofísica moderna indican que el universo sí tuvo un principio. En consecuencia, no puede haber sido su propia causa, sino que necesitó un Causador, un Principiador. Por consiguiente, la conclusión a la que llegan las mentes razonables después de examinar la evidencia es la del escritor inspirado del libro bíblico de Génesis que dijo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”—Gén. 1:1.

Preguntas que se hacen

Pero, algunos dirán, si como la Biblia nos dice “Dios no es Dios de desorden,” ¿por qué existe desorden entre las filas humanas? (1 Cor. 14:33) ¿Por qué se ha permitido la iniquidad por tanto tiempo? ¿Tiene Dios un propósito para esta Tierra y para el hombre que está en ella?

Esas preguntas son lógicas. Es muy razonable hacerlas para tener una creencia esclarecida en Dios. Y es igualmente razonable esperar que un Creador que pudo ordenar tan bien un universo entero también pudiera suministrar respuestas satisfactorias a preguntas como ésas.

Las respuestas correctas sí existen. La verdad sobre estos asuntos está disponible, aunque muchos han cometido equivocaciones al buscarla. Particularmente en nuestro día la Biblia promete que Dios “enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos.”—Isa. 2:4.

Un resultado de las verdades de Dios que fluyen a los inquiridores sinceros sería que “tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas,” entrando en un arreglo ordenado unos con otros.

Esa profecía se cumple en sinceros buscadores de la verdad como lo que son los testigos de Jehová. El orden y armonía que hay en sus filas por todo el mundo prescindiendo de raza u origen nacional reflejan el orden y armonía que existe a través de la creación de Dios. Ese orden tiene que ser una marca de los que sí conocen la verdad acerca de los propósitos de Dios y que tienen su dirección. (Juan 13:34, 35) ¿Es realmente así? Examine usted mismo la evidencia. La próxima vez que los testigos de Jehová visiten su hogar, pídales que le muestren por qué creen tan firmemente en la existencia de Dios y por qué tienen una esperanza tan confiada en un futuro en un nuevo orden hecho por Dios. Asista a algunas de sus reuniones y vea usted mismo cómo esta creencia afecta sus vidas.

“Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando. Un día tras otro día hace salir burbujeando el habla, y una noche tras otra noche manifiesta conocimiento. No hay habla, y no hay palabras; no está oyéndose ninguna voz de parte suya. Por toda la tierra ha salido su cordel de medir, y hasta la extremidad de la tierra productiva sus expresiones.”—Sal. 19:1-4.

[Ilustración de la página 4]

El átomo fantásticamente pequeño, con sus electrones giratorios, es una maravilla de orden

[Ilustración de la página 5]

Nuestro sistema solar, el Sol con sus planetas en órbitas y sus lunas, refleja un orden y una armonía impresionantes

[Ilustración de la página 6]

La molécula de DNA, larga y semejante a hilo, y situada en el núcleo de la célula, es como una computadora que expide instrucciones para todas las actividades de la célula

[Ilustración de la página 7]

Los hombres y los animales inhalan oxígeno y exhalan anhídrido carbónico; las plantas ingieren anhídrido carbónico y exhalan oxígeno... un equilibrio maravilloso

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