Cómo vendrá la verdadera paz mundial
EL “DIOS que da paz” tiene su propia provisión para traer al mundo la paz, verdadera paz. Esa provisión es el gobierno de su Hijo, el reino mesiánico. Acerca del Mesías, el profeta Isaías hace mucho tiempo escribió bajo inspiración:
“El gobierno principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará . . . Príncipe de Paz. De la abundancia del gobierno principesco y de la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”—Isa. 9:6, 7.
Ese gobierno ubicado en el cielo traerá paz duradera, no por medio de un “equilibrio de terror,” sino por la eliminación de todas las causas de terror. Solamente aceptará como súbditos terrestres a los que hayan cumplido las palabras de Miqueas 4:3 y que por lo tanto ya hayan batido “sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” Con súbditos amantes de la paz como éstos, uno puede comprender por qué la profecía continúa diciendo: “Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar.”—Miq. 4:4.
Unidos en la adoración pura y en el servicio del Dios vivo y verdadero, los súbditos terrestres del gobierno mesiánico no experimentarán el efecto divisivo de dar su lealtad a una confusión de ideologías y reinos políticos. No habrá ninguno de éstos. La Palabra de Dios nos dice que el reino de su Hijo “triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Dan. 2:44) Todos esos reinos políticos se enfrentan a la “destrucción repentina” debido a que se oponen a que Dios gobierne la Tierra y favorecen la continuación de gobierno por los hombres a pesar de la evidencia de su completo fracaso.
Entonces los sobrevivientes terrestres podrán estar en paz con la Tierra, pues no la contaminarán con avaricia comercial, ni la envenenarán con la radiactividad de las armas nucleares, sino que la convertirán en un paraíso restaurado, un jardín de Dios por toda la Tierra. Aún más maravilloso, el gobierno de Dios proveerá los medios de curación para permitir que sus súbditos terrestres disfruten de paz dentro de sus propios cuerpos. Por medio del sacrificio de rescate del Hijo de Dios, la debilidad de la carne y su imperfección, y la enfermedad, la vejez y la muerte que éstas acarrean, serán eliminadas. Hasta las innumerables víctimas de las guerras, así como las personas que han muerto por otras causas, serán resucitadas a una oportunidad de probarse dignas de vida eterna bajo el gobierno de ese Reino. Así Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:4.
Si usted desea escapar y no perecer en la “destrucción repentina” del actual sistema de cosas y quiere disfrutar de la vida bajo el gobierno del “Príncipe de Paz,” ¿qué debe hacer ahora?
[Ilustración de la página 19]
Los que sobrevivan la venidera “destrucción repentina” por el reino de Dios estarán en paz los unos con los otros, con los animales y con la Tierra, convirtiéndola en un paraíso global