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¡Despertad! 1972
g72 22/9 págs. 3-4

¿Pueden las computadoras resolver los problemas del hombre?

QUIZÁS hasta ahora usted haya pensado que las computadoras son “cerebros electrónicos” que pueden contestar cualquier pregunta o resolver cualquier problema. Aunque ésta es la idea que a menudo se populariza en la televisión y en las películas, ¿es eso verdad?

Hay personas que han llegado a creer que, gracias a los esfuerzos del hombre, pronto habrá una super computadora, una que revolucionará los asuntos humanos. Algunos creen que una máquina de ese tipo resolverá todos los problemas de la humanidad en asuntos de gobierno, ciencia, suministro de alimentos y medicamentos. ¿Se apega a la realidad esa creencia? ¿Qué habilidades y limitaciones tiene la computadora?

La mayoría de las personas saben lo que es una máquina de las que se usan para resolver problemas matemáticos. Un ejemplo es la máquina de sumar eléctrica. Ninguna persona que haya usado esa máquina se imaginaria que es un sustituto para el cerebro humano. Es bastante obvio que, aunque esta máquina puede sumar con más rapidez y exactitud que la persona de término medio, no es más que un artefacto mecánico. Tal vez se hace más fácil percibir este hecho en cuanto a ese artefacto debido a su naturaleza mecánica; es decir, la máquina de sumar eléctrica simplemente tiene un motor que acciona un complejo mecánico. Es posible ver la manera en que la máquina funciona debido al movimiento de unas ruedas dentadas.

Los conceptos en los que se basa la operación de una computadora son muy parecidos a los de una simple máquina de sumar. Básicamente es un mecanismo para llevar cuentas. Sin embargo, puesto que no es mecánica, la computadora parece más mágica que su más común prima mecánica, pues funciona por medio de impulsos electrónicos, lo cual es invisible al ojo humano. La computadora logra por medio de circuitos electrónicos lo que la máquina de sumar realiza por medio de engranajes, palancas y ruedas.

La computadora, al igual que la máquina de sumar, no puede hacer nada de por sí. Como lo indica el libro de Paul T. Smith How to Live with Your Computer:

“Con frecuencia se escucha este comentario: ‘La computadora hizo esto,’ o ‘La computadora cometió un error.’ Los equipos para procesar información . . . son inanimados. Solo hacen lo que se les instruye; no son responsables en lo más mínimo por sus acciones, sean buenas o malas. Como en el caso de cualquier otro artefacto, la computadora no es más eficaz que la persona que se encarga de ella. . . .

“La única acción verdaderamente automática de la máquina es la repetición de las instrucciones de operación; el hombre tiene que especificar la acción lógica que la máquina ha de realizar. Por lo tanto el conocimiento del hombre es la fuente primordial de todo sistema de procesar información.”

La ventaja de las computadoras es que solo es necesario preparar las instrucciones una vez. Estas instrucciones (el “programa”) se preparan de manera que puedan “almacenarse” o “archivarse” en una cinta magnética de manera semejante a como se “almacena” la música en una cinta, a fin de escucharla tan a menudo como se desee en un magnetófono particular. Después las instrucciones pueden pasarse a la computadora cuando se desea que realice la función para la cual fue diseñada. Este proceso de preparar instrucciones para que la computadora realice cierta tarea se llama “programación.”

Ahora bien, si los diseñadores del programa para una computadora no hacen las instrucciones lo suficientemente amplias para que la máquina pueda enfrentarse a sucesos extraordinarios y a toda clase de eventualidades, ¿qué sucede entonces? Pues, la computadora no podrá manejar la situación, o hará suposiciones falsas y producirá resultados incorrectos.

De las varias partes de una computadora, la parte principal es la llamada memoria. Es en esta “memoria” donde se archiva el programa, o las instrucciones, a medida que se realiza la tarea que debe hacerse. Dependiendo de su tamaño, la computadora tiene miles o millones de posiciones disponibles para retener las instrucciones y los números que deben usarse. Cada posición tiene asociada consigo una dirección, de forma muy parecida a la manera en que cada casa de una calle tiene su propia dirección, lo cual le permite a uno encontrar una casa en particular. Las instrucciones del programa pueden entonces “decir” a los circuitos de la computadora dónde encontrar el número que debe sumar, dónde archivar la respuesta, dónde encontrar las instrucciones siguientes, y así por el estilo.

Por la cantidad de instrucciones detalladas que se requieren, se puede ver que el hombre que prepara las instrucciones es el que provee el método de resolver un problema. Él es quien suministra la información que se ha de usar en las computaciones. La computadora, al igual que la máquina de sumar, no decide cómo resolver el problema. La computadora solo sigue el sendero de las instrucciones que le ha suministrado el programador. Una computadora no puede resolver un problema si no existe la ayuda de un intelecto humano que le suministre la fórmula. Solo puede acelerar el trabajo con la fórmula que el hombre le suple.

Por lo tanto, es evidente que el hombre no puede contar con que las computadoras resuelvan los grandes problemas a los que se encara el género humano. Los líderes mundiales no pueden suministrar una fórmula de buen éxito para la paz mundial de la humanidad, mucho menos preparar esas instrucciones para una computadora. Los biólogos e investigadores médicos no tienen los medios que les permitan idear una fórmula que resulte en salud perfecta y vida eterna. Los visitadores sociales, en su propia sabiduría, no tienen soluciones para el odio racial, la avaricia y el egoísmo.

Por lo tanto, aunque las computadoras pueden proveer soluciones más rápidas a los problemas que el hombre puede definir, no pueden proporcionar respuestas a los problemas para los cuales el hombre no tiene las fórmulas.

Para las respuestas a esos problemas debemos dirigirnos, no a un simple y servil aparato electrónico, sino más bien a nuestro Creador, Jehová Dios. En su Palabra escrita, la Biblia, Dios ya ha provisto la fórmula para resolver los problemas de la humanidad. También ha obrado en armonía con esta fórmula, suministrando un activo gobierno del Reino para traer bendiciones imperecederas a la humanidad obediente, y ha fijado el tiempo, ya cercano, en el que este gobierno resolverá los problemas del hombre.

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