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¡Despertad! 1972
g72 8/2 págs. 16-19

Las aguas de la Tierra... ¿respuesta a la escasez de alimento?

EL ENORME crecimiento de la población de la Tierra significa decenas de millones de nuevas bocas que alimentar cada año. Sin embargo, aun ahora muchas personas se están muriendo de inanición, y otras padecen de hambre. ¿Dónde puede obtenerse alimento para todas?

Hay la creencia común de que las aguas de la Tierra son una fuente adecuada. Un escritor aseveró: “No hay necesidad de que nadie en la Tierra pase hambre habiendo un inmenso abastecimiento de alimento en el mar, casi no explotado y posiblemente ilimitado.” Pero, ¿es cierto esto? ¿Tienen los mares suficiente abastecimiento de alimento?

La cantidad de alimento que se extrae de las aguas de la Tierra ha aumentado dramáticamente. De menos de 19 millones de toneladas métricas en 1950, la cosecha anual ha aumentado a más de 60 millones de toneladas métricas. Quizás eso parezca mucho. Sin embargo, se calcula que esto solo equivale a poco más del 3 por ciento del total de alimento producido para el consumo humano. ¿Puede el mar producir mucho más?

Algunas personas al notar la inmensidad del mar —abarca casi tres cuartas partes de la Tierra— han asumido que sí puede producir mucho más. Pero hay un hecho que algunos no consideran. Y ése es el hecho de que en cuanto a alimento la mayor parte del mar virtualmente es improductiva, así como la mayor parte de la tierra es improductiva.

El nuevo libro Environment—Resources, Pollution & Society, editado por W. W. Murdoch, declara: “El océano profundo —que según cálculos forma el 90 por ciento del océano— se considera como un desierto biológico, que casi no contribuye nada a la pesca mundial actual y que ofrece poca potencialidad para el futuro.” La mayoría de las criaturas marinas vive y se pesca en las aguas costeras de relativamente poca profundidad. De hecho, los peces están concentrados en ciertas zonas cerca de la orilla. ¿Por qué?

Las zonas que abundan en peces tienen una combinación apropiada de viento, corriente y declive del bajío continental que trae de las profundidades oceánicas agua cargada de sustancias nutritivas procedentes de la vida marina en descomposición. Al llegar a las regiones del océano donde penetra la luz solar, las sustancias nutritivas que fluyen hacia arriba producen una rápida proliferación de menudas plantas y animales flotantes de los cuales se alimentan los peces. Por lo tanto la fuente supracitada hace notar: “Las zonas donde las sustancias nutritivas fluyen hacia arriba solo forman aproximadamente el 0,1 por ciento del océano, pero producen la mitad del abastecimiento de los peces del mundo.”

¿De qué significado es la concentración de peces en pequeñas zonas del océano y su escasez en otras partes? Es tal como advirtió William Ricker, biólogo de pesca: El mar no es “un depósito ilimitado de energía alimentaria.” Y el explorador submarino Jacques-Yves Cousteau advirtió, al regresar de una exploración submarina mundial, que la vida en los océanos ha disminuido en un 40 por ciento desde 1950 debido al pescar en demasía y a la contaminación.

Sin embargo algunos todavía opinan que las aguas de la Tierra encierran la respuesta a la escasez de alimento. Señalan al hecho de que las flotas pesqueras vagan buscando su presa, tal como en un tiempo era común que los hombres en tierra cazarán animales. Pero se logró mayor aumento en la producción de alimento cuando se cambió el énfasis a la cría de animales terrestres en vez de a la caza de éstos. Se cree que un cambio semejante de énfasis podría aumentar la productividad del mar. El método de criar criaturas acuáticas en cautiverio se llama piscicultura y se divide en “acuacultura” (cultivo en el agua), o “marecultura” (cultivo en el mar).

La acuacultura recientemente ha atraído la afición pública. Pero, ¿cuáles son sus perspectivas? ¿Pueden criarse para alimento las criaturas acuáticas, así como se hace con el ganado, los cerdos y otros animales terrestres? ¿Qué se ha logrado en este campo? ¿Es esto una solución para aliviar la escasez de alimento del mundo?

Una práctica vieja pero productiva

La acuacultura realmente es una práctica vieja. Tan remotamente como en 475 a. de la E.C. Fan Li escribió en China un tratado sobre criar peces. Otros pueblos, incluso los antiguos griegos y romanos, también practicaban ese arte.

En China la acuacultura es una importante fuente de alimento. Allí se producen al año aproximadamente 1,5 millones de toneladas métricas [1.500.000.000 de kilos] de carpas y peces semejantes a carpas. Eso representa la parte principal de la producción mundial anual de acuacultura que cuenta con más de 2 millones de toneladas métricas.

Los campos de China están llenos de viveros de agua dulce en los que se cría la carpa. Se ha criado la carpa con un método selectivo para producir peces de mucha carne, de desarrollo rápido y con un mínimo de escamas. Y los chinos ejercen cuidado para impedir el regreso de la carpa al estado silvestre.

La acuacultura también se practica en gran escala en Indonesia, la República de las Filipinas y Taiwan, y muy extensamente en el norte de Italia. Cerca de las costas de estos países se mantienen centenares de miles de hectáreas de estanques de agua salobre. Aquí se cría el “pez leche” (un pez tropical que se asemeja al arenque grande) y el mújol gris. Puesto que la cría de estos peces en cautiverio está en la etapa experimental, todavía es preciso que se pesquen los jóvenes a lo largo de las orillas y se trasladen a viveros para madurarse.

La productividad de estos viveros hace que valga la pena el esfuerzo. En la República de las Filipinas, por ejemplo, la cosecha anual de pez leche produce aproximadamente 19 millones de kilos, un promedio de 567 kilos por hectárea. En Indonesia, donde se desvían las aguas de albañal a los viveros, a veces la producción anual excede de 4.535 kilos por hectárea. Sin embargo, es preciso cocer bien estos pescados antes de comerlos.

Barbo, trucha y salmón

En los Estados Unidos se han dado pasos significativos en la cría de peces para alimento. La acuacultura del barbo ha progresado desde solo unos cuantos cultivadores hasta llegar a ser una industria próspera. Para 1970 había 23.472 hectáreas de viveros, principalmente en la zona del delta del Misisipí. ¡Estos viveros produjeron unos 34 millones de kilos de barbo! Esto representa una producción de más de 1.475 kilos por hectárea, lo cual excede por mucho a los 340 a 567 kilos de carne de res por hectárea que se producen de buena tierra de pasto.

La trucha y el salmón también son importantes en la acuacultura, especialmente la trucha arco-iris. En el valle del río Snake de Idaho, EE. UU., un inmenso lago subterráneo posibilita el flujo de una rápida corriente de agua a la temperatura adecuada (14,4 grados centígrados) a través de los viveros, lo cual es ideal para la cría de truchas. Y al suministrar alimento especial a las truchas arco-iris, ¡se obtiene la prodigiosa producción anual de más de 452.500 kilos de peces por hectárea! En Indonesia se han logrado producciones semejantes por hectárea encerrando a la carpa en jaulas de bambú en una corriente rica de aguas de albañal que fluye rápidamente.

El criar el salmón envuelve una técnica que es más de “rancho” que de “granja.” El salmón nace en los ríos, emigra al mar para madurarse, y años más tarde, impulsado por instinto, regresa a su agua nativa para desovar. Por medio de cría selectiva y alimentación especial, se ha desarrollado una clase de salmón robusto, de crecimiento rápido. Por lo tanto, en vez de pasar los acostumbrados cuatro años en el océano para madurarse, algunos de la nueva cría regresan a su agua natal en solo un año. Se visualiza que se producirán grandes arribazones artificiales de salmón, las cuales se podrán cosechar al regresar a su lugar de nacimiento después de pacer en el mar un año más o menos.

Criando mariscos

La mayoría de los mariscos, aproximadamente de 4 a 5 millones de toneladas métricas al año, se sacan del mar por métodos de pesca tradicionales. Pero el cultivo de ostiones, camarones y otros mariscos también ha llegado a ser cosa común, y los japoneses llevan la delantera en los progresos. Por ejemplo, ellos fueron los precursores del uso de cultivos colgantes o suspendidos en la ostricultura, una práctica que ahora se está esparciendo por el resto del mundo.

Después de nacer, la diminuta larva del ostión nada brevemente en busca de un adecuado objeto duro en el cual establecerse permanentemente para transformarse en la forma adulta. En el Japón se desarrolló la práctica de colgar alambres de balsas de bambú hasta casi quince metros de profundidad. Atadas en estos alambres se hallan conchas de almeja separadas una de otra. Después de unas cuantas semanas los trabajadores entresacan las larvas de los ostiones, que se adhieren a las conchas de almeja por miles de millones, hasta llegar a la densidad apropiada. A medida que crecen los ostiones, se añaden flotadores a las balsas para impedir que éstas se hundan debido al aumento de peso.

Este método de colgadura o suspensión tiene varias ventajas. Protege a los ostiones de animales de rapiña y de deshacerse en sedimento en el fondo del mar. Y también permite que los ostiones se nutran del alimento suspendido en la entera columna de agua. Utilizando este método ¡la cosecha anual en la bahía de Hiroshima del Japón produce hasta 56.750 kilos de carne de ostión por hectárea!

Es más difícil criar a los mariscos que se mueven, como el camarón. Por siglos se han capturado camarones jóvenes en las aguas costeras del Lejano Oriente y se han llevado a viveros de agua salobre para madurarse hasta alcanzar el tamaño comerciable. Sin embargo, en el Japón se practica con éxito la verdadera marecultura de camarones en escala comercial. Allí se controla el crecimiento de los camarones desde el huevo hasta que se venden.

Se pescan hembras cargadas de huevos y se mantienen en tanques de agua de mar cuidadosamente controlados, donde sueltan sus huevos. Antes de madurarse los hijuelos pasan por varias etapas larvales durante las cuales se mantienen en tanques de agua calentada bajo techo. Más tarde se mudan afuera a viveros con arreglos para ventilación y circulación hasta que maduren lo suficiente para ser vendidos. Ahora hay varias granjas de camarones en el Japón, pero la mayoría de éstas obtienen los camarones cuando son jóvenes puesto que no tienen el equipo técnico para criarlos desde el huevo.

La marecultura verdadera en la infancia

Como puede verse, la producción de alimento de la acuacultura proviene principalmente de viveros de agua dulce y salobre. El cultivo verdadero del mar —la marecultura verdadera— ha producido poco. La mayoría de los esfuerzos de cultivar el mar han sido experimentales, o solo están en la etapa verbal. Los japoneses confinados a sus islas, que dependen del mar para el 60 por ciento de su producción de proteínas, están especialmente activos en esta investigación.

Se comprende que el cercar secciones del mar para encerrar a los peces no es un proyecto pequeño. Sin embargo, en el mar interior de Seto del Japón esto se ha logrado... allí operan granjas marinas. En una granja hay 73 hectáreas cercadas con alambre o red en marea alta y seis hectáreas en marea baja. El pez de cola amarilla, que crece hasta alcanzar tamaño comerciable en unos ocho o nueve meses, se cría a densidad elevada en estas granjas.

El cercar una sección del mar es un verdadero desafío. Se ha visualizado el posible cercamiento de secciones por medio de colocar una manguera de plástico en el fondo del mar, llena de hoyitos y conectada con un abastecimiento de aire. Las burbujas de aire que se elevaran servirían de cortina para impedir que entrara vida marina indeseable, y para mantener a los animales cultivados dentro de la red.

También se ha notado que en el océano Pacífico hay atolones de coral, en los que hay lagunas someras rodeadas por anillos de arrecifes de coral. Los científicos japoneses han propuesto criar atún —un pez que puede alcanzar varios cientos de kilos— en esos atolones cercados.

Otro medio de investigación ha sido el abonar el agua para sustentar a los peces. En un experimento se extendió un tubo de plástico de unos nueve centímetros de diámetro casi por 1.600 metros de profundidad cerca de St. Croix en las islas Vírgenes. El agua fría, rica en sustancias nutritivas, bombeada a los viveros en la orilla pronto abundó de diminuta vegetación, llegando a ser ideal para criar peces. Un científico propuso dragar las sustancias nutritivas de las profundidades y distribuirlas cerca de la superficie por medio de un buque para dragar. Entonces se podría cosechar a los peces que medraran en el sector debido a las sustancias nutritivas que fluyen hacia arriba artificialmente.

En Escocia se ha logrado éxito experimental en la marecultura utilizando la descarga de agua caliente de una planta de energía atómica. Al elevar la temperatura del agua de una sección cercada del mar se aumenta tanto la velocidad de metabolismo como el apetito de los peces —en este caso, el lenguado y la platija— acelerando mucho su desarrollo. Sin embargo es interesante que al comentar sobre este exitoso experimento la revista Sea Frontiers explicó:

“‘El cultivo del mar’ es una frase que a menudo se ve, como si fuese una extensión fácil del cultivo de la tierra. De hecho al tiempo presente abundan más los problemas que la producción, y la cría comercial de aun una sola especie representa un esfuerzo tremendo.” Por lo tanto esto sirve de recordatorio de que la marecultura todavía está en su infancia.

¿Una respuesta a la escasez de alimento?

Sin embargo, la necesidad de más alimento es inmediata, pues muchos de la humanidad ya se están muriendo de inanición. ¿Puede desarrollarse el cultivo en los mares para llenar esa necesidad?

Las indicaciones muestran que no. Como dijo la revista Bio-Science: “Al llegar a este punto es urgente decir que la utilidad inmediata de la marecultura probablemente contribuirá muy poco al alivio del hambre de los pueblos desnutridos del mundo. No es probable que los requisitos de calorías de los pueblos hambrientos jamás puedan llegarse a satisfacer por medio del mar. La contribución al alivio inmediato del hambre de proteínas a lo sumo será pequeña.”

Las mejores perspectivas del cultivo en el agua parecen ser los de tierra adentro, que al tiempo presente son los más productivos. Esto es verdad especialmente en vista de la amenaza de que la contaminación puede arruinar al mar como fuente segura de alimento.

Sin duda, en el futuro se efectuará mucho más para desarrollar el arte de la acuacultura, y muchas personas se beneficiarán. Pero no puede dependerse de ella para resolver la crítica escasez de alimento del hombre.

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