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  • ¿Es ésta la salida de las tensiones?

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  • ¿Es ésta la salida de las tensiones?
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¡Despertad! 1972
g72 22/4 págs. 9-13

¿Es ésta la salida de las tensiones?

BAJO tensión angustiosa a menudo la gente obra apresuradamente. Quizás recurra a algo que calme por el momento pero que realmente no resuelva el problema. Quizás hasta trate de convencerse de que no existe el problema que acarrea la tensión.

Actualmente miles alegan haber hallado el secreto para el alivio de la tensión y la tirantez. ¿Cómo? Por filosofías, tanto orientales como occidentales. Algunos alegan que por medio de la meditación intensa pueden ‘excluir’ las dificultades de hoy y hallar paz interior. Otros creen en el fuerte optimismo por medio del ‘poder del pensamiento positivo.’ “¡Tenga confianza!” dicen. “¡Crea en sí mismo y en su propia habilidad para tener éxito!”

¿Es ésta la salida de las tensiones de la actualidad?

Obviamente, esa filosofía no hará que uno pase por una congestión de tráfico si está rodeado de largas filas de autos. Y aunque una persona tratara de ‘excluir’ las señales peligrosas de un tumor maligno, ¿impediría esto que el tumor creciera en su cuerpo?

Por supuesto, la confianza y el optimismo son buenos. No obstante necesitan una base sólida. Para ilustrar: El Times Magazine de Nueva York recientemente publicó un artículo sobre J. I. Rodale, un publicador próspero y líder en el campo del cultivo orgánico y alimentos saludables. Dijo, según se le citó: “Voy a llegar a los 100 años, a menos que me atropelle un taxista enloquecido por el azúcar.” Al día siguiente de publicarse el artículo, murió de un ataque cardíaco a los setenta y dos años de edad.

El vivir en un mundo de ensueños y construir castillos en el aire usando como ladrillos nuestras propias ambiciones o habilidades imaginadas quizás sea calmante. Sin embargo, si el único fundamento es nuestra propia habilidad y pensamiento imperfectos o las filosofías cambiantes de hombres moribundos, nos espera un despertamiento rudo algún día.

Recurriendo al ocultismo por ayuda

¿Qué podría ser más provechoso para librarnos de la incertidumbre angustiosa que la presciencia del futuro?

Las “ciencias” ocultas atraen a muchos adherentes en numerosos países. Aumenta la cantidad de personas que trata de penetrar en el futuro por medio de la astrología y las sesiones espiritistas.

Tan remotamente como en 1946, el conservador asociado de educación en el Museo Americano de Historia Natural en Washington, D.C., dijo que “10.000 clientes consultan semanalmente a los astrólogos de la capital.” Entre los que utilizaban los servicios de adivinación se mencionaron legisladores prominentes; un diputado pedía que “le leyeran su horóscopo semanalmente en su oficina.”

Si usted se siente inclinado a buscar alivio de esta manera, primero pregúntese: ¿Qué hay de los países de la Tierra donde esas prácticas ocultas están a la orden del día? ¿Qué alivio ha producido esto?

En algunos países del Asia del sudeste prácticamente toda la población confía en la astrología para guía en todo asunto de la vida. El espiritismo y el vuduismo abundan en muchos países africanos y latinoamericanos. ¿Diría usted que esto ha traído paz, estabilidad y seguridad a estas regiones? O, ¿han sido estas prácticas solo como una droga que causa habituación, embotando la mente de la gente a su situación verdadera?

¿Se relaja cifrando su confianza en la ciencia?

En los llamados países “adelantados,” grandes cantidades de personas cifran sus esperanzas en que la ciencia y la tecnología presenten la solución para aliviar las tensiones mundiales. Les parece que esto es ser “práctico.”

¿Quién puede negar que en los últimos cincuenta años se ha visto tremendo adelanto en muchos campos de la ciencia humana? Leemos de asombrosas técnicas quirúrgicas, drogas “milagrosas,” astronautas caminando en la Luna y un laboratorio espacial girando alrededor de la Tierra. Y también está la “revolución verde.” Científicos agrícolas alegan que han iniciado ésta desarrollando nuevas clases de trigo, maíz y arroz que producen muy buenas cosechas. Estas habrán de alimentar el tremendo aumento de la población de la Tierra.

En vista de esto, ¿no es práctico confiar en los científicos con su capacidad tecnológica para que nos traigan el alivio de los problemas que causan tensión? No. ¿Por qué no?

Porque los científicos honrados reconocen que ‘no saben cómo hacerlo.’

Considerando el peligro del envenenamiento mundial del ambiente del hombre, Pollution, una publicación del State University College (Nueva York), dijo:

“Hablando generalmente, el lego rehúsa hasta considerar la posibilidad de desastre. Su respuesta corriente es: ‘La ciencia y la tecnología resolverán nuestros problemas; siempre lo han hecho.’ . . . aumenta el número de científicos que no comparten este punto de vista.”

En el campo de la salud humana, por ejemplo, el profesor de cirujanos de la Universidad Columbia, Harry Grundfest, dijo el 15 de mayo de 1971: “Hasta ahora solo hay indicios indefinidos en cuanto a la naturaleza del problema del cáncer... sin hablar de su solución.” A pesar de toda la investigación y esfuerzo médicos, los estudios indican que por lo menos el 25 por ciento de la gente en los Estados Unidos contraerá cáncer en algún tiempo durante su vida. Hoy los cirujanos efectúan la asombrosa hazaña de trasplantar corazones humanos. Sin embargo, según el Times de Nueva York del 16 de julio de 1971, las enfermedades del corazón continúan siendo el asesino Núm. 1 en los Estados Unidos. Otras enfermedades “asesinas” desafían de modo similar la conquista médica.

Aunque la “revolución verde” ha aumentado dramáticamente la producción de grano en algunos países, también ha mostrado serias debilidades. Un artículo de Prensa Asociada dijo: “Los nuevos híbridos no son tan resistentes al añublo como las clases más antiguas. Existe la posibilidad de que todas las siembras de un país —quizás una siembra mundial— podrían ser exterminadas por una nueva enfermedad de las plantas. Esto casi sucedió el año pasado [1970] con la siembra de maíz en los Estados Unidos.”

Por ésta y otras razones, William C. Paddock, autoridad sobre el alimento, declaró en 1970 que dudaba que ésta sea la manera de neutralizar la tensión de la ‘explosión’ demográfica del mundo. Dijo: “La revolución es verde solo porque se ve a través de anteojos de color verde. Quítese los anteojos, y la revolución resulta ser una ilusión . . . no surte efecto.”

Un factor adicional que él y otros señalan es éste: El hombre continúa convirtiendo más tierra en desierto que la que reclama mediante la irrigación. Para citar un ejemplo: Según lord Richie Calder, la población del valle Indo en el Paquistán occidental ha estado aumentando a razón de 10 bocas más que alimentar cada 5 minutos. Sin embargo, “en esos mismos 5 minutos en ese mismo lugar, se está perdiendo media hectárea de tierra debido a inundación y salinidad.”

Realmente, hasta la actualidad, ¿no ha sido la ciencia tecnológica la mismísima fuente de tantas de las cosas que contribuyen a las tensiones de hoy... desde congestiones de tráfico y la LSD hasta la contaminación mundial y la amenaza de guerra nuclear? Es fácil decir que “puesto que la ciencia creó estos problemas también puede hallar la salida para ellos.” Pero ¿significa necesariamente el que un hombre sea lo suficientemente fuerte para nadar a gran distancia mar adentro cuando el mar está agitado, que podrá regresar nadando sin ahogarse?

A pesar de sus alegaciones los científicos están sujetos a tensiones de ambición nacionalista o de egoísmo personal igual que otros hombres. Vez tras vez se han ‘vendido’ o ‘prostituido’ para servir miras políticas o codicia comercial. Pueden efectuar maravillas con la mecánica, la física y la química. Pero el resolver las dificultades en las que están envueltas las relaciones humanas es otro asunto. La triste realidad es que mientras más “humano” sea el problema la ciencia tiene menos que ofrecer.

Deslumbradores como aparezcan sus logros, en el análisis final, las casi mágicas hazañas de los científicos no suministran más promesa real de alivio verdadero que el espectáculo ofrecido por el brujo africano al dar vueltas haciendo sonar huesos y agitando fetiches.

Todavía otros buscan consuelo en la convicción de que al fin la humanidad está despertando a los peligros y hará cuanto sea necesario para corregir los asuntos. Creen que el conocimiento que muestran los líderes gubernamentales acerca de la seriedad de los problemas actuales está aumentando.

Por eso, el alivio, dicen, puede hallarse mostrando fe en “la decencia fundamental de la humanidad.” Piden fe en el “deseo y capacidad de los seres humanos para resolver los problemas cooperativamente.”

¿Tienen razón? ¿Podemos hallar apropiadamente alivio en dicha convicción?

Muchas personas viven en paz. Por lo tanto otras podrían hacerlo. Algunas personas permanecen honradas, no hurtan ni defraudan. Otras podrían hacer lo mismo. En algunos lugares la gente no contamina el aire, el agua y la tierra con sustancias químicas o descarga de las máquinas. Otras podrían imitarlas, podrían estar dispuestas a sacrificar algunas cosas, podrían cambiar su modo de vivir, para que todos pudieran ser protegidos de daño. Sí, podrían hacer estas cosas. La pregunta es: ¿lo harán? ¿Lo han hecho en el pasado? ¿Están avanzando en esa dirección ahora?

¿Ha impedido la ‘decencia fundamental’ del hombre que estallen las guerras? La historia alista millares de tratados de paz y pactos de no agresión. Pero como declaró el ex-presidente de Francia, Charles de Gaulle: “Los tratados son como las rosas y las niñas. Duran mientras duran.”

Considere solo un ejemplo: el histórico Pacto Kellogg-Briand de 1928. Aclamado como logro monumental, el pacto proscribió la guerra “como instrumento de norma nacional.” Representantes de sesenta y dos naciones lo firmaron solemnemente. Pero en el transcurso de unos doce años la mayoría de estas naciones estaba enredada en la matanza sanguinaria de la II Guerra Mundial.

Sin duda la mayoría de las personas prefiere la paz. Pero cuando están envueltos intereses egoístas, muestran que están dispuestas a sacrificar la paz. La riqueza material, el poder y el orgullo nacional significan más para ellas que las vidas humanas. Así, también, sucede con otros problemas principales que producen tirantez y tensión.

El hablar de ‘fe en la decencia fundamental de la humanidad’ parece noble. Pero ¿se apega esto a la realidad?

¿Se apega a la realidad, por ejemplo, pensar que el crimen se circunscribe a los asaltantes, los violadores, los socaliñeros? ¿O que todos los criminales provienen de barrios bajos azotados por la pobreza?

Una agencia canadiense de detectives descubrió en sus investigaciones que, como promedio, “básicamente uno de cada tres empleados es falto de honradez”; busca maneras de hurtar, mientras que ‘otro tercio hurtará si se presenta la oportunidad.’ El fiscal de distrito auxiliar, Murray J. Gross, dijo, según se le citó en el Times de Nueva York (10 de junio de 1971), que el robo en el distrito financiero de Wall Street es algo general. “Todo el mundo está hurtando... los mensajeros, los oficinistas, hasta el personal supervisor.”

Sumamente alarmados, los investigadores del crimen en los Estados Unidos calculan que el valor total de los artículos hurtados por empleados con apariencia de “decencia” (unos 4.000.000.000 de dólares anualmente) es setenta veces más que lo que hurtan los verdaderos criminales y reconocidos como tales.

Además, diariamente aumenta la evidencia de que, hoy tal como en el pasado, los hombres en encumbrados puestos gubernamentales están tan sujetos a la tentación de falsificar los hechos y participar en perfidia como el ciudadano común... quizás aun más. Ciertamente no nos hacemos ningún bien genuino al pretender que el caso sea diferente.

¿Qué hay entonces? ¿Hemos agotado las esperanzas de hallar alivio? De ninguna manera.

A pesar de que los remedios considerados no pueden traer alivio verdadero, hay una fuente genuina de la cual podemos disponer.

[Ilustración de la página 10]

¿Puede la filosofía de creer en uno mismo hacer que pase por una congestión de tráfico?

[Ilustración de la página 11]

Millones de personas recurren al ocultismo para escapar de las tensiones, pero, ¿qué alivio verdadero ha producido esto?

[Ilustración de la página 12]

Las hazañas de la ciencia no suministran más promesa real del alivio verdadero de las tensiones que las extravagancias de un brujo

[Recuadro de la página 12]

Alberto Einstein dijo de la ciencia moderna: “En la guerra sirve para que podamos envenenarnos y mutilarnos mutuamente. En la paz ha hecho nuestra vida apresurada e incierta. En vez de librarnos a gran grado del trabajo espiritualmente agotador, ha hecho de los hombres esclavos de maquinaria que en su mayor parte completan su monótono trabajo del largo día con disgusto.”

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